Corazón de Olivetti

Huelga decirlo

Quizá porque a Europa nos la han vuelto a raptar los dioses de la avaricia disfrazados de toros. O tal vez porque, en lugar de conseguir simplemente que las cuentas ajusten, nos están ajustando las cuentas a quienes preconizábamos que el futuro debía ser mejor que el presente y ahora a menudo tan sólo queremos que el porvenir vuelva a ser simplemente el pasado.

Huelgan los motivos para la huelga. Para que antes de que vuelvan a caer los desesperados desde las azoteas de los desahucios, no nos desahucien también de la esperanza: cuando el crack del 29, eran los banqueros quienes se ahorcaban y ahora lo hacen aquellos a quienes siguen estrangulando a la banca.

Para que muramos al menos con los piquetes puestos y nadie pueda contar que no dijimos ni pío. Para que al menos aquellos que puedan hacerlo no tengan que vender su dignidad por un descuento de cien euros en la nómina, a pesar de que quizá no les llegue la camisa al cuello ni el salario a fin de mes.

El 14-N se celebra la festividad de sanseacabó. Para no convertirnos necesariamente en alguien que llega a la estación de Francfort con una maleta de cartón en una mano y un ordenador portátil en la otra. Las pateras se hunden en el Estrecho queriendo llegar a un país del que la gente empieza a huir. Carne de suburbio con dos títulos y tres másters. Camareros que antes se dedicaban al cine, albañiles sin palaustre, periodistas sin periódico, enfermeras soleadas que ahora aprenden idiomas bajo el smog de Londres, cincuentones empezando de cero en un país sin paisaje. Campesinos sin PER y latifundistas trincando subvenciones comunitarias.

El 14-N es huelga de guardar. Para no seguir siendo hasta 2018 como presagian los habituales augurios de los informes financieros, jóvenes aunque suficientemente cabreados o viejos sin derecho a cobrar la pensión que pagaron durante media vida a la Seguridad Social.

Para volver a ser de nuevo, por unas horas, hermanos de Portugal, y lograr que los claveles crezcan otra vez en los fusiles del ejército de la contención del déficit y de la supresión del superávit de libertades. Y es que a pesar de Mourinho y de Cristiano Ronaldo tenemos mucho que ver con los portugueses y, como nos enseñó Mario Benedetti, el sur también existe frente a ese torvo norte que a veces juega a reducir a lo latino a mano de obra barata, a un baile con salsa, o a una jubilación al sol.

Verán que no queremos ser muñecos del pimpampún ni nos gustan los títeres de cachiporra. Por ello, quizá tendría que preocuparnos más que la independencia de Cataluña la falta de independencia de todo el Estado frente a quienes manejan nuestra barca: despidos de saldo, convenios de risa, la reforma laboral que nos deforma, los recortes de alas y los presupuestarios. Eduardo Manostijeras for president. Los bancos buenos se embolsan dividendos y el Estado debe nacionalizar bancos chungos y crear bancos malos. ¿Quién se ocupará entonces del Banco de Alimentos? La sopa boba en los comedores de caridad. Las ruedas de molino en las tragaderas de la gente corriente.

Huelga decirlo. Tal como cotiza en bolsa la indolencia, la movilización general del próximo miércoles puede ser un fracaso. Pero mayor derrota supondría no haberla ni siquiera convocado.

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