Dominio público

Feijóo, entre Putin y el Duce (se pronuncia Duche)

Ana Pardo de Vera

Lo único bueno (un decir) de la ultraderecha es que aviva el ingenio de la gente: sus políticos son un filón de despropósitos. El flamante nuevo vicepresidente de la Comunitat Valenciana -gracias al PP de Alberto Núñez Feijóo-, el extorero de la jet set (otro decir) valenciana Vicente Barrera (Vox), tuvo a bien preguntar en sus redes qué nombre le ponía a su caballo, entre cuatro posibilidades, a cada cual más característica de con quién se la juegan valencianas (sobre todo) y valencianos a partir de esta semana: Viriato, Escipión, Caudillo o Duce ("se pronuncia Duche")

Como Barrera va a ser conseller de Maltrato Animal ... perdón, de Cultura, además de vicepresidente y número dos del Consell valenciano, ha tenido a bien explicarnos cómo se pronuncia el apodo italiano del fascista ídem Benito Mussolini, que significa "caudillo" también. Y además, fíjense si es bueno para lo suyo (lo de la Cultura, lo del maltrato animal ya consta) que Barrera utiliza el imperativo "Votar" en lugar de "Votad" para pillarnos y que nunca más se nos olvide la forma correcta, con -d final. La foto del torero a caballo (¿Caudillo? ¿Duce-se-pronuncia-Duche? ...) no tiene desperdicio para resumir el momento en que nos encontramos: mucha risa, poca gracia.

Una muestra que encanta a la ultraderecha española(za), aunque se esfuercen en ocultarlo públicamente: Vox, como Donald Trump o Silvio Berlusconi (DEP), es muy de Vladimir Putin, muy de sus ideas. Esta semana nos enteramos de que el Kremlin ya no se conforma con prohibir cualquier tipo de manifestación pública a las personas LGTBI, sino que ahora empieza a intentar borrarlas. De momento, ha empezado por la población transexual y, mediante un proyecto de ley aprobado por la Duma Estatal, prohibirá la "diabólica" (dicen) transición de género en los documentos de identidad y el cambio de sexo, legales en Rusia desde 1997 conforme a parámetros ONU, aunque Moscú, en contra de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que dejó de considerar la transexualidad una patología en 2018, seguía exigiendo un certificado médico para los cambios. Ahora, ni con ésas.

Lo de Putin con el colectivo LGTBI lo practicó el Duce Mussolini (se pronuncia Duche), también el caudillo Franco, los ídolos del vice Barrera. El italiano los consideraba "degenerados" (ellas ni existían; a tales efectos ni a ningún otro, salvo el del servicio en casa), así que los sacó de sus casas y los encerró a todos en la Isola di San Domino, una isla-cárcel en la que el Duce (se pronuncia Duche) encerraba a todos aquellos que contradecían el ideal de "hombre nuevo" del fascismo. Cómo sería la vida de los LGTBI que preferían la cárcel de la isla gay de Mussolini, como la siguen llamando, a vivir en sus casas muertos de miedo.


Hay que ir recuperando la memoria en estos tiempos en los que el autoritarismo se va extendiendo por el mundo, negro y viscoso, y sin que demasiada gente lo reconozca en España, precisamente, porque nos ha faltado memoria en los libros de texto, en los espacios públicos y hasta en las casas; memoria que trascendiera generaciones. Y ahora, con la complicidad sin escrúpulos de Feijóo, Vox quiere cargarse de un plumazo las leyes justas que ha costado décadas conseguir. Y lo hace para construir con leyes injustas su mundo de "hombres nuevos", blancos, nacidos en España de otros nacidos en España, etc., sin diversidad ni minorías, sin lenguas territoriales, sin igualdad, sin sostenibilidad, tratando de borrar también la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres ... Tal vez si todas esas leyes justas se hubieran aprobado antes y quienes podían hubieran sido contundentes con las expresiones antidemocráticas y poderes ídem heredados de franquismo,... Tal vez.

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