A mi bola

Cuyo nombre no quiero serigrafiar

Sin ánimo de remover el frustrado fichaje del Kun por el Madrid ni su frustrante desenlace para él, resulta que lo de Agüero llegó a estar tan avanzado con los blancos que Adidas, la marca deportiva que viste al Madrid y negoció el fichaje del propio Kun, preparó una camiseta serigrafiada con su nombre y el número 10. ¿Para qué? Pues visto lo visto, para nada. El argentino ha terminado en el City, donde vestirá Umbro (comprada por Nike) y lucirá el dorsal 16, el mismo que lleva con Argentina, pero no el 10 de Independiente, su equipo del alma, y el Atlético, con el que ha sido un desalmado.

Más allá del caso Kun, cuyas elásticas del Atleti se han depreciado, cuando no quemado, el fútbol empezó a cambiar (para mal) el día que las camisetas incorporaron el nombre de los jugadores en la espalda, encima de un dorsal del que también se adueñaron para perjuicio de la táctica, pues los números eran un referente posicional, y de la organización, pues estar entre el 1 y el 11 era sinónimo de titularidad y jerarquía.
Fichar futbolistas con el objetivo comercial de vender camisetas puede ser un buen negocio, aunque el verdadero y duradero valor está en el escudo y los colores. Estos, salvo que alguna marca los desvirtúe, siempre van a representar a la afición. No como tantos y tantos desalmados cuyo nombre sería mejor no serigrafiar.

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