Tierra de nadie

Cosas de extraterrestres

No se comprende la obsesión que tenemos por hallar formas de vida inteligente en la galaxia de al lado con lo difícil que resulta encontrar algo parecido yendo por la calle. El caso es que nos pasamos el tiempo inventariando estrellas, husmeando en asteroides, por ver si en alguno de ellos damos con el Principito, y, cuando ya nos duele el cuello de contemplar al cielo, nos empeñamos en detectar bacterias de arsénico en una charca como ha hecho la NASA, un descubrimiento que, según ha dicho, va a cambiar la búsqueda de vida extraterrestre en el futuro. Si nos dieran a elegir preferiríamos toparnos a un tipo verde de largas antenas antes que a un estúpido paramecio, pero con algo hay que contentarse.

De sentirnos vigilados por una civilización más avanzada, quizás trataríamos de ocultar nuestro lado más salvaje. No estaría bien que en el anhelado encuentro en la tercera fase, los marcianos observaran horrorizados que somos capaces de dedicar cantidades ingentes de recursos a salvar a bancos y aseguradoras mientras dejamos que millones de personas se mueran de hambre o que tratamos mejor a nuestro perro que a un inmigrante. Somos unos individuos extraños, que buscamos desesperadamente la prueba de que no estamos solos en el Universo y, al mismo tiempo, nos aislamos de nuestros semejantes y de su sufrimiento, en el que sólo reparamos a la hora del telediario.

Para localizar seres de otros planetas no es preciso enfocar con el Hubble sino que basta con echar un vistazo a algunos de nuestros políticos que, a fuerza de vivir en otro mundo, han alcanzado la condición de fenómenos siderales. ¿Cuántos de ellos saben lo que es ser despedido? ¿Cuántos han sentido que se les acababa la vida a los 50 años? ¿Cuántos han soportado una cola a las puertas del INEM? ¿Cuántos no han podido pagar el crédito hipotecario? ¿Cuántos han sido desahuciados? ¿Cuántos han necesitado de la caridad?

Ayer se conmemoró el 32 aniversario de la Constitución. Es un texto que habla de una civilización muy distinta a la nuestra, en el que se consagra el derecho al trabajo, a una remuneración suficiente para satisfacer las necesidad propias y las familiares, a una vivienda digna y a pensiones adecuadas. Fue redactada por unos extraterrestres o por unos cachondos mentales. A ver qué dice la NASA.

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