Dominio público

Ayuso y Feijóo, tanto monta cortar como desatar

Ana Pardo de Vera

Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid .- PP
Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia, e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid .- PP

Conforme se acerca el congreso que va a hacer presidente del PP a Alberto Núñez Feijóo por unanimidad (La mejor victoria es vencer sin combatir), las dos almas del partido, que representan él e Isabel Díaz Ayuso, acercan su confluencia al mismo punto, Madrid, en donde asistiremos a una batalla soterrada -o no tanto- de liderazgo y de poder, que no ideológica. Ambos comparten el mismo ideario neoliberal en lo económico y desacomplejado en lo social, con Vox y con quien haga falta. Es una cuestión de estilo, dicen por ahí.

Este domingo ya tuvimos un aperitivo con dos entrevistas en portada a los respectivos presidentes autonómicos de Galicia y de la Comunidad de Madrid, en los diarios La Razón y El Mundo. Una cosa queda, efectivamente, clara: pese a esos estilos opuestos, ambos líderes son calcados en lo ideológico, un mensaje dirigido, sobre todo, a quienes creen que Feijóo es una especie de socialdemócrata de derechas que cree (algo) en los servicios públicos frente a la privatizadora Ayuso, por ejemplo. Y de eso, nada: en Galicia tenemos una deuda autonómica que ha crecido un 226% desde que Feijóo accedió a la Xunta en 2009, al tiempo que se cerraban el 10% de centros escolares públicos y nos quedábamos sin el 10% de camas en los hospitales ídem o sin una sola residencia pública de mayores construida desde 2008, pasando el 80% de las existentes a manos privadas.

Eso sí, en la entrevista de Carmen Morodo, el líder en potencia del PP nos regala esta frase: "Llevo 13 años al frente de la Xunta, nueve años en crisis, y hemos llegado a fin de mes con un presupuesto un 20% menor que el del año anterior y sin recortar los servicios públicos". Como Ayuso, que a la pregunta sobre la demandada reapertura de los SUAPs (Servicios de Urgencia en la Atención Primaria), responde que "La atención sigue siendo exactamente la misma" pese a los cierres y tras una "reorganización" que el sector sanitario no debe de ver por ningún lado. Menos mal que, pese al foco mediático en Madrid, el nuevo liderazgo del principal partido de la oposición va a obligarnos a profundizar (¿verdad?) en lo que ha supuesto el mandato de Feijóo para Galicia, por muy inteligente que sea y por muy moderado que parezca el sucesor de Pablo Casado.

¿Qué hará Feijóo, por ejemplo, con los impuestos con los que se ha forrado la Xunta (sobre transmisiones patrimoniales, sobre actos jurídicos documentados, sucesiones y donaciones, patrimonio, tramo autonómico del IRPF, canon eólico, tributos sobre el juego...)? Solo en los diez primeros meses del 2021, la recaudación fiscal en Galicia ascendió a 6.793,5 millones de euros, un 14,6% más que en el 2020. Probablemente, irán a beneficiar a las rentas más acomodadas, ya que este año, el presidente gallego ha decretado una rebaja fiscal que favorece a quienes más tienen e ignora los servicios públicos aun más tocados tras la pandemia: un 25% de bonificación al impuesto de patrimonio, que ya tenía un mínimo exento de 700.000 euros, y declaraciones de renta con base liquidable superior a 27.700 euros. El salario medio en Galicia es de 19.900 euros al año; la pensión media, de 925,24 al mes, la segunda más baja de España.


Está todo aquí, y más, en esta magnífica información de Juan Oliver; supongo que a los y las madrileñas les suenan estas políticas neoliberales, aunque en el caso de Ayuso juegue con ventaja con el denunciado (también por el Feijóo en su faceta de presidente gallego) e insolidario efecto de capitalidad, la presencia institucional del Estado o el efecto arrastre de grandes empresas y fortunas. Es probable que ahora ya nunca oigamos a Feijóo pronunciarse en contra de la ley de autonomía financiera de la Comunidad de Madrid, pese a que perjudique a territorios como su Galicia y a la solidaridad interterritorial del Estado en su conjunto.

El líder gallego ha llegado para entrar en La Moncloa a la primeta de cambio, en 2023, y aunque difiera aparentemente con Ayuso en su rechazo a Vox ("Mi proyecto no es pensar en Vox"), jactándose incluso de que los de ultraderecha le llamen "nacionalista" en un giro tragicómico, sabemos ya que permitirá pactar con los de Santiago Abascal si sus barones lo necesitan y lo hará él en el mismo caso. Ya ha dejado claro que no va a "ejercer un control orgánico del partido", sino que va a "intentar que el partido ejerza el liderazgo social (...) La gente no quiere que seamos un partido pequeño y controlado, sino grande y que represente a las mayorías". Carta blanca a las coaliciones con Vox siempre que el PP lidere, un alivio (o no) para Juanma Moreno en Andalucía. Que siga la fiesta.

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