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Todo arranca en Iowa

Esta madrugada comienza, al menos oficialmente, la campaña electoral de EEUU con la celebración de los caucus de Iowa. Las paradojas se acumulan. En un país de dimensiones continentales, todas las especulaciones y análisis sobre el resultado se harán sobre una votación singular que contará con entre 150.000 y 200.000 participantes en un Estado mayoritariamente blanco, conservador y agrícola. No muy representativo del resto del país.

En el pasado, la competición de Iowa (y en unos días la de New Hamshire) tenía más importancia, pero ahora los Estados más grandes se han cansado de ser el último plato en la cena, y en el caso de California el más irrelevante, porque cuando se votaba allí el veredicto ya estaba decidido. El calendario se ha apretado en el tiempo. El día después del 5 de febrero, cuando votan 21 Estados incluida California, es posible que ya sepamos el nombre de los candidatos definitivos de cada partido. En un mes, o quizá poco más, la batalla habrá terminado.

Y sin embargo, los ritos son los ritos, y por eso Iowa sigue siendo Iowa. Es casi el único momento en que los políticos se rebajan al puerta a puerta ritual a temperaturas heladoras y los mítines a veces incluyen una sesión de pregunta y respuesta que será mucho menos frecuente en el resto de la campaña. Bueno, no todos, Clinton ni siquiera se ha rebajado a ese nivel en Iowa. Su campaña está diseñada por un robot programado por asesores y consultores profesionales. Es su forma de compensar las elevadas minutas que cobran.

Titulé hace unos días en Público que el primer asalto se inclinaba por Hillary en Iowa, porque así lo decían las últimas encuestas que le daban una ligera ventaja. El típico error de  periodista que busca un titular de una sola línea. Dicen que los sondeos no suelen ser muy fiables en ese Estado, lo que no impide que se encarguen y paguen decenas de ellos, entre otras cosas por las características de la votación y el reducido número de votantes.

En el caucus, la gente, después de su jornada de trabajo, sale de su casa cuando ya es de noche afrontando temperaturas cercanas a los cero grados y acude a un lugar público para expresar su preferencia. En algunos sitios de Iowa, si tu candidato preferido no ha conseguido el 15% de los votos de las personas congregadas, puedes quedarte más tiempo (si tienes ganas) y votar por alguno de los otros que han superado ese umbral en una especie de segunda vuelta.

Sobre un total de unos dos millones que podrían votar, el porcentaje de gente que se decide a hacerlo suele ser bajísimo. Hace cuatro años, fueron algo más de 125.000 personas entre los votantes demócratas. El sondeo del Des Moines Register, el principal diario de Iowa, que tan buenos resultados dio a Barack Obama hace un par de días [Obama: 32%, Clinton: 25%, Edwards: 24%] pronosticaba una participación de unas 220.000 personas, una cifra que no tiene precedentes recientes.

Ahora parece que la tendencia en favor de Obama descubierta por otros sondeos confirma el pronóstico del diario. Todo se debe, siempre en teoría, al aumento de los votantes independientes (es decir, no registrados como demócratas) dispuestos a votar a Obama. Un aumento tan espectacular que hasta la campaña de Obama no está segura de que se produzca.

En cualquier caso, el sondeo de Reuters, que poco después de Navidad pronosticaba una ventaja leve pero significativa de Clinton, ahora da noticias terribles para la senadora de Nueva York. Obama: 31%, Edwards: 27%, Clinton: 24%.

Nada que pueda hacer descarrilar la campaña de Clinton, pero lo suficiente como para generar una montaña de titulares negativos sobre sus posibilidades. Además de un chute de optimismo y, mucho más importante, dinero para las huestes de Obama, cuyo primer reto es convencer a los votantes de que puede ganar.

Porque en las elecciones norteamericanas no se puede decir que gana siempre el que más dinero tiene, pero sí que se puede mantener que por debajo de cierto nivel de dinero recaudado un candidato no tiene ninguna posibilidad de ganar.

En el lado republicano, el resultado de Iowa es menos relevante. Giuliani casi no ha hecho acto de presencia y McCain no ha puesto toda la carne en el asador. Se trata tan sólo de un enfrentamiento entre Huckabee y Romney. El que pierda, si es por una diferencia superior a cinco puntos, ya sabe que no puede volver a fallar, a menos que quiera que le pongan la etiqueta de perdedor.

Volviendo al punto de antes, el asunto de la pasta, unos detalles de la campaña en Iowa destacados por el Post:

The Clinton campaign has distributed more than 600 snow shovels to prepare for a potential weather surprise Thursday night. It has delivered bushels of salt to its field offices in case of ice. And about 4,500 people are ready to drive others to caucus sites, said Iowa state director Teresa Vilmain.

Romney's campaign made 25,000 telephone calls from the state headquarters on Wednesday, hoping to blunt Huckabee's impassioned support with a superior organization designed to make sure his voters show up at their designated caucus.

And for those Iowans who did not leave the warmth of their homes because of the single-digit temperatures, the campaigns barraged them with recorded telephone messages so they didn't feel left out.

Anne Wiskerchen, a communications specialist in Cedar Rapids, reported the following: "My officemate just called her home answering machine, and 27 of the 28 messages were from political candidates. Craziness!"

Y estas cosas no salen gratis.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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