A mi bola

Cesc: si no es un boicot, lo parece

Cincuenta días después de la final de Wembley, el Barça regresó ayer a los entrenamientos. En los planes de Guardiola no entraba encontrarse al chileno Alexis Sánchez, recién eliminado de la Copa América, aunque sí a Cesc, su fichaje prioritario. Sin embargo, Pep no tiene al centrocampista catalán y, visto cómo está la cosa, se antoja complicado que lo pueda tener. Y no precisamente por culpa de Fàbregas, que está manteniendo una postura que le honra, de respeto al Arsenal y de cariño al Barça. Ni tampoco, y como se ha querido vender, de Wenger. Lo dijo Cruyff: "Arsène mira por sus intereses, no por los de otros, y tiene todo el derecho a hacerlo porque Cesc tiene contrato con el Arsenal".

El único responsable de que Fàbregas no esté ya en el Barça es Sandro Rosell. Nadie diría que el presidente ha hecho todo lo posible para dinamitar el fichaje que le ha pedido su entrenador. Primero dijo públicamente que no pensaba pagar por él más de 40 millones y, de hecho, su oferta al Arsenal fue de 25 más variables por un jugador que vale el doble. Después, y para encrespar aún más a Guardiola, Rosell antepuso el fichaje de Alexis Sánchez, por el que ha ofrecido mucho más dinero. Lo dicho, si no es un boicot, lo parece.
La confianza del técnico en Cesc es plena. El único pero es cómo hacerle sitio en el once pues conoce su alergia al banquillo. Sin embargo, Pep estaría dispuesto a variar su sistema de juego y pasar a un 3-4-3 o un 3-5-2. Si se trata de perpetuar la idea de juego, Cesc es el eslabón perdido de la cadena que forman Xavi, Iniesta y Thiago. Además, el hecho de tenerle significa que no lo tenga el rival. Eso sí, el fichaje de Cesc se antoja ya complicado. Rosell, queriendo o sin querer, lo ha atascado. Veremos qué dice hoy Guardiola.

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