Tierra de nadie

Alicia en el país de los inmigrantes

Si no fuera porque el PP de Cataluña no cree en las conspiraciones, a estas alturas su presidenta Alicia Sánchez Camacho ya debería haber denunciado esa mano negra que se cierne sobre sus revolucionarias iniciativas en materia de inmigración. El último sabotaje se ha producido con un inocente videojuego en el que la heroína de Blanes ametralla con sus luminosas ideas los problemas de Cataluña. Los tentáculos de la conjura llegaron hasta la empresa responsable del software, y aprovechando que Sánchez Camacho no revisa ni su declaración de la renta, lograron sustituir el concepto de mafias por el de inmigrantes, que hacían plof al ser acribillados por Alicia Croft, su alter ego neumático.

El acoso para desacreditar a Sánchez Camacho comenzó en abril, con aquel folleto de "no queremos rumanos" que se le dio a repartir por Badalona, sabiendo que Alicia sólo lee a los clásicos y en ningún caso dípticos, aunque sean de su partido. Le acompañaba García Albiol, posiblemente bajo los efectos de algún hipnótico, que es lo que explicaría su desasosiego por la inseguridad en Badalona cuando él vive en Pedralbes, el barrio más rico de Barcelona, y sus ataques a los gitanos rumanos por los que Alicia siente verdadera devoción.

No pregunten como lo consiguen los conspiradores, pero su sello está en el test de compatibilidad con los inmigrantes que el PP distribuyó en septiembre o en las declaraciones de octubre de su compañero Alberto Fernández Díaz, un hombre bipolar que pide a la vez prohibir el nudismo y el burka, en los que denunciaba que los inmigrantes abusan de la Sanidad pública. Atribuyan también a este complot la obsesión de los populares incubada en Vic para que el padrón municipal permita delatar a la Policía a los inmigrantes sin papeles, su idea de que los inmigrantes sin trabajo hagan mutis o la del visado por puntos para el certificado de buena conducta, que permitiría negar el acceso de los extranjeros a los servicios sociales si circulan por la izquierda sin intermitente.

Las insidias están trasladando la idea de que Sánchez Camacho y el PP buscan obtener votos con la inmigración al estilo de Le Pen, cuando en realidad es aprecio y pasión lo que sienten por este colectivo, del que cabe destacar su abnegación a las tareas más ingratas del servicio doméstico.

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