Dominio público

Non debería, pero pasa

Ana Pontón

Portavoz nacional del BNG

Non debería, pero pasa
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, conversa con el líder de VOX, Santiago Abascal, durante el acto solemne de homenaje a la bandera nacional y desfile militar en el Día de la Hispanidad, a 12 de octubre de 2022, en Madrid (España).- EFE

Estos días pudimos comprobar lo vigente de la advertencia que Simone de Beavouir nos dejó hace décadas: "No olvidéis jamás que bastará una crisis para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida".

Acabamos de celebrar el 25N en un contexto de polarización y confrontación que nos muestra lo mucho que queda por hacer contra el machismo, cuando apenas es posible dar un debate riguroso desde el ámbito político e institucional, con un Partido Popular aliado con la extrema derecha más retrógrada y negacionista.

Esa que nos increpa al grito de feminazis, locas, histéricas, feas, machirulos, bolleras, malfolladas, mandonas, prepotentes, zorras, amargadas, (y podría seguir), por el hecho de defender nuestro derecho a ser libres e iguales. Y no debería pasar, pero pasa que, con quien así nos agrede, gobierna el PP del señor Feijóo, el mismo que inició su mandato en Galiza con ayudas a la ultraconservadora Red madre, el mismo que subvencionó durante años a los colegios del Opus que segregan por sexo.

Sí, ese PP que siempre ha sido un freno para el avance de las mujeres. No hay más que ver su contumaz oposición a leyes que reconocían nuestros derechos para comprobar como siempre se ha situado en el lado equivocado de la historia, ese que pretendía seguir manteniéndonos como ciudadanas de segunda.

Y es ese mismo Partido Popular quien en Galiza se ha despachado con una campaña institucional abiertamente machista, con mensajes en los que invierte la carga de la culpa para colocarla en la víctima y no en el agresor. Una campaña institucional, en la que se interpela a las mujeres: ¿cómo te atreves a salir de noche a correr en mallas?, ¿cómo dejas tu consumición sin atender en la discoteca?, ¿cómo se te ocurre ir sola de noche por la calle?

En definitiva, ¿cómo eres tan tonta y tan imprudente de colocarte en una situación de agresión, acoso o violación? "Porque si, no debería pasar, pero pasa". Ese es el colofón de una campaña intolerable y machista que termina por culpar a las mujeres de la violencia que sufren, una campaña intolerable y machista que nos dice a las mujeres: vive con miedo, quédate en casa, no salgas, no te lo pases bien, no te vistas de esa manera, non seas tú misma, renuncia a tu derecho a ser libre y a vivir tu vida como te dé la gana.

Sí, vivir nuestra vida como nos dé la gana, sin que por ello nadie, y menos el PP con recursos públicos, nos diga que somos culpables por imprudentes. No debería pasar, pero pasa.

No debería pasar, pero pasa, que exista machismo en las instituciones. Solo así se explica que una campaña en la que se pone el foco en el comportamiento de la víctima y no en el agresor haya pasado todos los filtros hasta llegar a su difusión pública por redes sociales y medios de comunicación.

No debería pasar, pero pasa, que se nos diga a las mujeres "no bebas mucho", "no camines sola", "no salgas muy tarde", "no te vistas así", "no te emborraches", "no salgas de noche"... Nunca hubiésemos imaginado que el poema denuncia de Camille Rainville, ese viral Sé una dama, tomase forma de campaña institucional del PP.

No debería pasar, pero pasa, que se aborde un problema tan grave como la violencia de género desde el estereotipo del 'pórtate bien', 'quédate en casa y estarás a salvo'. No sólo es paternalismo trasnochado, también es ignorancia, pues los datos demuestran que la principal violencia contra las mujeres parte del entorno más próximo, de su entorno afectivo, laboral, de su propio hogar.

No debería pasar, pero pasa, que en pleno 2022 a las mujeres se nos sigue juzgando por cómo vestimos, por cómo nos comportamos, por decidir si queremos o no ser madres y cuando, por nuestro estado civil.

No debería pasar, pero pasa, que la cosificación de nuestros cuerpos siga más vigente que nunca, utilizados como reclamo publicitario para vender todo tipo de productos, la tiranía del 90-60-90, ese escrutinio del cómo vas así, a dónde vas así, arréglate, maquíllate, pero tampoco te pases. Sé sexy, pero sin que parezca que vas buscando guerra, la tiranía del ya no tienes edad para eso, para esa falda, para ese pantalón, para eses tacones.

No debería pasar, pero pasa que el Partido Popular utilice el dolor de las víctimas de agresiones sexuales para montar una campaña contra la Ley del sí es sí, que pone el foco en el consentimiento, siguiendo los postulados de la Declaración de Estambul, una ley que hubiera evitado que los cinco de la manada hubiesen sido absueltos de un delito de violación. Si tiene fallos en su aplicación no previstos por el legislador, que se solucionen, pero la ley es, sin duda, un gran avance en la protección de las mujeres.

Y quien piense que desde el más deleznable oportunismo político puede parar nuestro empeño en vivir libres e iguales está, irremediablemente, en el lado equivocado de la historia.

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