La realidad y el deseo

En Izquierda Unida

Se acaba la campaña electoral. Los días pasan por el calendario y pasan por el corazón. Las experiencias nos cambian. Las experiencias dan conocimiento, mueven recuerdos, abren puertas, conforman un relato.

Empecé la campaña con la idea de que era necesario ayudar a Izquierda Unida en una situación difícil. Acabo ahora con el convencimiento de que Izquierda Unida ha sido imprescindible para estar con la gente en estos años duros en los que el PP le ha robado el corazón a las instituciones de Madrid. Izquierda Unida es y será necesaria para ayudar a las personas en una situación difícil.

He estado en muchos sitios. La vida cotidiana de Madrid existe más allá de la Puerta del Sol.

La vida de Madrid sucede en los colegios, los institutos y las universidades que han sufrido el daño de los que pueden convertir la educación en un negocio privado. Cuando acudí allí, me encontré con el trabajo de Izquierda Unida.

La vida sucede en los hospitales que han sufrido el ataque de los que pueden convertir la enfermedad y la salud en un negocio privado. Cuando acudí a la marea blanca, me encontré con Izquierda Unida.

La vida sucede en las viviendas públicas que fueron vendidas a los fondos buitres para que los especuladores y un hijo de la alcaldesa de Madrid hiciesen negocio con la precariedad de las personas. Cuando las familias me contaron su necesidad de luchar para impedir el desahucio, Izquierda Unida estaba allí.

La vida sucede en las puertas de las fábricas y los comercios, junto a los sindicatos que se oponen al desmantelamiento de los derechos laborales, el trabajo decente y el salario digno. Cuando acudí al lugar donde combatían los trabajadores, Izquierda Unida estaba allí.

Izquierda Unida, una organización en Madrid de más de 5000 militantes, está en el campamento de los obreros despedidos de Coca-Cola, en la protesta de los trabajadores de Telemadrid o allí donde se juzga a sindicalistas por ejercer su derecho a la huelga.

Izquierda Unida está en los foros feministas, en las movilizaciones LGTB, en las protestas ante la sucesiva privatización del agua del Canal, en la defensa de los Derechos Humanos y en la memoria histórica de los que piden verdad, justicia y reparación para las víctimas de la dictadura.

Y lo más importante es que Izquierda Unida ha estado también en las instituciones, en la Asamblea y en los ayuntamientos de Madrid, haciendo un trabajo muy serio, con estudios y presupuestos alternativos, para dar voz a las reivindicaciones de la gente.

Las disputas internas no sólo sacan a la luz pública lo peor de cada casa, sino que invisibilizan todo lo que se ha hecho bien. Izquierda Unida ha hecho bien muchas cosas. Hace justo un año las encuestas le daban el 20% de los votos de Madrid. Ahora está en una situación difícil, es cierto. Izquierda Unida ha cometido errores, sin duda. Pero la experiencia de esta campaña electoral me ha enseñado que la factura que está pagando tiene menos que ver con sus errores que con sus aciertos y con el sentido de su militancia. En un panorama electoral muy mediatizado por las televisiones y por las campañas de prestigio o desprestigio montadas por los intereses económicos, Izquierda Unida está pagando haber sido un peligro real para las élites, un lugar para la protesta y la lucha organizada.

Antonio Machado nos enseñó que la verdadera libertad no está en decir lo que pensamos, sino en poder pensar lo que decimos. Yo me pregunto: ¿quién ha pensado, quién piensa por nosotros?

Twitter se ha convertido en un resumen de todos los relatos. Desde el día que acepté encabezar por Izquierda Unida la candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, empecé a recibir insultos por comprometerme con el partido de Bankia y por ser el poeta de los corruptos. ¿De verdad Izquierda Unida es el partido de Bankia y de la corrupción? ¿De verdad tiene las mismas responsabilidades que el PP? ¿De verdad que una persona, corrupta y expulsada de IU, puede servir para negar el trabajo de tantos militantes que llevan años, décadas, participando en todas las luchas en favor de la dignidad de la gente? ¿A qué obedece el relato y la deslealtad de los vociferantes?

Detrás de la caricatura, están los proyectos políticos y los intereses personales. ¿Quién ha pensado por nosotros? ¿Quién ha jugado a abrir la crisis en el interior de la izquierda organizada justo cuando la izquierda había conseguido convertirse en un referente social para cambiar las reglas del poder?

Desde que a Julio Anguita se le ocurrió hacer una pinza con el PP para acabar con el PSOE nunca había vivido una situación tan disparatada. No sé cómo acabará esta historia, ni cuáles serán los resultados. Pero esta campaña electoral me ha enseñado que tengo razones para sentirme orgulloso de militar en Izquierda Unida. Mi compromiso con el futuro no tiene que ver con una táctica electoral o con la espuma de una ola, sino con mi oposición a este capitalismo descarnado y con una herencia recibida por la que hemos tenido que pagar un impuesto de sucesión muy alto.

El patrimonio de mi izquierda ha pagado muchos impuestos en juicios, cárceles, muertes, luchas, soledades, decepciones personales y sueños rotos. Más que en guerra contra las consecuencias de una crisis, estamos en lucha contra el modelo económico que la produce.

Sea como sea, esta campaña electoral me ha enseñado que Izquierda Unida está ahí, estará ahí, transformándose, pero leal a sus valores, dispuesta a hablar con todos los que quieran transformar la realidad y conseguir que la política mire a los ojos de la gente.

Ahora lo que necesita Madrid es expulsar al PP de sus instituciones.

Más Noticias