Dominio público

Esto es agua

Gloria Elizo

Diputada de Unidas Podemos y vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados.2

"Dos peces que nadan uno al lado del otro se topan con un pez más viejo que nada en sentido contrario. El pez los saluda y dice: "Buen día, ¿Cómo está el agua?" Los dos peces  siguen nadando sin responder hasta que uno se da la vuelta y le pregunta al otro: "¿Qué es el agua?"

Si, como dice Foster Wallace, la vida es lo que ocurre al margen, alrededor, sosteniendo lo que podríamos llamar "hechos biográficos", lo que pasa desapercibido, las escaleras que subimos cada tarde, la cola en el supermercado, los saludos cordiales, sacar el friegaplatos, esperar a que cambie el semáforo, vestirse, desvestirse, abrir los sobres de facturas.

Si es verdad que la vida es el agua siempre fría y siempre confortable que es quizá cuando ocurren las tormentas, cuando se desatan los vientos y las olas braman, cuando percibimos que algo puede cambiar en ese denso vivir ajeno a nuestra conciencia.

Qué duda cabe entonces de que de alguna forma esta semana se ha quebrado el devenir tranquilo de la política española, siempre un poco trucado, siempre silencioso, siempre poroso al poder y sus sobrentendidos, porque una alternativa política como Unidas Podemos esté ya en el Gobierno con Pablo Iglesias como vicepresidente frente al horror apocalíptico y las amenazas mediáticas de una derecha desnortada.

Una tormenta, otra. El 15M como señal de apertura, la superación del viejo PSOE -herramienta fundamental de la desmovilización-, la abdicación de un rey con demasiados amigos, la moción de censura que demostraba que la corrupción también puede unir a quienes la padecen, el cambio de bando de la fragmentación y el estrepitoso fracaso de la operación Ciudadanos como dócil soporte de la primacía del poder económico sobre el político, la visibilización de las cloacas que convierten la mentira en poder y ahora, el primer gobierno de coalición desde la muerte en la cama del dictador.

Muchas tormentas. Algunos cambios. Han pasado muchas cosas en los telediarios. Pero la vida es mucho más que eso. En el Partido Popular saben que la sentencia de la Gürtel tiene menos culpa de la moción de censura que la movilización de los pensionistas. En Vox saben que su éxito depende más de la famélica precariedad que defienden que del histórico disparate político y judicial de Catalunya.

La vida. Volver a movilizar lo desmovilizado. Empoderar la resignación, politizar el día a día. Demostrar que sí se puede en cada esquina, cultivar compañías, fabricar alternativas, llamar en el trabajo explotador al explotador, responder al machirulo en el autobús, tantas pequeñas cosas.... hasta votar lo que queremos y no lo que nos mandan las encuestas.

Y nos dirán que eso no basta. Que no hemos hecho nada. Que el régimen del 78 es ahora más fuerte con nosotros dentro, asimilados, controlados, dependientes, pocos. Que no ganamos.   Y sí. Pero esto es agua. Y en algún momento algunos entendimos que lo importante no eran los confetis de la victoria. Que lo importante no éramos nosotros, nuestros encendidos discursos entre aplausos, nuestro dúplex protagonizando esa movilización, nuestro cargo con nombre rimbombante o nuestras fotos grises en la portada.

Que lo importante, que lo crucial de esta aventura, era cambiar el agua. Que el verdadero sentido de esta aventura -tan ilusionante y a la vez tan dura-, que el reto de este gobierno no era saber quien luce mejor en la escalerilla del atril sino devolver a la sociedad española la fuerza frente a la resignación, atreverse a levantar las banderas para ver los contratos, politizar el agua, es decir, lo que ocurre alrededor de las grandes cosas, nuestra vida. Y, sí. Empapar la política de vida.

Pretender que lo normal sea diferente. Que seamos conscientes de que la verdadera democracia no depende de gobiernos más o menos progresistas sino de ser capaces de construir cada día una vida que permita pensar, discutir, enfrentar, madurar y exigir que cada gobierno, cada empresa, cada institución, trabaje en beneficio de la vida de la gente.

Porque es ahí donde vivimos.

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