A mi bola

Cristiano y la madrastra de Blancanieves

La frase de Cristiano no dejó indiferente a nadie y resultó hiriente con los pobres, los feos y los tuercebotas. "Me silban porque me envidian: soy rico, guapo y un gran jugador", dijo el luso, pitado cada vez que tocó el balón por el público del estadio Maksimir
de Zagreb, que coreó el nombre de Messi para azotarle aún más en el orgullo.

Con el tobillo ensangrentado y su agresor (Leko) sin ser expulsado, Cristiano tenía motivos al final del partido para quejarse y estar caliente. Sin embargo, y parece que siguiendo la consigna trasladada por un empleado del club, el portugués no se limitó a criticar los errores del noruego Moen, sino que rescató el discurso de Mourinho, según el cual el Madrid es víctima de una persecución por parte de la UEFA. Es decir, el Villarato en versión europea. Lo otro, lo del rico, guapo y bueno, llegó después, para rematar una noche en la que callado habría estado más guapo. Sí, aún más.
Sabido es que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita, que sobre gustos no hay nada escrito y que ser un jugador muy bueno es algo relativo –aunque Cristiano lo es–, pues el fútbol es un deporte de equipo en el que los éxitos y los fracasos son siempre colectivos. Los aficionados no silban al madridista porque sea rico, guapo o un crack, sino por ser tan arrogante de creérselo y presumir de ello. Y, claro, a CR7 le ocurre con las gradas rivales lo que a la madrastra de Blancanieves con su espejo mágico: "Sí, podrás ser el más rico, el más guapo e incluso algún día el mejor, pero no el más querido", le dicen.
Lo peor es que este asunto arrastra al Real Madrid, club al que Mourinho ha instalado en ese "conmigo o contra mí" que, lejos de sumar adeptos, sólo acumula enemigos y silbidos.

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