Un poco de ciencia, por favor

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Ignacio Mártil
Catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Sociedad Española de Física

Recojo aquí un extracto del contenido del Capítulo 6 de mi libro "El Radar en la historia del siglo XX. Una de las armas decisivas de la Segunda Guerra Mundial".

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Un submarino sometido a un ataque aéreo en el Atlántico Sur

La Batalla del Atlántico, como el primer ministro británico, Winston Churchill denominó a los combates aeronavales de los aliados contra los submarinos alemanes, comenzó prácticamente al mismo tiempo que la guerra. Churchill escribió en sus memorias que "La Batalla del Atlántico fue el factor dominante durante toda la guerra...la única cosa que realmente me asustó durante esos años fue el peligro de los submarinos".

Para entender esta preocupación, basta un dato: en el período comprendido entre el 3 de septiembre de 1939 y el 31 de mayo de1943, los U-boat (abreviatura de Unterseeboot, submarino alemán), habían hundido un tonelaje similar al alcanzado durante toda la Primera Guerra Mundial, 11.576.000 Toneladas. Solo en marzo de 1943 (un mes después de la derrota de la Wehrmacht en Stalingrado) alcanzaron una cifra récord de hundimientos, 627.000 Toneladas. Este fue el mes durante el que Churchill tuvo más temores de perder la Batalla del Atlántico, ya que esa cifra superaba a todo lo que Gran Bretaña, EE. UU. y Canadá podían reponer. Si esa descomunal cantidad de hundimientos se prolongaba durante varios meses, la Batalla del Atlántico estaba perdida para los aliados y Gran Bretaña se habría visto forzada a abandonar la guerra.

La situación cambió drásticamente en la primavera de 1943, cuando los británicos introdujeron el radar de frecuencia de microondas ASV Mark III  (f = 3.3 GHz) en los aviones del Mando de Costa. El siguiente vídeo muestra el papel decisivo que jugó esta rama de la RAF en el devenir de la guerra:

La entrada en combate del radar de microondas trajo aparejado para la Kriegsmarine un incremento inasumible en el número de submarinos hundidos y decantó la victoria del lado aliado. Lo vemos en detalle en este artículo.

1. El radar de microondas en la Batalla del Atlántico

A finales de 1942 el gobierno británico decidió introducir el radar de microondas en los aviones que combatían a los submarinos alemanes, tras un fuerte debate acerca de su conveniencia o no, motivada por el temor de que el dispositivo cayera en manos alemanas. A tal fin, se dotó al Mando de Costa de nuevos aviones para el combate antisubmarino, principalmente Hudson, Wellington, Sunderland y muy especialmente, el B-24 Liberator (suministrado por EE. UU.), que gracias a su gran radio de acción,  jugó un papel determinante para cerrar la "Brecha del Atlántico", un amplio espacio comprendido entre las costas de Gran Bretaña, Islandia y Terranova, donde los U-boat actuaron con un relativa impunidad durante los primeros años de la guerra. Estos aviones, que inicialmente fueron equipados con radares ASV Mark II (que operaban a f = 176 MHz, por debajo de las frecuencias de microondas),  instalaron el nuevo radar de microondas en los primeros meses de 1943. La siguiente imagen muestra una formación de B-24 equipados con los ASV Mark II y Mark III:

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

B-24 Liberator del escuadrón nº 120 de la RAF. Los dos primeros aviones están equipados con el radar antisubmarino ASV Mark II, cuyas antenas son bien visibles en el morro y bajo las alas, mientras que el tercero lleva el radar ASV Mark III con la antena cubierta por un radomo situado en la parte inferior del morro. La figura de la parte superior muestra más claramente un B-24 en vuelo equipado con ese radar

 

A finales de marzo de 1943 el Mando de Costa ya pudo disponer de un total de 29 aviones equipados con el Mark III. Una de las claves del éxito de este equipo se debió a que los detectores anti-radar que los submarinos alemanes venían utilizando hasta este momento (Metox) no emitían señal alguna al ser iluminados por el ASV Mark III, lo que hizo que la confianza de los submarinistas alemanes en los receptores Metox se desvaneciera por completo. La otra, de gran importancia, es que podía detectar el periscopio de un submarino sumergido a 10 km. de distancia.

 

2. El punto de inflexión: mayo de 1943

El efecto del nuevo radar fue inmediato y las pérdidas de submarinos se dispararon a partir de abril de 1943. La siguiente figura muestra el número de submarinos hundidos cada año de la guerra por aviones del Mando de Costa equipados con los radares Mark I y II (hasta comienzos de 1943) y Mark III (desde la primavera de 1943 hasta el final de la guerra). El salto cuantitativo que supuso la introducción del Mark III es evidente:

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Submarinos hundidos cada año de la guerra por los aviones del Mando de Costa.

