Fuera de lugar

El desconcierto (Cuerpos y Fuerzas del Estado de Indignación)

Post visto en el blog "Al final de la asamblea"

El desconcierto (Cuerpos y Fuerzas del Estado de Indignación)

Llegué ayer un poco tarde a la mani que estaba dándose el ya típico y azaroso paseo indignado por el centro de Madrid, por el centro de la mismísima Castellana, cortando la circulación, como solemos hacer desde el 15M de aquel año que vivimos peligrosamente junt@s....

Lo primero por mi parte, tremendo alivio: muchas caras nuevas, mucha gente desconocida para mí con aspecto de gran disposición, de energía.

Saludo a los primeros compañer@s que encuentro pero noto algo raro, un rictus. Están un tanto envarados, la sonrisa extraña que pone alguien a quien le están mirando, en realidad, una sonrisa de bendito desconcierto, como si pillas a un conocido en un simpático aprieto, una sonrisa que dice entre dientes, pues ná, aquí me tienes (con los pantalones bajados, por ejemplo, o vestido de abeto de Navidad en un supermercado, qué sé yo).

Lo demás saltaba a la vista, estábamos rodeados de cuadrillas de tipos musculosos, muchos músculos por todos lados. Cambia notablemente la fisionomía de una mani si es de ciudadanos al azar, de estudiantes, de "indignados" o de bomberos, claro. Pero también cambia mucho si es de policías.

Esta sí que es buena, después de tantos kilómetros recorridos por Madrid desde que comenzaron las movilizaciones masivas tras aquel 15 de mayo de 2011 y las posteriores mareas de todos los colores, tras tantísimos episodios de acampada, asambleas de barrio, desahucios, caceroladas, sentadas, manis y paseos nos vemos ahora andando al lado de tipos que llevan camisetas en las que se puede leer POLICÍA y la consiguiente banderita de la policía nacional.

Sólo hace un par de días recibí el terrible sms de mi amigo Carlos en el que se leía un lacónico: Me han detenido. Nada más. Le llamé y hablé con él desde el furgón. Carlos es médico y pasaba por Sol en sandalias a la vuelta de estar jugando y haciendo dibujos que llevaba en la mochila con niños rumanos del Gallinero. Acabó detenido según llegar a Sol. A otros compañeros les cayeron hostias, porrazos, multas y disparos de pelotas.

De eso hace dos días y hoy estamos manifestándonos junto a un verdadero montón de polis nacionales, los mismos, entendemos nosotros, que nos suelen dar de hostias, identificar, multar, detener, etc. Pero también hay policías municipales, como los que nos identifican y levantan una lectura de poesía en la asamblea de las Letras, pongamos por caso, se identifican por sus camisetas y sus gorras, y me temo que soldados, puede que algún legionario (¡tremenda camiseta!) y hasta algún guardia civil.

El desconcierto (Cuerpos y Fuerzas del Estado de Indignación)

Reconozcámoslo, el mundo ha enloquecido total y definitivamente. Y nosotros, pobres, sólo podemos asistir estupefactos. Las cuadrillas de policías dando su paseo indignado, son un cuadro, valga la redundancia. Andan despacio en grupos de compañeros bien reconocibles, muchos traen a sus novias que van arregladas como para ir al cine un domingo. También hay alguna mujer policía nacional con su distintivo. Estos grupitos andan con un difícil aspecto de normalidad, andan entre bromas de compadreo, de compañeros de trabajo que bajan de volumen cuando se cruza por el grupo un elemento ajeno. Hay una cierta violencia en los cuerpos (valga de nuevo la redundancia) al ir paseando en una mani, la sensación de una cierta vergüenza mal disimulada por la chulería, seguros de lo que están haciendo pero en conflicto con los cuerpos, que no acaban de saber estar.

Quizás simplemente se trata de gente no muy acostumbrada a manifestarse, quizás debutantes en esto de la street politic... o quizás la extrañeza provenga de nosotros, los perroflautas.

Tengo la sensación desde que llego de que estamos ante un momentazo, de estar asistiendo, una vez más, a un imposible. Lo imposible además de ser inesperado, no puede ser. No puede ser en el mundo que conocemos, precisamente en el mundo que no nos acaba de gustar...

El joven musculoso que lleva una camiseta en la que se lee www.materialpolicial.com (si entras en el link, te cagas...), como quizás el resto de funcionarios, bomberos, enfermer@s, sanitarios, maestros y un largo etcétera han bajado a la calle por su paga extra, el mundo estabilizado y perfectamente despolitizado, desproblematizado, estático al que pertenecen la mayoría de ciudadanos-de-bien de un país, se ha resquebrajado, ciertas fuerzas tironean lo suficiente como para mover a cualquiera, para descolocar y acabar... en la calle, dándose un paseo indignado.

