Las carga el diablo

Lawfare en Sevilla: ¿Quién les devuelve los abrazos perdidos?

Lawfare en Sevilla: ¿Quién les devuelve los abrazos perdidos?
La magistrada Mercedes Alaya, presidiendo un juicio con jurado popular. / JULIO MUÑOZ / EFE

Mientras el pasado martes 31 de enero escuchaba cantar a Manuel Gerena en Sevilla durante el homenaje de desagravio a dos concejales de Izquierda Unida, mientras todos los allí presentes no podíamos evitar emocionarnos, al tiempo yo me preguntaba si alguna vez será posible que quienes defienden los derechos de los más débiles no acaben tarde o temprano arrollados por quienes se niegan siempre a perder sus eternos privilegios.

Cuando los ricos y poderosos solo cuentan con mediocres en los partidos de derechas para defender sus intereses, acaban poniéndose nerviosos y es entonces cuando empieza a aflorar con mayor descaro el espíritu golpista que llevan dentro. Cuando las urnas otorgan el gobierno a quienes defienden los derechos de los pobres, esos ricos y poderosos convierten las legislaturas de izquierdas en un verdadero infierno. Nada nuevo bajo el sol.

Trece años, trece, ha durado el calvario de Antonio Rodrigo Torrijos y ocho el de José Manuel García. En ambos casos una jueza llamada Mercedes Alaya los empuró sin motivo como hace un par de meses quedó demostrado en un juicio surrealista que por fin tuvo lugar en la Audiencia Nacional. Otro juez llamado Juan Ignacio Zoido fue el beneficiado por esta cacería política que consiguió liquidar un gobierno progresista en el ayuntamiento sevillano y otorgó la alcaldía al PP tras uno de los primeros lawfares de libro que tuvieron lugar en este país. Como Rubén Sánchez (Facua) se encargó de recordar durante el homenaje, es difícil saber cuántas portadas le dedicó a Torrijos el ABC de Sevilla culpándole de todos los males de este mundo, pero en cambio resulta muy fácil conocer las veces que se ha hecho eco de la absolución definitiva tras trece años de pesadilla: ninguna.

Mientras intervenían Juan Torres, Javier Aroca o Antonio de la Torre, yo me seguía preguntando qué demonios tiene que pasar en España para que los canallas no dispongan siempre de barra libre y quienes se preocupan por mitigar las desigualdades no acaben estigmatizados, e incluso vituperados por aquellos mismos a quienes benefician.

En doce años de gobierno municipal de coalición (1999-2011), Torrijos y García contribuyeron a cambiar por completo la cara de la ciudad de Sevilla. Con Sánchez Monteisirín en la alcaldía, tenían un proyecto de ciudad y lo llevaron a cabo: peatonalizaciones, carril bici, espacios deportivos, zonas verdes, ayudas a los más desfavorecidos, proyectos sociales, mejoras sustanciales en los barrios más pobres... Demasiado para una derecha que, desesperada, activó los motores de la insidia y no paró hasta echarlos a la calle causándoles daños irreparables en su honor y en su prestigio.

Mientras escuchaba cantar a Gerena el pasado martes, recordé lo que el propio Torrijos ha repetido tantas veces desde que comenzó la caza de brujas contra ellos: García y él fueron los conejillos de indias del lawfare en España, ese experimento consistente en combinar procesamientos y portadas de periódicos atribuyendo a alguien las mayores atrocidades. Les salió bien y desde entonces no han parado.

Cada vez hay más periodistas en todo el país que mienten como bellacos y no pasa nada, cada vez hay más jueces desaforados que ponen en marcha procedimientos que finalmente quedan en agua de borrajas pero que, mientras se mantienen abiertos, zarandean el día a día de los injustamente imputados hasta llegar a arruinarles la vida.  En algunos casos, como en el de Isabel Serra o Alberto Rodríguez, hasta acaban condenándoles con testimonios falsos y, al menos por un tiempo, consiguen su objetivo: apartarles de la actividad política y parlamentaria.

Nos derrotaron, pero nunca nos vencerán, proclamaban Torrijos y García durante el homenaje que recibieron el otro día. Es verdad, queridos amigos, pero nos dejan tocados, consiguen sus objetivos porque el tiempo durante el que siembran dudas, el tiempo en que te humillan y te sientan en los banquillos, acaba afectando a tu reputación y a tu propia vida como vosotros mismos nos contasteis. La viuda del nobel José Saramago, Pilar del Río, que también intervino en el homenaje, dijo que tras ese calvario llega ahora la gloria. Aunque eso fuera así, ¿quién les devuelve a Torrijos, a García y a tantas víctimas de la insidia de las cloacas como a día de hoy existen en nuestro país el tiempo perdido, la salud perdida, los abrazos perdidos?

J.T.

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