 

El cenit de esta situación de produjo en el mes de mayo, cuando fueron hundidos 41 submarinos, 22 de los cuales lo fueron por aviones del Mando de Costa equipados con el Mark III. Dönitz era consciente de la gravedad de la situación y a finales de ese mes retiró toda la flota del Atlántico Norte. En un informe sobre la situación, que envió a Hitler a finales de mayo de 1943, indicó:

"En la actualidad nos enfrentamos a la mayor crisis de la guerra submarina, ya que el enemigo, mediante dispositivos de localización, hace imposible el combate y nos está causando grandes pérdidas"

El 21 de septiembre, Churchill anunció en la Cámara de los Comunes que no se habían perdido buques mercantes en el Atlántico Norte en el período que iba desde mediados de mayo a mediados de septiembre. La siguiente figura muestra el número de barcos hundidos por los U-boat durante toda la guerra. Se puede observar la drástica disminución de hundimientos a partir de mayo de 1943, fecha en la que Dönitz ordenó el repliegue de la flota de submarinos a sus bases atlánticas, como ya se ha dicho:

 

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Número de barcos aliados hundidos por los U-boat (rojo) y número total de    U-boat hundidos (azul) durante la guerra. Los datos a partir de mediados de 1943 reflejan la influencia decisiva del radar de microondas.

Desde el punto de vista del diseño, una de las muchas ventajas que aportó el Mark III estaba relacionada con la antena, que al ser de un tamaño reducido se podía montar en los aviones que lo transportaron recubierta con un carenado de pequeñas dimensiones. En la siguiente figura se puede ver instalado en la parte inferior del morro de un Wellington:

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Un bombardero Wellington equipado con el radar ASV Mark III. La antena del equipo se encajaba en el carenado en forma de lágrima situado debajo del morro del avión.

 

3. La tardía e ineficaz respuesta alemana

La introducción por el Mando de Costa del Mark III, forzó a diseñar y poner en marcha un dispositivo de alerta para los submarinos, el Naxos-U.

El papel decisivo del radar de microondas en la Batalla del Atlántico

Una excelente vista de la antena de un detector Naxos-U, instalado en el U-952, a las órdenes del comandante Oscar Curio

 

El receptor Naxos-U, construido por Telefunken, operaba entre f = 2.5 GHz y 3.75 GHz, con un alcance de detección de aproximadamente 8 km. El gran problema del Naxos-U es que era demasiado sensible y provocó numerosas falsas alarmas con sus correspondientes inmersiones innecesarias.

El primer equipo operativo no se pudo instalar en un submarino hasta septiembre de 1943, ya que su fabricación se retrasó debido a las dificultades para obtener diodos detectores basados en semiconductores. Además, la antena del equipo presentó diversos problemas, ya que requería el uso de cables coaxiales capaces de operar a las frecuencias de microondas y los cables de los que disponían los alemanes tenían un aislamiento muy frágil, que se dañaba fácilmente con la brusquedad de los movimientos que había que hacer para replegar la antena en una inmersión. Los cables dañados aumentaban considerablemente la dificultad de la operación de los equipos, con lo que los U-boat no tenían forma de detectar correctamente las señales emitidas por el Mark III, en contraste con la facilidad con la que detectaban las emisiones de los equipos anteriores Mark II. Por este motivo, el Mark III continuó guiando con gran éxito a la mayoría de los aviones del Mando de Costa hasta el final de la guerra. Por su parte, en el bando alemán y a falta de nada mejor, se produjeron más de 1.000 equipos Naxos-U.

El fracaso alemán en el desarrollo de técnicas de detección de radares de microondas tuvo importantes consecuencias positivas para los aliados. El despliegue de cualquier nuevo sistema de radar por alguno de los bandos solía ir seguido muy rápidamente de contramedidas que lo neutralizaban, pero hubo un largo intervalo de tiempo antes de que se produjera una reacción alemana a la introducción del radar de microondas operando a f = 3.3 GHz. Los británicos esperaban que los submarinos dispusieran de equipo adecuado para detectar el radar de microondas, pero esto no sucedió hasta casi seis meses después de la introducción del Mark III, es decir, hasta principios del otoño de 1943, cuando hubo pruebas de que los submarinos se estaban sumergiendo anticipadamente tras detectar con el Naxos-U un avión equipado con el Mark III. En todo caso, nada volvió a ser igual entre los comandantes de los submarinos, pues durante un tiempo creyeron que los aviones del Mando de Costa se guiaban por alguna emisión procedente de los propios submarinos cuando activaban el Naxos-U, creando entre ellos una enorme zozobra, que los llevó a no utilizar apenas el nuevo detector.

Para cuando los U-boat volvieron al Atlántico norte en septiembre de 1943, con sus submarinos equipados con el Naxos-U ya era demasiado tarde. En combinación con otras tecnologías antisubmarinas introducidas en la misma época, las pérdidas de submarinos se dispararon en la primavera de 1943, fecha en la que los alemanes perdieron definitivamente la Batalla del Atlántico ya que la campaña de submarinos nunca se recuperó de los acontecimientos de esa primavera.

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