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Yolanda Díaz y Errejón: la unión inevitable

Elizabeth Duval

Yolanda Díaz y Errejón: la unión inevitable
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, junto al portavoz de Más País, Íñigo Errejón, a su llegada a la presentación de la Comisión de expertos y expertas que analizará la repercusión de la precariedad laboral en la salud mental de las personas trabajadoras, que se crea en cumplimiento del acuerdo alcanzado con Más País en la negociación de la reforma laboral, este jueves en Madrid. EFE/ Zipi

Yolanda Diaz e Iñigo Errejón compartieron acto este jueves por primera vez desde que ella asumió el liderazgo de su espacio político; sentados lado a lado, en evidente complicidad, a más avanzaba la presentación más difícil era afirmar que aquello no tenía nada que ver con proyectos de futuro ni procesos de escucha. Para cualquiera que sepa leer entre líneas, es evidente que nadie en su equipo, tampoco ellos mismos, puede ignorar la dimensión simbólica del acto.

Hablar de la función de un acto así no implica desmerecer su motivo ni negar la importancia de la comisión que en él se presentaba. Es precisamente por los temas tocados por lo que los discursos de ambos podían hilvanarse y cada uno asumir el discurso del otro.

Si, como recordaba una de las participantes de la comisión, «tu código postal importa más que tu serotonina», también importa de forma equivalente la dimensión del trabajo en toda cuestión relativa a la salud mental. Si el trabajo produce enfermos en nuestra sociedad contemporánea, como recordaba Yolanda Díaz, tampoco se puede obviar que todo trabajo conduce a una reflexión sobre la salud mental.

La inevitabilidad de la convergencia entre los proyectos de Díaz y Errejón no reposa sólo en que dicha unión sea necesaria para reducir las posibilidades de un futuro auge reaccionario, o en la conveniencia de su matrimonio.

También lo es, como exponía en el párrafo anterior, porque los proyectos de ambos, así como sus discursos y afinidades, convergen necesariamente el uno en el otro. No es la primera vez que desde Más País o Más Madrid exponen sus evidentes afinidades con la transversalidad que ha mencionado en ocasiones Díaz; no se le escapa a nadie que puede haber hoy más afinidades entre ciertos sectores cercanos a Trabajo y Más Madrid que con partes de Podemos.

El acto hace evidente algunas cosas que marcarán el futuro de la unión de las fuerzas progresistas. La primera: no es sólo cuestión de sintonía política, que existe, como decía Errejón, sino de esperanza política, tal y como él acababa una de sus intervenciones; en este momento donde se vuelve necesario reconstruir certezas y ordenar las esperanzas, donde hace falta un mástil al cual atarse tras el naufragio de lo que ya ilusionó. Más Madrid es la fuerza que mejor ha articulado esa esperanza en Madrid; a nivel estatal, quien mejor la representa, es Yolanda. El entendimiento entre estas dos fuerzas se vuelve una necesidad, pero una necesidad alegre, gozosa, esperanzadora.

La segunda: hará falta una enorme generosidad a la hora de articular esas alianzas. Podría implicar, por ejemplo, el reconocimiento de que Mónica García es la candidata evidente a la Comunidad de Madrid del proyecto amplio que se articule en un futuro; la asunción de que la representación madrileña habrá de venir en buena parte de Más Madrid. Pero también de que nadie entenderá que unas fuerzas en sintonía no se aúnen por una pelea interna por los puestos de una lista.

Las palabras mismas del acto evidenciaban, claro, esa sintonía; se hablaba de una comisión fruto de un acuerdo y no de una negociación; la estructura misma del acto, con políticos de distintas formaciones, personas de la cultura y profesionales de sus campos, evidenciaba la estructura del proceso de escucha y proyecto futuro de Yolanda Díaz. Y, por más que se nieguen esas imágenes y esas palabras, o se niegue su significado, el significado permanecerá evidente: la unión es inevitable, cada uno lo sabe, y esto es para todos una alegría.

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