Dominio público

Deporte y humanidades

Suso de Toro

SUSO DE TORO Deporte y humanidades

Los deportes son benéficos para las personas que desean practicarlos y juegan un papel importante en la vida de todas las sociedades. Organizan y expresan emociones individuales y colectivas profundas y juegan un papel ideológico: son una escuela educadora de individuos y países. Llama la atención la importancia que se le da en España en estos momentos. Habría que preguntarse por las causas
del protagonismo que tiene el deporte en nuestra sociedad. Habrá causas ideológicas, como la desaparición de los proyectos políticos y culturales basados en una ideología; causas económico empresariales, como que la economía especulativa entró de lleno en los deportes. El caso es que España educa intensamente a su población a través de los medios de comunicación en la admiración absoluta a los juegos de los deportistas.
Prensa escrita, radio y televisión suministran una dieta masiva de información deportiva: futbolistas, motoristas, pilotos, tenistas, baloncestistas... En la práctica, lo que los medios publicitan es que lo único valioso es lo que hacen esas personas. Desde luego que cuando en un país se consiguen tantos éxitos deportivos es señal de que hay importantes capacidades humanas y también de que hay una fuerte política deportiva, pero asociar a los éxitos deportivos la marca España es jugar todo a esa baza. ¿Cuánto valdrá esa marca si mañana no revalidan sus éxitos? Una valoración de las actividades deportivas en tal medida implica la valoración de las demás actividades sociales, el trabajo, la ciencia y la creación artística: lo que se hace es quitarle valor a esos otros campos.
La cultura vive una transformación evidente y profunda. El paso que estamos viviendo desde el papel a la pantalla de internet está creando un nuevo tipo de persona, más allá del ciudadano y del consumidor que puede ser visto de dos modos distintos, quizá complementarios: un consumidor salvaje o una persona libre. Una utopía consumista o una libertaria. En todo caso, pierde papel el Estado, toda autoridad y toda prescripción: cada uno elige casi libremente lo que desea conocer o ver a través de la red. No se le garantiza el estatus ni la existencia a nada ni a nadie. Eso está afectando y va a afectar mucho más a la creación de pensamiento y artística más exigente, la que pide mayor esfuerzo y que desde ahora ya no tiene el aval de ninguna autoridad actuante, sea académica, intelectual o administrativa. La figura de autor tal como ha llegado al siglo XX está condenada a ser cuestionada o a desaparecer, pero eso no es lo importante. Lo que importa es que está desapareciendo el espacio para las formas de arte y pensamiento que son imprescindibles y a las que la industria cultural ya no le garantiza un lugar. En la dirección que va esa industria, lo que no sea espectáculo veloz y fugaz, no será.

El deporte, además de ser una práctica personal, tiene una dimensión comunitaria. Ahí están los deportistas subidos a podios, con manos caídas, en el pecho o sujetando un ramo de flores atendiendo a los himnos nacionales. Esos himnos dicen que el deportista representa a un Estado. Sí, los deportistas hacen política de forma muy evidente, tan evidente que parece algo tan natural que nos resulta invisible. Lo ocurrido con la selección española de fútbol ha sido un ejemplo de cómo se da en el deporte una lucha ideológica: perdió la idea de España que reconoce su diversidad, "la España plural", y ganó el españolismo más castizo. Una selección que integró procedencias diversas, con fuerte y valiosa impronta catalana, cuando llegó a Madrid pasó a ser la de las bulerías, Bisbal y Manolo Escobar.
Creemos que falló porque faltó la tarea de construir un espacio informativo y cultural español plural. La derecha nacionalista española, con unos medios de comunicación a su servicio muy potentes que descansan sobre el discurso nacionalista español de siempre que nunca ha sido cuestionado, sigue formando a la ciudadanía. Los medios de comunicación nacionales, radicados todos en Madrid, siguen ignorando o desdeñando la visión de España desde otras ciudades y lugares. Dada su afirmación de tener carácter "nacional español", es mayor su responsabilidad. Por su parte, los medios catalanes y vascos han ido creando también espacios estancos que acaban por hacer imposible un espacio comunicacional compartido.
La hipertrofia del deporte español invade el espacio social de la creación artística y cultural y lleva aparejada la continuidad del nacionalismo castizo. Creo que debiera considerarse que, igual que se establecen cuotas para corregir situaciones injustas o dañinas, se establezca una cuota para la cultura, muy en concreto para la que no se reduce fácilmente a espectáculo, por lo cual debe ser protegida, para la creación cultural que se expresa a través del texto escrito: pensamiento, literatura, ciencia. Naturalmente, eso es proteger la industria del libro, claro, pero eso no debe cegarnos a la realidad de que buena parte de la creatividad cultural, de lo que se escribe y comunica, ya está en la red. Cualquier política cultural que pretenda ignorar la realidad de internet perderá el tiempo y dejará al margen a las generaciones jóvenes.
No es mucho pedir para la cultura un tercio del tiempo que se dedica en los medios de comunicación públicos y privados al deporte y que ese espacio transmita la creación en las distintas lenguas y en los distintos lugares del Estado. Un tercio no es mucho pedir.

Suso de Toro es escritor y guionista.

Ilustración de Alberto Aragón

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