Dominio público

Genocidio y psicosis: deconstruir el discurso de la violencia

Marga Ferré

Politóloga

El humo se eleva sobre la Franja de Gaza durante el bombardeo israelí mientras continúan los combates entre tropas israelíes y militantes islamistas de Hamás. Foto: Ilia Yefimovich/dpaFecha: 19/10/2023.
El humo se eleva sobre la Franja de Gaza durante el bombardeo israelí mientras continúan los combates entre tropas israelíes y militantes islamistas de Hamás. Foto: Ilia Yefimovich/dpa/europapress

 "Se entiende por genocidio cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal", entre los que se encuentran el "Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial".

Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas

9 de diciembre de 1948

Ando desanimada, triste por las muertes, pero también enfadada por las palabras y desolada por un futuro en el que los verbos más horribles de nuestras lenguas se conjuguen con normalidad: matar, asediar, bombardear, exterminar, genocidio. Así que voy a intentar recuperar algunas o, al menos, disputar su significado.

Todos los palestinos no son terroristas y la venganza no es un derecho. Si lo leído le parecen obviedades, repítanlas en voz alta a quien pueda oírlas porque negarlas, su reverso (la venganza es un derecho y todos los palestinos son terroristas) es la argumentación justificativa de una barbarie.

El argumento para el genocidio que se está cometiendo en Gaza es el de respuesta a los espantosos ataques de Hamás y ahí empieza mi desesperación, al ver cómo se naturalizan las represalias colectivas como si fueran un derecho, y no lo son. Las muertes por represalias son un delito; los castigos colectivos, un crimen de guerra; y el asesinato indiscriminado de población civil de una nacionalidad, un genocidio. Nadie tiene derecho a hacerlo, es decir, niego la mayor, con el derecho internacional en la mano, Israel no tiene ningún derecho a hacer lo que está haciendo.

Me escandaliza la facilidad con la que intencionadamente se pretende confundir el derecho a la defensa (la única violencia legal) con matar de hambre, sed, falta de medicinas y bombardeos masivos. Importa esta perversión de las palabras porque tras ella se está negando incluso la ayuda humanitaria. ¿Nos hemos vuelto locos?


Detecto psicosis, porque solo de forma patológica se puede entender el hilo argumental que nos viene a decir que todos palestinos son terroristas (ergo merecen morir), los amigos de los palestinos son terroristas (ergo merecen castigo) y, es más, todos los que no comulguen ciegamente con las directrices del gobierno de extrema derecha de Israel, somos sospechosos. Pura psicosis.

Deshumanizar al otro

Todo el planeta ha pedido mandar ayuda humanitaria a la franja de Gaza ante la emergencia de su población bajo las bombas y el asedio, todos menos uno, Estados Unidos, y me pregunto por qué. ¿Cómo es posible negar ayuda humanitaria? Y la única respuesta que encuentro para explicarme algo tan inexplicable, es la deshumanización.

Los palestinos no son personas, son animales, según el ministro de defensa del Gobierno de extrema derecha de Israel. Su primer ministro sugería que la vida de los niños palestino vale menos, con un tuit que tuvo que borrar, pero que se atrevió a escribir, señalándolos como niños de la oscuridad. Deshumanizar al "otro" es parte de toda guerra y nos lleva, inexorablemente, a una visión xenófoba del mundo en la que el otro, el que es distinto a mí, es percibido como una amenaza. Ya lo ha propuesto Santiago Abascal: para la extrema derecha española hay que negar asilo y refugio a cualquier persona árabe hasta que no demuestre que no es un terrorista. Nuevamente la retórica de la guerra, impulsada por la guerra en Ucrania, que anima al odio al otro, el enemigo, a aquel cuya muerte no es llorable.

Un odio que no solo afecta al Otro, sino también al Nosotros porque para la histeria reinante ese "nosotros" exige que todos seamos iguales a quien lo enuncia, por lo que la disidencia es castigada, hasta llegar, incluso, a prohibir manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino. La extrema derecha está de enhorabuena.

El mundo no saldrá indemne de tanta deshumanización. Si se queda quieto e incluso aplaude un genocidio: ¿qué camino se está abriendo? Solo soy capaz de vislumbrar uno cenagoso, ya que no puedo menos que concluir que si todo el mundo insiste en que la violencia funciona, entonces, la persona o el país más violento se convertirán en la encarnación de la justicia.

Esa es la descomunal irresponsabilidad de la comunidad internacional, no defender con uñas dientes los derechos humanos y el derecho internacional construido después de la Segunda Guerra Mundial para prevenir más atrocidades, para que los derechos prevalezcan. La mayoría de los gobiernos europeos son hoy incapaces de pronunciar la palabra paz y trabajar por ella. Europa se está convirtiendo, con su insoportable doble vara de medir, en un palacio de hielo donde la empatía solo entra si tienes la piel clara. Lo veremos cuando, si no lo remediamos, busquen asilo o refugio cientos de miles de palestinos expulsados de su tierra.

Por eso solo veo luz, en este túnel de tristeza, en las millones de voces que gritan "No en mi nombre", en las miles de manifestaciones en el planeta que exigen parar los bombardeos en Gaza y esa es mi esperanza: estar con la gente que entiende y defiende que la seguridad no va de muros y pistolas, sino de garantizar libertades y derechos, que sabe que seguridad es tener cubiertas las necesidades básicas y que tu vecino también las tenga, que las bombas no solucionan problemas y que cada vida importa.

Defendamos la paz, detener la ocupación de Gaza, el cese el fuego inmediato, la ayuda humanitaria, el derecho internacional que sanciona crímenes de guerra y establece, con 23 resoluciones de las Naciones Unidas sobre Palestina e Israel, los posibles caminos hacia una paz justa y duradera. Y que no nos digan que es imposible, que anda una ya muy harta de que solo las bombas y quienes las defienden puedan hablar.

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