El run run

El tubo de los inmigrantes

Las cañerías de la democracia están en manos de inmigrantes. Miguel, Bairon y Diego trabajaban ayer a destajo en la profunda zanja abierta a lo largo de la calle Zorrilla, en la trasera del Congreso de los Diputados. Llovía bastante. Y cuando llueve, las obras se paran. Pero Miguel, Bairon y Diego son inmigrantes ecuatorianos y, por lo tanto, inmunes a la meteorología. La lluvia no les paraba. Su labor consistía en tender una cañería a tres metros de profundidad, y ya se sabe que el agua no puede faltar. Además, la calle abierta en canal era imprescindible para que funcionarios y diputados pudiesen entrar en coche al Congreso. La obra no admitía dilación. Mientras tapaban la zanja a toda prisa, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, recordaba que Aznar les privó de los derechos básicos de reunión, asociación y sindicación. Aquello fue en 2000. Ahora, la nueva ley que Corbacho defendió no se llamará de extranjería, sino de inmigración, y "canalizará" la llegada de inmigrantes por el tubo de "las necesidades laborales y el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura". Pero ni la reserva de los trabajos más penosos ni la restricción de la reagrupación familiar convenció al PP. Su mensaje: que los echen.

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