Dominio público

¿Qué tenemos que debatir de la prostitución?

Ana Bernal Triviño

Periodista

¿Qué tenemos que debatir de la prostitución?
Cientos de mujeres durante una manifestación convocada por el Movimiento Feminista de Madrid por el 8M, Día Internacional de la Mujer, a 8 de marzo de 2023, en Madrid (España). Carlos Luján / Europa Press

En los días previos al 8 de marzo escuché varias declaraciones de la Comisión 8M o de asociaciones de que el tema de la prostitución es siempre "debate abierto", "sororidad" y "respeto". De forma implícita, aquí hay una reflexión con una verdad oculta. Y es que, en ningún momento la respuesta es debatir sobre cómo desarrollar la abolición. Abolición que, saben, no es prohibición y que es asunto troncal de la agenda feminista. Si el debate, en verdad, fuera ese, tenemos consensos ya muy solventados: ayudas económicas y la lupa sobre la ley de extranjería o la ley mordaza. Por lo tanto, si nunca plantean el debate como forma para llegar a la abolición, significa que entonces lo que quieren debatir es su regulación. 

Teniendo esto claro, y siendo ya adultas y no unas niñas, sabiendo todas perfectamente lo que hay detrás de este negocio que en tantos casos tiene también de grupo criminal detrás, pregunto: ¿de qué queréis debatir? ¿Debatir del IVA de los precios que deben pagar los puteros? ¿Debatir sobre una tarifa plana que, junto con la compra de un perrito caliente, regale una felación, como hemos visto en la ya regularizada Alemania? ¿Debatimos sobre un baremo de precios según el "servicio"? ¿Si se le puede pegar azotes o si pueden atarla mientras la penetran? ¿Debatimos con las asociaciones de consumidores que los puteros tengan capacidad de reclamar si no están satisfechos con ese "servicio"? ¿Debatimos si hacemos una cláusula en los contratos que impida o que permita tener sexo con familiares, como un padre o hermano? Porque, como es igual a otro trabajo, igual que le puedo poner un café a mi padre si soy camarera, se plantearía la duda de si el "servicio sexual" es para todos los "consumidores", ¿no?

A ver, ¿de qué más podemos debatir? ¿Debatimos sobre cómo hacer que Hacienda registre el epígrafe de puta? ¿Debatimos sobre cómo gestionar que si tu hija está en paro deba aceptar la oferta disponible de prostituta del Servicio Público de Empleo o, de lo contrario, pierde la ayuda? ¿Debatimos cómo, a diferencia de la abolición que permitirá aún ejercer a la que quiera pero protegerá a las más vulnerables, vuestra regulación hará que ya ninguna pueda salir de ser esclavas sexuales y se anularía su libertad? ¿De qué más debatimos? 

Ah, claro... ¿debatimos de cómo llegar a los foros de empleo para estudiantes? Porque si es una profesión como cualquier otra, podemos ofrecerlo como alternativa laboral en esas ferias para estudiantes. Y así les contamos que, además de la universidad o de la Formación Profesional, tienen la opción de hacerse prostitutas y proxenetas. ¿Debatimos cómo organizamos dar charlas en los colegios a niños y niñas para que ellos aprendan a ser proxenetas o puteros y ellas prostitutas, desde muy pequeñitos? 

Llevamos años y años y aún, sinceramente, no sé qué narices hay que debatir. Porque las abolicionistas lo tenemos muy claro: que la mujer no tiene precio, que no existen los servicios sexuales sino las agresiones, que el consentimiento en la prostitución por el Código de Palermo se reconoce como viciado, que el dinero es la herramienta del supuesto "consentimiento" que defienden los proxenetas, que no hay derecho humano que respalde la prostitución, que el consentimiento no es libertad sexual cuando eres pobre, que el regulacionismo solo ha aumentado la trata y que si feminismo es igualdad, esta no puede producirse cuando legitimas desde la infancia la mayor forma de desigualdad: la explotación sexual.

Quienes están detrás, usando a otras como parapeto, o quienes se meten entre algunas manifestaciones con esos planteamientos, no son feministas. Solo no quieren perder el negocio, sin mirar por los derechos de las más vulnerables. Solo quieren señalar a las feministas y a las asociaciones que combaten esta trama para hacerse pasar por víctimas. ¿Qué hay que debatir, compañeras? Hay que ser sinceras. La sororidad es afrontar esto ya de una vez siendo maduras y sin esconderse. Queremos escucharos. Pero con la verdad auténtica por delante, claro. Fin de las excusas.

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