A mi bola

Del huevo y la gallina a la gallina sin huevos

Pumpido, Cuciuffo, Brown, Ruggeri, Olarticoechea, Giusti, Batista, Enrique, Burruchaga y Valdano. Sus nombres no evaporan glamour, pero son los diez compañeros de Maradona en la final de México 86, en la que Argentina fue campeona del mundo. ¿Acaso esa Albiceleste era mejor que la de Messi? El debate está abierto y ayer Argentina fue un clamor: Messi no es Maradona.

Que Leo naufrague cada vez que juega con su país deja patente la importancia que tiene en su desarrollo el Barça, donde ejerce de líder. Un liderazgo que, sin embargo, no es capaz de exportar a su selección. Batista, uno de los compañeros de aquella Argentina campeona, alega que "a Messi le cierran bien los espacios". ¿Y acaso no se los cierran cuando juega con el Barça? La clave está en que mientras en su equipo saben cómo generárselos, la Albiceleste es un quilombo táctico. Punto.
No se trata de cuestionar a Messi, sino de contextualizar su hegemonía. Ya que al periodismo nos gustan tanto las comparaciones, vamos a hacerlas al menos con un mínimo de rigor. Lo de Messi y el Barça parece lo de la gallina y el huevo: ¿Messi es tan grande porque juega en el Barça o el Barça es tan grande porque tiene a Messi? Entre medias, dos futbolistas que nunca me cansaré de reivindicar: Xavi e Iniesta. Que el último Balón de Oro no fuera para uno de los dos fue una injusticia. Con ellos España es campeona del mundo. Lo mismo que Maradona hizo con Argentina y, visto lo visto, parece que nunca podrá hacer Messi. En Argentina le piden huevos. ¿Será entonces que allí es gallina? Pues en el Barça, también. Y pone Balones de Oro...

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