Memento

Pequeñas victorias entre el ruido de las bombas

Pequeñas victorias entre el ruido de las bombas
Imagen de archivo. Detención de un desahucio.- Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Cuando te planteas escribir un artículo estos días es difícil no hacerlo sobre la guerra. Es lógico, ocupa todos los informativos, las portadas de periódicos, las tertulias de bar... No es un asunto menor, pero hay demasiado escrito sobre ello y por personas que saben más que yo sobre el conflicto. Pero ¿de qué escribir entonces? Hoy prefiero centrarme en esas noticias breves que pasan desapercibidas, que ocupan poco espacio en los periódicos y que, pese a ello, son grandes victorias para sus protagonistas. En medio del ruido de las bombas, salen pequeños brotes que nos hacen mantener la esperanza de que se puede construir un futuro mejor.

El pasado lunes varias vecinas de la localidad de Mislata (València), con la ayuda siempre encomiable de la PAH, frenaron el desahucio de Simona, su marido y sus tres hijos de 3, 7 y 11 años. No es que la inquilina dejara de pagar ni mucho menos, sino que la propietaria, una gran tenedora de viviendas, quiere echarlos para poner esa vivienda a un mayor precio. El problema es que la familia no puede permitirse otra vivienda con los alquileres actuales.

¿Por qué es necesaria una ley de vivienda? se preguntan muchas personas. Para evitar estos casos. Que haya familias que no puedan permitirse un alquiler al precio actual. Que haya multi propietarias que decidan que pueden echar a familias a la calle para enriquecerse un poco más, cuando tienen contrato en vigor y no han dejado de pagar en los últimos 8 años ni un solo mes.

Por suerte, mientras los socios de gobierno se aclaran (si es que quieren) y la llamada Ley antidesahucios se aplica de una vez, existen personas que han decidido que no van a soportar más la especulación y que no hay derecho que una familia con tres menores viva en la calle. Ya no es solo la PAH, que lleva desde la crisis del 2008 poniendo la cara para frenar esta vergüenza, sino que ya empiezan a sumarse vecinos y vecinas que no quieren que el barrio muera, que no quieren cambiar de vecino cada vez que el precio suba, que no quieren su edificio lleno de turistas, que no quieren perder la identidad de su comunidad para el beneficio de unos pocos.

Al día siguiente, en esta misma provincia, en la localidad de Paterna, se inició del proceso para la declaración del entorno del muro del cementerio, donde fueron fusiladas 2.238 personas, como Lugar de la Memoria y su inscripción en el catálogo de lugares e itinerarios de la memoria democrática de la Comunitat Valenciana. Parece un hecho insignificante, pero no olvidemos que durante décadas no se permitió la reparación de las víctimas valencianas. De hecho, Rita Barberá quiso construir nuevos nichos sobre las fosas comunes y, más tarde, tras no lograrlo, pedía 45.000 euros a un familiar por recuperar los huesos de su víctima del franquismo.

Porque ahora desde la derecha se grita con fuerza el ‘No a la guerra’ y se exigen armas que mandar a Ucrania, pero no podemos obviar que aquí siguen heridas por cerrar de nuestra guerra y siguen abiertas porque hay una parte interesada en ello. Para dar lecciones primero tenemos que aprenderlas. Y se debe tener una postura oficial sobre el conflicto bélico y se debe apostar por la paz, claro, pero si tras más de 40 años seguimos rescatando víctimas en nuestro territorio, podremos ofrecer armas y apoyar sanciones económicas, pero no tendremos la autoridad moral para condenar a nadie.

Son solo dos pequeñas muestras de las pequeñas victorias que se van consiguiendo con la voz bajita y con pocas personas trabajando para alcanzar ese logro. Mientras defendemos la paz y peleamos con nuestras propias contradicciones, no olvidemos las batallas que nos rodean diariamente. Son pequeños recortes de periódico, pero grandes titulares para quienes se benefician de ello. No a la guerra. No al olvido. No a la especulación.

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