La declaración de Dolores de Cospedal este martes en la Audiencia Nacional ha sido tal y como la esperábamos: "Todo es mentira, salvo alguna cosa", que resumiría el valedor de la exsecretaria general, el expresidente Mariano Rajoy. Cospedal admitió ante el juez Manuel García-Castellón varios encuentros con el capo de las cloacas, José Manuel Villarejo, en la sede nacional del partido en la calle Génova; esta sede que acogió tantos y variopintos actos mafiosos: destrucción de pruebas, rehabilitaciones pagadas en dinero negro, aporreo con martillos de discos duros, pagos en sobres, recepciones de empresarios corruptos,... hasta un coche con dos bombonas de butano se estrelló en la entrada cuando en 2014 un individuo con problemas de salud mental quiso dar un escarmiento a "toda la clase política", dijo cuando lo detuvieron. Desde luego, intencionadamente o no, fue directo al corazón de la maquinaria más corrupta del Estado, que acumula causas y más causas penales.
En la mañana del martes, Cospedal entraba en la Audiencia Nacional desnuda de cargos políticos, de puestos influyentes en prestigiosos despachos de abogados,..., sola con su abogado, como una ciudadana más, cabizbaja e imputada en la trama Kitchen, investigada por uno de los usos más rastreros que se recuerdan de los recursos del Estado (tras los GAL) en beneficio propio, esto es, en pro de un partido de gobierno acusado de financiación ilegal, de ser corrupto y corruptor, de fabricar pruebas falsas contra adversarios políticos... Daba igual que ayer, la exnúmero dos del PP negara todo ante el juez: el fiscal Anticorrupción le iba recordando, punto por punto, las pruebas, las grabaciones, la anotaciones de Villarejo, la coherencia entre éstas y los hechos,... Aquello fue una carnicería en la que la versión de Cospedal fue despedazada con calculada lentitud, está por ver si con consecuencias judiciales; las políticas, desde luego, están claras hace tiempo y la expresidenta de Castilla-La Mancha se suma a la lista de los secretarios generales del PP -todos- cuya responsabilidad política por corrupción para financiar el partido ha sido constatada ampliamente. Les recuerdo: Cospedal, Ángel Acebes, Rajoy, Javier Arenas o Francisco Álvarez-Cascos. Todos. Repito otra vez: todos han pasado por los tribunales para explicar su implicación con los sobresueldos en negro, las mordidas obtenidas de empresarios, los papeles de Bárcenas...
Hoy ya ocupa el poderoso cargo de secretario general del PP Teodoro García-Egea. Hablan de renovación y regeneración. Pero al de Murcia se le ha caído encima un caso muy turbio de utilización de la sanidad de Murcia, vía el presidente López Miras, para favorecer a un familiar por delante de otros/as enfermos en lista de espera. Lo publicó Infolibre y el medio ha sido denunciado por ello, pero pruebas que desmintieran semejante aberración, ni García-Egea ni López Miras aportaron una sola. Se trata de un delirio, sí, pero muy peligroso: las consecuencias que los costes de estos procesos pueden acarrear para los medios de comunicación si siguen adelante, costes que no toda la prensa puede afrontar, son susceptibles de obligar a la autocensura en el peor de los casos. Éste es, por tanto, un auténtico ejemplo de miseria política contra la libertad de prensa y el derecho a la información de los ciudadanos/as; y sí, también de los/as votantes del PP. Quién sabe si alguno de esos pacientes a los que se dejó atrás en la lista de intervenciones por el familiar del secretario general del PP es un entusiasta del partido, incluidos comportamientos nepóticos como éste del secretario general.
¿A cuánta gente -aparte de a esta plumilla- le vino a la cabeza aquella dignísima frase de la rutilante secretaria general de PP en 2013: "En el PP, quien la hace la paga y cada uno aguanta su vela"? Efectivamente, la cita sigue vigente y Pablo Casado -que debe a Cospedal su liderazgo- sigue gritando contra los indultos a los independentistas catalanes (legales, legítimos y ojalá que útiles), contra el rey, los obispos y los empresarios, contra la democracia, mientras el PP hace historia en los tribunales y en las cloacas de este país por su utilización lamentable del Estado con cuya defensa se les llena la boca. Ojalá una Justicia a la altura de las circunstancias.
Comentarios
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