Ecologismo de emergencia

Los 'reconocimientos mundiales' a Madrid por sus árboles, ¿cómo se consiguen?

Rosa M. Tristán

Una zona destinada a las obras de la línea 11 de Metro, en los jardines Jimena Quirós, a 3 de marzo de 2024, en Madrid (España).- Jesús Hellín / Europa Press
Una zona destinada a las obras de la línea 11 de Metro, en los jardines Jimena Quirós, a 3 de marzo de 2024, en Madrid (España).- Jesús Hellín / Europa Press

El titular llama la atención: "Madrid, reconocida como 'Ciudad Arbórea del Mundo' por quinto año consecutivo". El supuesto "galardón" es por el buen hacer con los árboles de la capital por parte de sus autoridades, algo que ‘chirría’ un poco habida cuenta de las talas de árboles maduros, talas evitables, y algunas en investigación por la fiscalía, podas indiscriminadas o plantaciones que se secan que han generado una gran movilización ciudadana, con eco en todo el mundo. Una gestión que está en investigación en el Parlamento Europeo.

En realidad, lo que para el Ayuntamiento madrileño es un ‘premio’ a destacar, tras el que estarían la Organización de la ONU para la Alimentación (FAO) y la fundación internacional Arbor Day, no es más que la constatación de que una capital como es Madrid tiene un mínimo de estructura para el mantenimiento arbóreo. Por otro lado, no hay constancia de que la fundación compruebe sobre el terreno de que lo que se dice es cierto.  

Para empezar, ser "ciudad arbórea del mundo" es un reconocimiento al que debe "apuntarse" la ciudad solicitante a través de la web de la Arbor Day Foundation. Hay 170 ciudades de 21 países que están en el último listado publicado, de 2022. ¿Y qué es lo que hay que cumplir para obtenerlo? Pues una serie de criterios (cinco) muy básicos que, prácticamente, cualquier ciudad europea de grandes dimensiones cumple, aunque son menos las del área del Mediterráneo. De hecho, muchas superan con creces esos criterios aunque no estén en ese listado, también en España, como es el caso de Ponferrada. 

El primer criterio es: "La ciudad tiene una declaración escrita de los líderes de la ciudad que delegan la responsabilidad del cuidado de los árboles dentro de los límites municipales a un miembro del personal, un departamento de la ciudad o un grupo de ciudadanos, llamado Junta de Árboles". En Madrid "junta de árboles" ciudadana no hay, pero si una concejalía de parques y jardines (como es lógico) que deja su mantenimiento en manos de empresas privadas, casi todas grandes compañías.  


El segundo estándar exigido es contar "con una ley o una política oficial que rige la gestión de bosques y árboles". "Estas reglas describen cómo se debe realizar el trabajo (a menudo citando las mejores prácticas o estándares de la industria para el cuidado de los árboles y la seguridad de los trabajadores), dónde y cuándo se aplican, y sanciones por incumplimiento. Normativa en Madrid existe, como no podría ser de otro modo, pero expertos en arborismo y organizaciones vecinales llevan tiempo denunciando nefastas prácticas a la hora de cuidar esos espacios verdes: que se hacen podas extremas que debilitan y dañan los árboles, que no se reponen los eliminados y se tapan miles de alcorques (incluso para favorecer el negocio de una terraza, como ocurrió recientemente en la calle Narváez), que se priman obras para empresas privadas frente a masa arbórea en plazas céntricas (caso del aparcamiento en la plaza de Santa Ana). En definitiva, normativa hay, pero cómo se aplica es otro cantar.  

Otro punto que se exige para ser "ciudad arbórea del mundo" es tener "un inventario o evaluación actualizado del recurso arbóreo local para poder establecer un plan eficaz a largo plazo para plantar, cuidar y eliminar árboles de la ciudad". Lo de eliminar se cumple a rajatabla: según los últimos datos públicos del Consistorio de Madrid, se han perdido 78.000 árboles en la legislatura anterior, cifra que no se sabe cómo ha aumentado en el último año. Respecto a plantar, en la nota de prensa del Ayuntamiento madrileño se indica que desde 2019 se han plantado "210.00 nuevos árboles" en la ciudad.

Pero ¿dónde?, se preguntan muchos vecinos. ¿Acaso en esos supuestos parques de las afueras, en los que los incipientes árboles acaban secos por miles? Como es de esperar, no se mencionan los ejemplares maduros, muchos centenarios, que han sucumbido en obras como la de la Línea 11 de Metro. Si se aprovecha para anunciar la plantación de otros 500.000 "en la ciudad", lo que podría entenderse que se trata de ponerlos en calles y plazas céntricas, no en descampados o futuros parques, como el Bosque Metropolitano, que tardarán décadas en ser realidad.  


Eso si, se alude en el mismo comunicado a frases que se utilizan como "mantras", que llaman la atención poderosamente cuando resulta que si no es por la movilización ciudadana se habrían talado el doble de árboles (más de 1.000 se preveían) cuando eran evitables en esa obra de Metro que cruza parte de la urbe. Textualmente, el Ayuntamiento señala: "El compromiso con la plantación de árboles no solo contribuye a la mejora estética y ambiental de la ciudad, sino que también desempeña un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, la conservación de la biodiversidad y la promoción de un estilo de vida más activo y saludable para los ciudadanos". Es la misma institución que ahora propone poner toldos sobre una plaza recién reformada (Puerta del Sol) sin dejar ni un macetero, donde se avecinan para el verano temperaturas muy por encima de las tolerables. 

El cuarto criterio para ser "ciudad arbórea" es tener "un presupuesto anual dedicado a la implementación rutinaria del plan de manejo de árboles". Y lo hay, y cuantioso, a tenor de las cantidades que se llevan las empresas de mantenimiento, tala y poda: 508 millones de euros en últimas adjudicaciones, donde Acciona se ha llevado el mayor trozo, con 133,5 millones. Y el quinto y último punto a cumplir es convocar "una celebración anual de los árboles para crear conciencia entre los residentes y reconocer a los ciudadanos y miembros del personal que llevan a cabo el programa de árboles de la ciudad". En 2023, la cosa se quedó en plantar unas decenas de árboles en algunos parques, organizar tres rutas botánicas y algún taller, actividades que no tuvieron ninguna promoción por la ciudad, más que en la web municipal. Para esa celebración se aprovecha el "Dia de los Bosques" o "Día del Árbol", el 21 de marzo. De lo del  reconocimiento a los ciudadanos que defienden árboles, no hay noticias. Es más, algunos se quejan de que les encementan alcorques que replantan por su iniciativa personal, después de comprobar que pasan años sin ser repuestos por los responsables.  

"La FAO sacó esta convocatoria para animar a las ciudades a hacer algo, pero es todo muy básico. Los bosques urbanos están tan mal que se exige lo mínimo para estar en ese listado de ciudad arbórea'. ¿Cómo no lo va a cumplir esos estándares tan mínimos una ciudad como Madrid? Pero 'sacar pecho' de eso, no tiene fundamento. Ciudades que hacen mucho más no están ahí porque ni saben que esa posibilidad existe", explica Susana Domínguez, presidenta de Bosques Sin Fronteras, que está implicada en el grupo de trabajo forestal de la FAO. 

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