Fuera de lugar

Una semana en Mordor

 

por Leónidas Martín Saura

 

Una semana en Mordor

15M: Cuando las cabezas no saben qué hacer, hay que recurrir a los cuerpos. (Gandalf)

Todo empezó la semana pasada, el mismo día que el 15M celebraba su primer aniversario. De buenas a primeras, un grupo variado de hobbits indignados abandonamos el campamento de plaza Cataluña -llámale Hobbitón si quieres-, y nos dirigimos hacia Mordor, las dos torres negras de La Caixa situadas en la avenida Diagonal de Barcelona. La travesía por la Tierra media de la clase media, fue larga y ardua, no pocos peligros nos asaltaron.
Lo primero que hicimos al llegar a las puertas de Mordor, fue organizar un juicio; un juicio popular contra la banca. Se le acusaba de estafar a la gente corriente, hobbits de a pie, como tú y como yo, de expulsarles de sus casas, de dejarles sin trabajo y sin futuro. Varios fueron los testimonios presentados: un jubilado que sufre corralito, un estudiante de la universidad pública que para seguir estudiando ha pedido un crédito, cuatro miembros de una familia que desde hace un mes no tienen donde caerse muertos... ¿El veredicto? Culpable. Muy culpable. ¿Y la pena? Cacerolazo a la banca. Ruido día y noche sin cesar, hasta que el ojo del Mal quede definitivamente sellado. ¡Occupy Mordor! Nos quedamos aquí, pues.

Una semana en Mordor

16M: El coraje se encuentra en sitios insólitos. (Gandalf)

¿Que cómo es Mordor? Mordor es oscuro, tenebroso, da muy mal rollo. No hay término élfico, en lengua Ent o de los hombres para describir este horror. Estar allí, a los pies de La Caixa, armado tan sólo con una cacerola, no es algo que uno elegiría como fiesta de cumpleaños, te lo aseguro. En esas dos torres habitan las fuerzas del Mal, los agentes financieros que nos han traído esta crisis. Esta estafa. Los hobbits que han dormido aquí aseguran que nunca antes habían habitado lugar tan inhóspito. Toda la noche la han pasado rodeados de Orcos d´Escuadra, vigilados por el ojo incansable de Nazgul, el helicóptero de Sauron.
Con los primeros rayos de sol, a eso de las 8 de la mañana, han llegado refuerzos y avituallamiento: agua y alimentos, sacos de dormir, paraguas y también cacerolas. Eso ha sido lo mejor: las cacerolas, que no han dejado de sonar desde ese momento hasta bien entrada la noche. Toda la mañana, toda la tarde, cientos y cientos de personas haciendo ruido contra la banca.
Hermano, acércate, este sitio empieza a no ser tan terrorífico.

Una semana en Mordor

17M: No habrá amanecer para los hombres. (Saruman)

Saurón no se ha quedado de brazos cruzados, claro, ¿cómo iba a tolerar que un puñado de hobbits, seres insignificantes, acampásemos a nuestras anchas en pleno corazón de Mordor? Hoy, a eso de las cinco de la madrugada, en el momento más oscuro de la noche, los Orcos d´Escuadra han desmontado el campamento.
No ha habido detenidos. Frodo, Sam, todos seguimos aquí; y las cacerolas siguen sonando más fuerte que nunca, y también las farolas, los semáforos, las barandillas..., por arte de magia todo metal es ahora ruido, «la fuerza del metal», dice Aragorn.
Aparecen las primeras pancartas: «Ladrones», «Culpables», «Rescatad a las personas y no a los bancos». La comunidad de la cacerola lejos de verse debilitada por el desalojo, se ha multiplicado por dos. Son las ocho de la tarde, formamos un corrillo y empieza la asamblea, nuestro concilio particular. Miro a mi alrededor y estamos todos: hobbits, elfos, parados, estudiantes, ents, jubilados, trabajadores precarios, todos.
Me pregunto cómo acabará esto. A saber. «Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos», me dijo una vez Gandalf.

Una semana en Mordor

18M: Donde la vista falla, la tierra puede traernos algún rumor. (Aragorn)

Nos despertamos con el sonido mortecino de un Smartphone. Ring, ring, riiiing... Línea directa con el infierno. A cada tono el suelo tiembla bajo nuestros pies. Alguien descuelga por fin:

-¿Quién es?
-Soy Saurón en cuerpo y sin alma.

Esto pinta mal, hermano, pero que muy mal.

-Escúchame bien, no lo pienso repetir dos veces. Todo aquél que publique algo, cualquier cosa, acerca del cacerolazo hobbit, conocerá el poder de Mordor en sus propias carnes. Retiraré mi publicidad de todo medio de comunicación que ose mencionar este suceso, ¿entendido?

¿Qué te pasa? ¿A qué viene esa cara? ¿Acaso creías que señalar a Mordor como responsable de nuestras miserias no iba a traer consecuencias? El poder de Sauron es grande, hermano, muy grande. Más de lo que piensas. CaixaBank es acreedor de unos medios de comunicación cada día más y más endeudados, y ahora ha llegado el momento de utilizar esa baza a su favor. Si alguno de ellos abre la boca, quebrará y nunca más volverá a levantar cabeza. Así de sencillo. ¿Qué harías tú si estuvieras en su pellejo? ¿Te arriesgarías?
Silencio absoluto. Que nadie abra la boca. Los hobbits y su cacerolas no existen.
Pero, sin embargo, todo el mundo nos ve. Los habitantes de Facebook, los de Twitter, y los miles y miles de coches que pasan por la Diagonal cada día.

