Dominio público

El mal chiste de ETA, o la banalidad del mal

Nere Basabe

Profesora de Historia del pensamiento político en la Universidad Autónoma de Madrid

El mal chiste de ETA, o la banalidad del mal
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, participa este jueves en Madrid en el acto de apertura de campaña del Partido Popular de Madrid. EFE/Kiko Huesca

Pedro Rollán Ojeda es un hombre de partido: vicesecretario general de coordinación local y autonómica del Partido Popular, lo mismo sirve para el roto de gobernar la alcaldía de Torrejón de Ardoz que para el descosido de ocupar varias consejerías hasta alcanzar la presidencia de la Comunidad, aunque fuera en funciones y solo por unos meses. Actualmente es senador por Madrid, y desde esa Cámara Alta ha declarado que "los cimientos de la ley de vivienda se levantan sobre las cenizas del atentado de Hipercor". Y con ello ha conseguido los titulares que no logró con sus desmanes inmobiliarios y fiscales en sus tiempos como alcalde (acreditados por la Cámara de Cuentas de la región), ni con sus propuestas xenófobas contra el empadronamiento de inmigrantes.

Esta frase contiene, en términos formales, varias figuras retóricas: es, desde luego, una hipérbole, una exageración desmedida incluso en su sentido figurado; constituye también una metáfora, que relaciona de forma delirante y por analogía un concepto real con otro imaginario. Puede ser una paradoja o una antítesis ("levantar sobre cenizas"); y sobre todo una larga e indigna perífrasis para decir que el Gobierno se apoya en ETA. En términos morales, sin embargo, resulta la mayor infamia posible en la arena pública, una vileza repugnante que atenta contra todo código deontológico y contra el más mínimo sentido común, que no puede ni debe ser tolerado en democracia.

Si los votantes no están indignados de que, en el contexto de unas elecciones municipales y autonómicas y en el transcurso de la aprobación de una medida social como es la nueva Ley de vivienda, se nos tome de esta manera obscena el pelo, o si no están muertos de la risa en su casa ante el disparate pertinaz, esta pendiente por la que se precipita el debate político español tiene tintes muy, muy peligrosos. Porque, ¿cuál será la próxima hipérbole y en qué abismos nos descalabrará? ¿Dónde ponemos el límite?

La lideresa de ese PP madrileño no ha querido ser menos que su hombre para todo, aunque sin tanta literatura. Porque si algo tiene Isabel Díaz Ayuso es que ella llama al pan, pan, y a las cañas, libertad. En el único debate televisado en el que ha participado ya vimos que no tenía más propuesta para Madrid que animar a las familias a colgar una planta en el balcón. No aclaró, pero es de suponer, que el geranio corre por nuestra cuenta, claro. Tampoco explicó si esta medida afectará también a aquellos ciudadanos y ciudadanas que no viven en familia, o cómo se las apañarán la más de la mitad de vecinos de la capital que viven en pisos interiores, mal ventilados y con escasa luz natural, y que no tienen balcón. Pero ya se sabe que, como los patios cordobeses engalanados de las Cruces de Mayo de Madrid, no hay nada.

Es lo que tiene ser España dentro de España: lo mismo llenas las fachadas de Guadalix de la Sierra de geranios, claveles y tronío como hizo Berlanga en Bienvenido Mr. Marshall, que reclamas para ti y en exclusiva el "espíritu de Ermua", municipio industrial fronterizo entre Bizkaia y Gipuzkoa y feudo histórico socialista. ¿Qué otra gran propuesta electoral, además de las macetas, esgrime nuestra Juana de Arco en esta campaña? La ilegalización, contra el viento de la fiscalía y el Constitucional y la marea de su propio partido, de EH Bildu, que por lo visto tiene mucho tirón en el Usera de Ana Rosa Quintana.

Si en las pasadas elecciones insistió con aquello de "comunismo o libertad", ahora ha doblado la apuesta, llegando a afirmar que el próximo 28 de mayo se decide "entre ella o votar a ETA". Todo lo que no es Ayuso, es ETA. ¿Usted ve mierda y basura por las calles de Madrid? No se confunda, lo que está viendo son peligrosos terroristas. Me recordaba a aquella famosa portada de Hermano Lobo (semanario de humor dentro de lo que cabe) firmada por Ramón a tres meses de la muerte del Caudillo, donde un sospechoso político con frac y bigotillo planteaba desde un atril el dilema "¡O nosotros o el caos!", a lo que las masas enfervorecidas clamaban "¡El caos, el caos!"; el político de pajarilla al cuello, escasamente bregado en el pluralismo democrático, no podía sino concluir que daba igual porque ellos también eran el caos.

Ayuso repite ahora el chiste, pero lo hace sin puñetera gracia: "ETA está viva, está en el poder". Ya se encarga ella de mantenerla con vida, aunque solo sea en su mente y su lengua viperina. Qué sabremos la ciudadanía vasca de la convivencia y el final del terrorismo. Qué sabrá Consuelo Ordoñez, hermana del político del PP asesinado en 1995 por la banda terrorista y actual presidenta de la asociación de víctimas Covite, que le ha reprochado públicamente ser "la banalización en estado puro". La banalización del mal, añadiría Hannah Arendt.

Sabemos que la estrategia no es nueva, que arrancó desde el mismo momento en que la banda terrorista declaró, hace ya más de una década, el cese definitivo de la violencia armada y Rajoy le recriminó al presidente Zapatero "haber traicionado a los muertos". Aunque sin aquel gobierno tal vez alguno de ellos estaría hoy muerto por culpa de un disparo en la nuca. Sabemos que solo buscan hacer buena aquella máxima propagandística de Goebbels de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Y ellos saben que, entre otras cosas, le están haciendo la campaña a Bildu gratis, según aquel otro mantra suyo de que "cuanto peor, mejor" para ellos.

El político y escritor Ignazio Silone, uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, definió el fascismo como la contrarrevolución contra una revolución que nunca tuvo lugar. La primera vez que el término "terrorismo" entró en los diccionarios históricos, en el cambio de siglo entre el XVIII y el XIX, lo hizo aludiendo al Estado, describiéndolo como un sistema de gobierno que domina infundiendo terror entre sus ciudadanos. Azuzan el miedo a terroristas jubilados y okupas que allanarán tu casa en cuanto bajes a por el pan. Como en la sátira de DiCaprio Don’t look up, quieren que solo miremos a su dedo acusador para que no veamos la luna de nuestros problemas reales.

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