El run run

Los ruidos del Congreso

La democracia es ruidosa y, en consecuencia, el Congreso de los Diputados acumula bastantes decibelios. Aunque en los últimos tiempos el reñidero de gürtélidos y cajeros haya convertido a la sede del PP en la casa de Troya, el Congreso no acaba de librarse del ruido. Ahora son las obras en la Carrera de San Jerónimo las que obligan a los miembros de la Mesa a cambiar de lugar de reunión –del salón de ministros, a la sala Lázaro Dou– para oírse unos a otros. El traqueteo de los martillos neumáticos también se intercalaba ayer entre las citas de Churchill y Monnet con las que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega adornaba su exposición sobre los objetivos de la Presidencia española de la UE, que, por cierto, organizará tres cumbres –Mediterráneo, UE-EEUU y UE-América Latina y Caribe– y distribuirá reuniones por todas las autonomías. El ruido proseguía cuando Soraya Sáenz de Santamaría se quejaba de que De la Vega hubiese contestado a 21 preguntas de su antecesor Eduardo Zaplana sobre terrorismo y, en cambio, no vaya a contestarle a ella en el pleno de hoy sobre el caso Faisán. Por si el ruido fuera poco, el PP manifiesta su deseo de recuperar el estruendo del pasado. Sólo su líder, Rajoy, calla.

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