Por la noche, durante el concilio, un elfo alto y rubio tiene una idea genial: «No cortemos el tráfico. Dejemos circular a los coches. Cuantos más coches pasen, más gente sabrá lo que aquí está sucediendo. Convirtámoslos en nuestro medio de comunicación.».
Dicho y hecho. ¡Qué listos son los Elfos!

Una semana en Mordor

19M: No todo lo que es oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida. (Aragorn)

«Si a ti también te roban, toca el pito», esa pancarta fue lo primero que vi al día siguiente, y lo segundo, cientos de coches pitando sin parar. Si el ruido de las cacerolas era estrepitoso, las cacerolas más los pitidos, ni te cuento. Te juro que por un momento pensé que se iban a derrumbar todos los paraísos fiscales del mundo. Clank-clank-clank. Piii-piii-piii. ¡Tiembla Mordor, tiembla!
Por si fuera poco, el jefe de prensa de Artur Mas (un orco de los de antes) había enviado un tweet en el que tildaba de Fill de puta a todos los hobbits que andaban manifestándose a los pies de Mordor. Pocos minutos después borró el mensaje de su cuenta, pero ya era demasiado tarde, todos lo habíamos leído. Te puedes imaginar la reacción: los pitidos se multiplicaron por cien. Mordor se convirtió en un auténtico Pitódromo, ¡Piii-Piii-Piii-Piiiiiiiiiiii...!
A La Caixa le traen sin cuidado Mas y sus orcos, para ella son sólo criaturas que sirven como soldados, poco más. Lo que a la Caixa le mantenía intranquila de verdad, es algo que por entonces los hobbits todavía desconocíamos. En apenas tres días, el martes 22 de mayo, se iba a celebrar en sus torres negras la reunión anual del consejo de administración, un auténtico concilio del Mal, y eso, por supuesto, no podía coincidir con nuestro cacerolazo.
Al enterarme salté de alegría, ¡menudo regalo nos brindaba el enemigo!, y es que como bien dijo Gandarlf: «la magia nunca llega tarde, tampoco temprano. La magia llega cuando llega el momento». Y parecía que nuestro momento estaba a punto de llegar, tan sólo teníamos que aguantar hasta el martes, tres días nada más. Suena fácil, lo sé, pero no te lleves a engaño, todavía faltaba resistir a un domingo entero, y eso siempre causa muchas bajas.

Una semana en Mordor

20M: Que las estrellas brillen para ti hasta el final del camino. (Gildor)

Domingo y además nublado. Misión imposible. Cuando salí del metro esperaba ver un grupo muy reducido de hobbits, los más tenaces, y juntos a ellos unos pocos elfos de esos todoterreno, nada más. Pero no fue así. Para mi sorpresa y la de mis compañeros, tras seis días de cacerolazo seguidos, la comunidad de la cacerola se mantenía casi intacta. Además, si antes eran muchos los coches que pitaban a la banca cuando pasaban por Mordor, ahora eran prácticamente todos. Algunos incluso traían preparada la cacerola de casa y al pasar por las torres negras bajaban sus ventanillas y la golpeaban con fuerza, «¡banqueros a la cárcel!».
La prensa continuaba sin decir ni mu y, sin embargo, aquí seguíamos nosotros, más vivos que nunca. «Ya casi lo hemos logrado», me repetía una y otra vez mientras golpeaba mi cacerola con fuerza. El martes está a la vuelta de la esquina y todo el sector de la enseñanaza saldrá a manifestarse por las calles. Está confirmado: guarderías, colegios, institutos y universidad, en huelga contra los recortes. Si conseguimos que vengan hasta Mordor y que hagan ruido con nosotros, tumbaremos estas jodidas torres.
A eso de los nueve, las cacerolas dejaron de sonar. Los pitidos en cambio no cesaron en toda la noche.

Una semana en Mordor

21M: ¡Mi tesoro! (Golum)

Hoy todo el mundo habla de mañana. Mañana es el gran día. Mañana.
Una hobbit muy simpática se ha fabricado un sello y está imprimiendo #lacaixaesmordor en cientos de billetes. Parece como si ya nadie tuviera miedo de estar aquí, como si nos hubiésemos olvidado de que estamos en Mordor, ese lugar que hace tan sólo una semana tanto nos atemorizaba. El abuelo del corralito cuyo testimonio escuchamos el primer día, sonríe ahora como un niño a punto de comerse su pastel preferido. Y el estudiante endeudado también. Todos sabemos que la batalla por la Tierra Media no ha hecho más que comenzar, y que muchos peligros nos acechan todavía (todos los cuentos buenos vienen siempre cargados de oscuridad y peligro), pero nadie quiere hablar de eso ahora.
Hemos llegado lejos, mucho más lejos de lo que imaginamos cuando echamos a caminar y dejamos atrás la plaza Cataluña. Nos merecemos celebrarlo, eso es lo único que importa hoy.
Un montón de cosas extrañas me esperan en los lindes del bosque capitalista. Cosas buenas y malas, lo sé; algo dentro de mi me llama a descubrirlas, y ya no hay vuelta atrás. A todos los que me han acompañado esta semana en Mordor, les digo lo mismo que Frodo le dijo a Sam al final del camino: «Me hace feliz que estés aquí conmigo. Aquí al final de todas las cosas».

Una semana en Mordor

22M: Solo atravesando la noche se llega a la mañana. (J.R.R. Tolkien)

Hasta la persona mas pequeña puede cambiar el curso del futuro. Esa es la lección principal del Señor de los Anillos.

¡Vamos!

--

Estas dos fotos (1 y 2) son de Bárbara Boyero. En su cuenta de flickr puedes encontrar otras fotos estupendas de las protestas en Mordor.

Otro texto imperdible de Leo: "Trazar líneas, unir los puntos: el cuento del 99%"

Leo en Fuera de Lugar

Más Noticias