Bocacalle

Un día de salario por la dignidad de una vida

Es muy deplorable y significativo que en la llamada sociedad de la información, al día de hoy y en las primeras horas de la mañana siguiente a una fecha marcada por la convocatoria de una huelga general, los ciudadanos que hemos participado en la misma no dispongamos de un solo medio de comunicación capaz de informar con objetividad de lo que vieron nuestros ojos.

Una vez más, a través de los diversos canales de televisión, se nos ha escamoteado de modo flagrante el multitudianrio carácter de las manifestaciones que tuvieron lugar en las más o menos importantes ciudades del país, según hacen constar quienes participaron en las mismas, ya sea en Barcelona, Sevilla, Madrid, Gijón o Salamanca.

Algunas televisoras, como Antena 3, han centrado sus cámaras en resaltar los lamentables y excepcionales sucesos que tuvieron lugar en la Ciudad Condal al margen de las convocatorias verificadas por los sindicatos. El incívico comportamiento de sus protagonistas, atentando contra el mobiliario público, nada tiene que ver con la ejemplar actitud de los millones de ciudadanos que ayer salieron a la calle en 111 ciudades de España a defender pacíficamente sus derechos frente a la dictadura financiera, culpable de lo que pasa y solo les pasa a los que menos culpa tienen.

También la fotografía de Carlos Sardiña Galache, tomada en una de las manifestaciones más concurridas que hayan tenido lugar en Salamanca a lo largo del vigente periodo democrático, resulta muy esclarecedora a la hora de evaluar el verdadero carácter que tuvo la cita de ayer para buena parte de la población española.

Esta imagen no la tendrá en cuenta el Gobierno cuando hoy dé a conocer los presupuestos generales de 2012 que con toda seguridad repercutirán en el bolsillo de la mayoría de los españoles, pero quien lleva en su brazos a un niño y con una mano enuncia en un cartel el mejor y más explícito argumento que se puede esgrimir para haber acudido la convocatoria del 29M, es una joven madre cuyo mensaje debería estar hoy encima de la mesa del Consejo de Ministros: Un día de salario por la dignidad de una vida.

En su lugar, ya hemos escuchado a la ministra del ramo replicar -con la más sorda de las indiferencias- que la dignidad de tantas vidas pisoteadas por una ley de reforma laboral irreformable no tendrá el valor que le da esa joven madre, porque las multitudinarias maniestaciones populares de ayer han sido invisibles para el Gobierno. ¿No es violencia esta ceguera?

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