Dominio público

Vox y la maldición de la momia

Ana Pardo de Vera

La momia del faraón niño Tutankamón.- REUTERS
La momia del faraón niño Tutankamón.- REUTERS

La leyenda negra de Tutankamón ha sido inspiración para libros y películas desde que a finales de 1922, el arqueólogo inglés Howard Carter descubrió el mauselo del niño-faraón egipcio en el Valle de los Reyes, entre el desierto y el Nilo, repleto de tesoros, y activó la maldición de la momia: murieron desde Lord Carnavon, el egiptólogo financiador de la expedición de Carter, hasta el canario de éste y la perra cojita de aquél, que cayó fulminada al mismo tiempo que su dueño. Les siguieron en poco tiempo Aubrey Herbert, hermano de Lord Carnavon; Arthur Mace, el excavador que rompió el muro de acceso al sepulcro de Tutankamón; Archibald Reid, responsable de radiografiar a la momia, un profesor canadiense que estudió el sepulcro junto a Carter, y George Jay Gould, magnate de los ferrocarriles y amigo de Carnavon que visitó la tumba del joven rey egipcio.

La leyenda, claro, se fue agrandando hasta que, a falta de respuestas de la ciencia, que aún hoy discute entre hongos, esporas y hasta un coronavirus de murciélago de tumbas, quedó establecido en el imaginario popular que la maldición de Tuntakamón se había cumplido: las personas que profanen la tumba de un faraón egipcio estarán condenadas a morir en breve.

Me he acordado de Tutankamón y los estragos causados por interrumpir su descanso final cuando este martes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado en un tuit el acuerdo para sus primeros presupuestos regionales al pactar con Vox, dando así un paso de gigante en la normalización de la extrema derecha en las instituciones. El PP empezó pactando con Vox su investidura en presidencias autonómicas y alcaldías (en algunas de éstas ya cogobiernan), continuó con alianzas y promesas para aprobar distintas leyes, siguió dando una Consejería de Educación en Murcia a una exdiputada de Vox, aunque con su misma ideología neofascista de pin parental, y hoy suscribe un acuerdo de presupuestos en la Comunidad de Madrid.

Además, y por lo contrario que con Ayuso, por rechazar las cuentas andaluzas, Vox, que ha sido apoyo de investidura de Juanma Moreno en el Gobierno de Andalucía, ha triunfado casi con toda probabilidad en su estrategia de un adelanto electoral que rechazaba Moreno. El jefe del Ejecutivo andaluz; el de Murcia, Fernando López Miras, y Ayuso no ganaron las elecciones en 2019 frente al PSOE, así que se echaron en brazos de la ultraderecha para gobernar. Es decir, hicieron caso omiso a Angela Merkel o Emmanuel Macron, que desde Alemania y Francia clamaban por un cordón sanitario a la extrema derecha en Europa.


El PP ha profanado la tumba de la antidemocracia más peligrosa por interés electoral y la maldición de la momia profranquista y neofascista avanza cobrándose sus piezas en pleno siglo 21: la frontera entre el ideario de Ayuso y Rocío Monasterio es cada vez más difuso -al acuerdo de presupuestos me remito- por lo que la presidenta de Madrid, que aspira a gobernar en solitario a partir de 2023, podría ser absorbida por los postulados de Vox y tendríamos en la región el primer gobierno de ultraderecha, aun sin Monasterio. Prácticas está haciendo Ayuso, desde luego.

Por su parte, pese a los buenos sondeos, Juanma Moreno asiste desolado a la obligación de adelantar las elecciones en Andalucía, por el rechazo de Vox a las cuentas, pero también por las presiones y malas artes de la dirección de Génova, que quiere a Ciudadanos noqueado para siempre y a Vox cogobernando la Junta, como laboratorio para un posible Ejecutivo de Pablo Casado y Santiago Abascal en Moncloa a partir de 2023, la culminación de esta abominación, que ojalá fuera una leyenda del escocés Conan Doyle.

Una vez abierta la puerta del sarcófago que da paso a Vox a los gobiernos, una vez rechazado el cordón sanitario más elemental en democracia, ni siquiera el PP está a salvo. Pero mucho menos lo estamos las mujeres, los migrantes, refugiados, niños/as extranjeros sin tutela, ateos, musulmanes, minorías o personas LGTBI.


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