Dominio público

Una mano que ayuda

Alan D. Solomont

ALAN D. SOLOMONT

01-31.jpgEl trágico terremoto que devastó Haití hace tan sólo dos semanas ha causado unas ciento cincuenta mil muertes y un millón de desplazados en toda la nación caribeña. El seísmo produjo una devastación de proporciones casi bíblicas y la miseria que ha surgido de un sólo desplazamiento tectónico es tan masiva que ningún calificativo del sufrimiento humano puede definirlo.

Naciones de todo el mundo se han movilizado rápidamente para ayudar. Escasas horas después del terremoto, el presidente Obama ordenó el comienzo de envío de comida y medicinas por parte de Estados Unidos, así como del personal y equipamiento necesario para hacerlo llegar con rapidez y eficacia. Estados Unidos ya ha prestado ayuda humanitaria de emergencia por valor de más de 160 millones de dólares (113,5 millones de euros) –que ha comprendido comida y agua, equipos de búsqueda y rescate– y que incluirá esfuerzos para restaurar la capacidad agrícola de Haití antes de que comiencen las lluvias de la primavera. Estados Unidos, por sí sólo, ha distribuido un millón y medio de botellas de agua y 26 toneladas de alimentos. Hemos tratado a casi 10.000 heridos y más de 16.000 efectivos estadounidenses están trabajando para ayudar a Haití.

Estados Unidos seguirá comprometido en ayudar al pueblo haitiano durante la reconstrucción. Además del compromiso de mi Gobierno, miles de estadounidenses han hecho aportaciones a través de la Cruz Roja y otras organizaciones de ayuda. Los empleados de las embajadas de Estados Unidos tanto en Madrid como en el resto del mundo también han aportado ayuda. Es lo que hacemos y en lo que creemos.

España también está siendo una pieza clave para ayudar a los haitianos a recuperarse, prestando equipos de búsqueda y rescate, apoyo médico y ayuda financiera. España ha enviado el buque Castilla para prestar ayuda en materia de seguridad y humanitaria. La vicepresidenta primera, Fernández de la Vega, visitó la isla y participó en la Conferencia de Montreal que ha examinado cómo podemos ayudar en el futuro. La prensa informa que familias españolas han adoptado huérfanos haitianos. España también ha sufrido por el terremoto con la pérdida de cuatro vidas humanas y muchos más heridos, entre los que se encuentra el embajador de España ante Haití, Juan Fernández Trigo, que debió ser evacuado debido a sus lesiones.

Si bien la mayoría de los comentaristas españoles ha elogiado al Gobierno de Estados Unidos por su rápida actuación y ayuda humanitaria, algunos eligen criticar a mi país por enviar infantes de marina a Haití y describirlo como un intento de militarizar la situación y ejercer el dominio estadounidense sobre el país. Nada más lejos de la verdad. Dejemos de lado manidas consignas y acusaciones sin fundamento y centrémonos en los hechos.

En primer lugar, las infraestructuras de Haití han sido devastadas y sobrepasadas por el desastre humanitario. A causa del terremoto, la ONU ha sufrido la mayor pérdida de vidas humanas en su historia, con la muerte entre los escombros no sólo de Heid Annabi, representante especial de Ban Ki-Moon, sino de decenas de otros valientes representantes y funcionarios de la ONU, eliminando también su capacidad para gestionar la crisis. Reconociendo la magnitud del desastre, el presidente Obama ofreció –y el presidente Préval de Haití solicitó– ayuda de emergencia estadounidense para hacer frente a la crisis humanitaria inmediata. Dos semanas después, sin embargo, la ONU y Estados Unidos han firmado una Declaración de Principios acerca de la coordinación sobre el terreno y que reafirma la responsabilidad primordial del Gobierno de Haití de responder ante el terremoto, recalcando que la escala del desastre requiere una respuesta internacional global y coordinada dirigida por Naciones Unidas.

Por lo general, aplaudo el papel que han desempeñado los medios de comunicación para informar a la opinión pública sobre la tragedia en curso en Haití. La reacción ha sido una gran manifestación de generosidad de los pueblos de Estados Unidos, España y todo el mundo, que han aportado donaciones a las organizaciones de ayuda que están trabajando para aliviar el sufrimiento. El Fondo Clinton-Bush para Haití, por ejemplo, ha recaudado millones de dólares.
Además de los medios, que han elogiado los esfuerzos de ayuda, dirigentes internacionales como el presidente Rodríguez

Zapatero han declarado que Estados Unidos merecía ser reconocido por llevar provisiones y seguridad al pueblo de Haití.
Haití es una de las naciones más pobres del mundo, y aún antes del terremoto su pueblo padecía a causa de enfermedades, malnutrición y penuria económica. Había señales de esperanza, pero muchas de estas se desvanecieron cuando la tierra se movió. La comunidad internacional ha de esforzarse conjuntamente para evitar que esta nación caiga en un pozo de impotencia y desesperanza. Hemos de ayudar a este pueblo a que se incorpore de nuevo a la senda del desarrollo y del crecimiento económico.

España, Estados Unidos y países en todo el mundo están trabajando pese a enormes dificultades para poner a Haití de nuevo en pie. No será fácil, y exigirá que todos trabajemos juntos, remando en la misma dirección aun con el viento en contra. Estados Unidos está comprometido con ayudar a construir un Haití mejor en cooperación con el pueblo haitiano y las naciones del mundo.

Alan D. Solomont es embajador de Estados Unidos ante España y Andorra

Ilustración de Iker Ayestaran

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