¿Qué significa este bendito desconcierto?

Para mí la alegría es inmediata, no pasa rápidamente por el análisis sino por algún sector de la epidermis. ¿Somos de golpe el 99% por ciento tan querido, de hecho? ¿Somos el-pueblo-unido-jamás-...? ¿Somos el Todos-junt@s-podemos que se lee en los cartelotes?

Los discrepantes explican que esto no significa nada, que son coincidencias accidentales, gente que va a por lo suyo, cosas de la crisis, etc. La discrepancia dice que no quieren a un poli a su lado en una mani hasta que no dejen de pegar o de desahuciar. La discrepancia dice que esto son cosas de twitter y de deseos...

Yo creo que importa poco lo que diga la discrepancia o lo que diga yo mismo porque hace rato que las cosas ocurren con nuestra participación pero sin que absolutamente nadie pueda embridarlas y dirigirlas. Con nosotros, no por nosotros. Las cosas que de hecho ya están pasando.

Cualquiera nos hemos preguntado qué hacíamos perdiendo el tiempo durante tantas horas en una asamblea interminable de barrio o de un grupo de trabajo del 15M o de lo que sea. Mucha gente nos ha dicho que al final, no se ha conseguido nada, bla bla.

A estas alturas sabemos que vivimos sobre una barcaza que se va deshaciendo a cada golpe de crisis, que vivimos en un mundo que emite sus relinchos de animal moribundo. Todo cambia a toda prisa, los antiguos consensos (si los había) se esfuman. Y nadie va a venir a solucionar el paro y la sangría social.

¿Me pregunto dónde deberían haber acabado los policías indignados tras su enfado? ¿Dónde habrían acabado las-gentes-de-orden de antaño en otro país, en otras circunstancias?

Se me hacen muy fáciles varias opciones: en la calle pero detrás de Le Pen en Francia, en Jobbik en Hungría, con Berlusconi en Italia, Manos limpias y España 2000 en España hoy, en manis del PSOE en España hace cinco minutos, como quien dice, o detrás de grandes banderas de sindicatos y líderes sindicales, o detrás de las terceras vías tipo UPyD, recicladores genéticos del sistema. O quién sabe, quemando coches y escaparates rabiosamente como en París o Londres.

Puede que cualquiera de estas cosas aún vayan a suceder, pero hoy mismo no. Puede que a los agentes de la policía municipal con los que voy a hablar les den igual los rollos del no-nos-representan y de estas-son-nuestras-armas, sin embargo, de facto, han empezado su movilización amenazando con una acampada en el Congreso, convocando a través de las redes de manera bastante anónima (junto a algunas plataformas) y se han liado a hacer la primera perroflautada que han visto en algún lado, andar por las calles sin permiso, dar vueltas y vueltas al Congreso acorazado, visitar la sede de los partidos mayoritarios.

El desconcierto (Cuerpos y Fuerzas del Estado de Indignación)

Si los empollones no se equivocan y las prácticas y los códigos significan algo, si el lenguaje con el que nos expresamos, también el de los cuerpos, el de una mani, dice algo de nosotros, entonces esta manifestación de gentes que quizás ingresan en la movilización o en una cierta politización activa, han acabado ocupando el espacio generado durante tanta movilización y tanta activación previa, llamémosle 15M, 99% o como se quiera.

Digamos que lo que pasa se parece mucho más a una fuerte energía procivilizatoria que a una reacción conservadora, que a una masa enfurecida en turbamulta, que a un país dividido en claras líneas de colores donde cada una va a encontrar la casilla que alguien le ha pintado previamente, un 1936, donde el enemigo está inmediatamente identificado, donde se es policía y gente-de-orden o todo lo contrario.

Claro que todo esto sólo son detalles, que los antidisturbios que nos custodian durante el rodeo al Congreso decidieran no identificar hasta ultimísima hora sólo son detalles, que los antidisturbios se quitaran los cascos y se produjera un auténtico brote de entusiasmo sólo son signos, símbolos y detalles. Que los policías junto a los bomberos, junto a las enfermeras y sanitarias gritaran lemas 100% perrofláuticos como sí-se-puede con todas sus fuerzas (ejem), que gritáramos todos hijos-de-fabra son detalles. Detalles como aquellos de los claveles y Grándola... Detalles de los que llenan el mundo, nuestro mundo construido precisamente a base de signos y lenguaje.

Pregunto a varios polis y quizás (se confiesa, lo tienen muy prohibido) a un guardia civil... Hablo con ellos, pero les hago una única pregunta: qué sienten al manifestarse con compañeros de paseo como nosotros. Única respuesta: muy a gusto, nos veremos más.

A mí se me hace que el incendio ya no es subterráneo. El viento acaba de levantarse otra vez.

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