Malas hierbas

Alberto Nadal, ¿futuro ministro de energía y cambio climático?

No gracias. Pero de confirmarse esta posibilidad los empresarios energéticos estarían más que satisfechos ante un eventual nuevo gobierno del Partido Popular. Parece que ven amenazados los privilegios del oligopolio en caso de que hubiera un gobierno progresista.  No es para menos: aunque son muchas las diferencias entre los partidos políticos, hay un consenso bastante amplio entre toda la oposición en que el horizonte de producción de energía en España debe de ir hacia un modelo basado al 100% en las energías renovables. Un objetivo, que sin embargo no es compartido por el Partido Popular, que sigue anclado en el viejo mix energético de los combustibles fósiles y la energía nuclear, tan solo con una parte menor de aportación renovable. Sin duda, este posicionamiento político ha marcado estos años del gobierno de Rajoy en materia de energía. El resultado ha sido desastroso para las energías renovables, el medio ambiente y el empleo. Pero estos años perdidos en materia de política energética tienen nombre propio: Alberto Nadal, el hasta ahora secretario de Estado de Energía y que en la actualidad se está postulando para ministro del ramo. Sería un desastre para este país que Nadal tuviera éxito en su empeño de convertirse en Ministro de Energía y Cambio Climático.

Según cuentan las crónicas parece que Rajoy, una vez superado su negacionismo climático, optaría en esta legislatura por crear un ministerio de energía y cambio climático. Y según esas mismas crónicas, Alberto Nadal anda pidiendo apoyo a empresarios petroleros y gasísticos para encabezarlo. El hecho de que busque sus apoyos en el empresariado de los combustibles fósiles ya nos da una buena idea de qué ministro de cambio climático podría ser.

Si algo ha caracterizado las políticas de estos años en materia de energía, ha sido el acoso y derribo que han sufrido las energías renovables en nuestro país. España llegó a ser líder mundial en energías renovables, lo que para un país sin otros recursos energéticos que el viento y el sol, parecía una apuesta segura. Pero estos años han sido demoledores. Las decisiones políticas contrarias a las renovables han llevado a este sector a una situación agónica. Según los sindicatos se han perdido más de 50.000 empleos directos, y se han cerrado cientos de empresas. Recordemos que las renovables son las más intensivas en generación de empleo de todas las formas de producción energética. Ese el legado en la materia que nos deja el tandem Soria-Nadal. Hemos perdido todo rastro de liderazgo global, y tardaremos mucho en mucho en recuperarnos.

Para culminar el hachazo a las renovables, impedir el autoabastecimiento energético a través de la imposición del llamado "impuesto al sol" ha sido solo la última decisión de las muchas que han hecho imposible la recuperación de las energías renovables. Nadal ha sido muy activo en impedir que el autoconsumo con balance neto fuera posible en España. Y no ha ahorrado descalificaciones para los que optaban por defenderlo. Al parecer no hay crimen mayor que generar la propia energía y  así poder desconectar de las grandes eléctricas; por eso el régimen de sanciones da escalofríos. Sería un disparate que el inventor del impuesto al sol fuera el futuro ministro de energía.

Tampoco han ahorrado apoyos al desarrollo del fracking en nuestro país. Al mismo tiempo que se ha impedido que aprovechemos el sol y el viento, desde el gobierno han dado alas a la fractura hidráulica. No contentos con legalizar el fracking, el departamento de Alberto Nadal ha recurrido ante el Constitucional cada una de las prohibiciones que distintas Comunidades Autónomas han tratado de imponer a la realización de fracking en su suelo. Toda una declaración de intenciones el apoyar una actividad tan contestada socialmente, y que genera tanto rechazo.

Mención aparte merece el apoyo a la energía nuclear. El gobierno ha convertido el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en un organismo a sus órdenes, que se ríe del Parlamento y lleva adelante procesos viciados cuyo resultado, todos conocemos incluso meses antes de que finalicen. Todas las decisiones en materia nuclear se han adoptado para favorecer el alargamiento de la vida de las centrales nucleares de 40 a 60 años. El hecho de que el proceso de reapertura de Garoña aún siga en marcha es un síntoma visible de una situación profundamente deteriorada, que deja perplejo a cualquier observador externo. En cuanto al cementerio nuclear de Villar de Cañas, todo el proceso está viciado en origen, por una decisión tomada por motivos políticos, y no técnicos.

Que pueda ostentar la cartera de cambio climático quien ha hecho posible que las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país no dejen de aumentar (un 7% en 2015), muy por encima de la media de la UE (1,3%), y con un aumento del consumo energético de sólo el 1,7%, sería un escándalo. España fue el país de la UE que ha registrado un mayor incremento de sus emisiones por detrás de Portugal.

Como consecuencia de las políticas energéticas de este gobierno, se han producido cambios en la configuración del mix energético: en 2015, destaca que el petróleo, el gas natural y el carbón han ganado cuota, mientras que las renovables perdían peso. En concreto, el consumo de carbón, fundamentalmente de importación, ha aumentado un 23,9% respecto a 2014, lo que explica el drástico aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en España.

La política energética liderada por Nadal ha sido desastrosa: ha privilegiado los intereses de las grandes empresas, perjudicando a los consumidores, ha destruido el sector de las energías renovables destruyendo decenas de miles de empleos; ha apoyado las energías más contaminantes, ha legalizado el fracking e impedido el autoconsumo imponiendo un impuesto al sol, ha puesto en marcha el alargamiento de la vida de las centrales nucleares y ha conseguido aumento récord de emisiones de gases que causan el cambio climático. Ante estas evidencias, no hay más que decir.

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