Memoria Pública

Conmemorar y reflexionar: el internacionalismo de Mauthausen

Rosa Torán
Historiadora. Amical de Mauthausen y otros campos

Un año más, gente de todo el mundo confluiremos en Mauthausen el próximo 7 de mayo para honrar a las víctimas del campo nazi, donde fueron deportadas desde más de 70 países. 195.000 internados en el campo y en sus comandos, 125.000 asesinados son cifras estremecedoras, pero que no deben impedir reconocer entre ellas nuestros deportados, aquellos 7.200 que fueron allí encerrados, por su condición de enemigos de Franco y enemigos de Hitler. La guerra de España fue el preludio de su tragedia, cuando con las armas y con la palabra se empeñaron en detener el golpe fascista que quería poner fin al régimen legítimo de la II República. La derrota los condujo en Francia, donde los esperaban los primeros campos de internamiento y de nuevo la lucha, entonces contra el invasor nazi, de manera prematura, durante la primavera y verano de 1940, o más tardíamente, desde las filas de la Resistencia.

Es bien conocida la responsabilidad del régimen franquista en su deportación, pero hay que reafirmarlo, sin descanso, una y otra vez, para no dañar la historia de nuestro país, diezmado por las pérdidas personales, sociales, culturales, científicas y políticas aparejadas a la victoria del nazifascismo. A los jóvenes nacidos en el actual régimen democrático, se les debe hacer saber que el estado de derecho se perdió en 1939, con la derrota militar de la República, pero que su patrimonio se mantiene inalterable, a pesar del juego de intereses y hegemonías que marcaron la reconstitución democrática de 1979.

Añadimos, además, a la lección de la historia que aquellos hombres y mujeres que sufrieron deportación por razones claramente políticas, por la defensa del régimen democrático instituido en 1931, se convirtieron en pioneros en la confrontación fascismo-antifascismo que teñía los cielos de Europa en los años 30, y que su posición sigue siendo reconocida en las filas internacionales. Muchos luchadores antifascistas que llegaron a España con las Brigadas Internacionales se encontraron con nuestros deportados en las líneas de fuego y luego en Mauthausen y otros campos, coincidencia que permitió acciones de resistencia y solidaridad.

El monumento levantado en el Memorial de Mauthausen en memoria de los republicanos ofrece una particularidad bien explicativa de nuestra historia: la ignominia de la Dictadura y la lucha y solidaridad de los republicanos. Fue erigido en 1962, en el terreno cedido por Francia y sufragado por suscripción entre las víctimas y los familiares, dado que España, además de su alineamiento con los perdedores de la 2ª Guerra Mundial, practicaba el silencio y el abandono e incluso la persecución hacia aquellos que habían contribuido a la derrota del nazismo, pero que seguían siendo los vencidos en su patria. Justamente esta circunstancia fue bien comprendida por los deportados de los otros países que, año tras año, siguen acudiendo al pie del monumento, que acaba rebosante de flores, depositadas por polacos, franceses, checos, italianos, judíos...

Gran lección de internacionalismo que reciben los jóvenes que acompañan la expedición anual de nuestra asociación a Mauthausen, en las jornadas conmemorativas de la liberación, en el mismo monumento, en el desfile por la appellplatz y en todos los lugares recorridos, donde siempre surgen contactos emotivos con gente de todas partes, cuando divisan la comitiva encabezada por el pendón de la Amical, con el triángulo azul, y la bandera republicana. Y pocas imágenes pueden compararse a la del desfile por la appellplatz cuando, uno tras otro, y por riguroso orden alfabético de los países, ex deportados, representantes políticos y asociativos, caminan lentamente hasta llegar al sarcófago que simboliza todas las cenizas lanzadas al aire desde las chimeneas de los crematorios. Emoción contenida en los miles y miles de personas llegadas desde todos los países y que se esfuerzan por renovar aquel juramento que los supervivientes pronunciaron en el mismo campo, el 16 de mayo de 1945.

En tiempos convulsos, como los nuestros, con miles y miles de personas desplazadas en una Europa que no acoge, sino que cierra fronteras, el recuerdo reflexivo del pasado se transforma en ojo crítico ante las vulneraciones de los Derechos humanos, que justamente defendieron con énfasis los deportados supervivientes en aquella jornada del mes de mayo: "Después de una estancia de varios años en el campo, comprendemos mucho mejor el valor de la fraternidad entre los pueblos... la paz y la libertad son la garantía de la felicidad de los pueblos y de la construcción de un mundo sobre las nuevas bases de justicia social y nacional... Sobre la base de una comunidad internacional queremos erigir a los soldados de la libertad caídos en esta lucha sin cuartel, el más bello monumento: EL MUNDO DEL HOMBRE LIBRE... Nos dirigimos al mundo entero con el fin de decirle: Ayúdanos en nuestra tarea. ¡Viva la solidaridad internacional! ¡Viva la libertad!".

Pronunciar con todas las voces del mundo estas frases permanecerá como lección en la mente de los jóvenes que este año, además, participarán en un desfile específico junto a compañeros de todos los países, con el fin de adquirir un bagaje de fraternidad y compromiso que expandirán en sus lugares de origen.

Desde Mauthausen y Buchenwald y también desde los otros campos, crece en los jóvenes la semilla de la solidaridad internacional, con la experiencia aleccionadora de convivir con personas de diversas generaciones y países que conjuntamente dirigen su mensaje de Paz, Libertad y Justicia social a todo el mundo.

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