Dominio público

¿Quién sale de la crisis?

Miren Etxezarreta

MIREN ETXEZARRETA

04-18.jpgParece existir un amplio consenso acerca de que en varios países ha comenzado ya la recuperación de la crisis, la cual, sin embargo, no se observa en el Estado español, donde la salida parece lejana. La reactivación se atribuye al potente apoyo del "gran Estado", como lo llama el Nobel de Economía Paul Krugman. Aprendida la lección de 1929, los estados se han dado prisa en acudir con fondos públicos en socorro de la economía privada capitalista, en una rendición sin condiciones a sus exigencias.
Este restablecimiento, ¿será estable? Parece difícil ya que, en esencia, todo sigue igual al tiempo en que se produjo la crisis. Incluso pensando sólo en las necesidades de reproducción del sistema, hasta ahora no se han afrontado los problemas de fondo que la generaron.
Se ha señalado repetidamente la imperiosa necesidad de regular el capital financiero, pero no se han llevado a cabo regulaciones significativas del mismo. Al contrario, pasado lo más intenso de la crisis, los capitales financieros se resisten a cualquier regulación y muchos estudiosos dan ya esta por descartada. No se recupera la demanda porque los salarios disminuyen y el desempleo y la precariedad laboral crecen rampantes. Caen la producción y la inversión, pero la sobreproducción continúa. No hay crédito para las empresas, ni muchas se proponen utilizarlo. Las ayudas estatales irán reduciéndose, ya que los déficits públicos alcanzan porcentajes de en torno al 10%. Así mismo, tienen lugar hechos que asustan a los intereses económicos y financieros y ponen de relieve la precariedad de la recuperación (problemas del holding Dubai World, anuncio de China de que retirará ayudas; proyecto de Obama de un impuesto a los bancos; las deudas de los países del sur de Europa...). La economía de la UE parece flaquear en el primer trimestre. Ni en los países más potentes parece que la recuperación esté segura, pues los problemas siguen siendo los mismos que los que generaron la crisis.
Si es así para los países más poderosos, más vulnerable aún es la economía española. Pese a que autoridades y algunos empresarios proyectan optimismo, los indicadores cuantitativos hacen difícil confirmarlo. El primer trimestre apunta a un leve retroceso de la actividad, similar al -0,1% intertrimestral registrado a finales de 2009. Y si la eurozona, principal socio comercial, no se recupera, la reactivación española será más difícil.

¿Donde hallar los añorados brotes verdes? Algunos datos muestran menores caídas o incluso crecimientos positivos, pero son difíciles de interpretar, pues los aumentos se computan desde cifras mucho más bajas de las existentes antes de la crisis. La compra de automóviles ha aumentado un 32,9% en los dos primeros meses, pero es sólo el 72% de 2006, y pueden deber su mejora al temor a que desaparezcan las ayudas y al previsto aumento del IVA. Igual sucede con los electrodomésticos, cuyas ventas aumentaron un 4,8% interanual. Pero el paro sigue creciendo y las empresas planean reducir plantillas en 2010. Otras variables tampoco presentan signos positivos (índice de ventas minoristas, utilización de capacidad productiva, inversión...) y no parece probable que las exportaciones absorban los excedentes de la producción.
Además, el endeudamiento del país plantea importantes dificultades. No se puede ignorar el fuerte efecto recesivo que tendrán las medidas de ajuste que se están tomando forzadas por los mercados e instituciones internacionales. El reinicio de la actividad se hará por un largo periodo por debajo de los niveles de la capacidad instalada. ¿Es "el crecimiento sin empleo" lo que se recupera?
Pese a todo, supongamos que se dé la recuperación, y que esta tiene lugar siguiendo las exigencias de los mercados globales. Si todo ha de sacrificarse para eliminar el déficit y mejorar la competitividad, el tipo de sociedad que se perfila como salida de la crisis es muy preocupante. Con una especie de keynesianismo asimétrico –ayudas al capital, ajuste para el trabajo–, se está dando un triunfo durísimo de los intereses económicos sobre el bienestar de la población. Con un paro que, dicen, tardará más de diez años en resolverse, salarios y estabilidad laboral decrecientes, prestaciones sociales disminuidas, poderes financieros prepotentes y empresas extremando la explotación de sus trabajadores, ¿no es cínico llamarlo "recuperación"?
Cabe preguntarse si la salida de la crisis va a suponer este nuevo modelo de capitalismo de empresas y entes financieros oligopólicos globales, imprescindiblemente soportados por fondos públicos, sirviéndose de una miríada de empresas satélites subordinadas a las primeras, en el que sólo podrán tener niveles de vida adecuados las élites económicas y políticas. Sociedades cada vez menos democráticas, atravesadas por potentes instancias de corrupción, obligadas a recurrir cada vez más a la represión y con un desprecio total por los problemas de su población y los ambientales. La recuperación, si se produce, nos conduce a sociedades aún más duras. ¿Vamos hacia un capitalismo corporativo e institucional? Parece claro que la "estrategia de salida" para el capital implica una disminución sustancial, no coyuntural, un empeoramiento permanente, de las condiciones de vida de las clases que no constituyen la élite. ¿Quién sale entonces la crisis?

Miren Etxezarreta es catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona

Ilustración de Iker Ayestaran

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