Entre leones

En el corazón de las urnas

La candidata de VOX a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones regionales del 4 de mayo, Rocío Monasterio, se retrató, en el debate de la Cadena SER con el resto de candidatos –faltó Isabel Díaz Ayuso, que estaba paseando sus tres neuronas y media-, como una genuina representante de los odiosos españoles que creen tener asegurado el Cielo y van a acabar asándose en el rincón más cálido del Infierno. Eso creo yo, que, como buen ateo, tengo buen ojo para calibrar el destino de los grandes pecadores.

Porque más allá de que pusiera de manifiesto que no tiene ni un retal de demócrata en sus entrañas, Monasterio se destapó como una mala persona, como una mala persona cum laude (sin entrar en detalles).

Pero no debemos escandalizarnos en exceso, o quizás todo lo contrario, porque Rocío Monasterio es un fiel reflejo del alma de los 3,6 millones de votantes que cosechó VOX en las últimas elecciones generales. Y también coinciden con ella en esa mala baba y en esa sonrisa hipócrita algunos millones más de electores que se decantaron por el PP y que han bebido la misma mala leche que la extrema derecha.

Muchos de estas tribus de conmilitones piensan lo mismo que Monasterio sobre Pablo Iglesias, e incluso se alegrarían de que el ex vicepresidente del Gobierno, en vez de ser objeto de una amenaza, hubiera recibido alguna de las cuatro balas que le mandaron en la carta de la cobardía. Y lo mismo piensan sobre el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez.

Monasterio, Abascal, Espinosa de los Monteros y Ortega Smith, pero también Ayuso, García Egea y Casado, con todos sus mariachis, han sembrado tanto odio y división en España durante este largo año de pandemia, que poco ha pasado para los altísimos decibelios de esta crispación y confrontación a los que han sometido a la sociedad española.

Las cartas con las balas a Marlaska, Gámez e Iglesias son la punta del iceberg de un neofascismo que, si pudiera, estaría elaborando a diestro y a siniestro todas las listas negras posibles con maricones, marimachos, feministas, pedristas, pablistas, iñigonistas, negros, mulatos, moros, sudacas, judíos, rojos, sindicalistas del Metal, progres, taxistas-leninistas, escritores de novela negra, curas de Francisco, ateos, agnósticos, etc. Pero sobre todo pobres. Sus listas antipatrióticas estarían repletas de pobres. Odian a los pobres y a sus hijos.

Pues el 4 de mayo, en respuesta a esas balas, con los pobres que fuimos, como hijos de pobres que nunca dejaremos de ser, o simplemente como personas decentes que somos, acompañados de maricones, marimachos, feministas, socialistas, anarquistas, comunistas, pedristas, pablistas, iñigonistas, medio pensionistas, negros, moros, sudacas, judíos, rojos, sindicalistas del Metal, progres, curas de Francisco, escritores de novela negra, taxistas-leninistas, ateos, agnósticos, etc., vamos a ir a votar y les vamos a meter nuestra balas de legítima respuesta, con una gran sonrisa y toda la alegría del mundo, en el corazón de las urnas.

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