Cabeza de ratón

No estamos solos

El hecho de que los espías espíen ha sido una revelación inesperada que ha sembrado el escándalo y provocado indignadas reacciones por parte de  ilustres mandatarios que, en razón, de sus cargos y responsabilidades se supone que ya estaban al cabo de la calle sobre este tipo de prácticas que en la medida de sus posibilidades ellos llevan a cabo a través de sus propios servicios de información. Si la información es poder, Estados Unidos, ha vuelto a demostrar que es el país más poderoso de la Tierra, por lo menos hasta que los chinos abandonen su tradicional discreción para exhibir su poderío en este terreno. Sin necesidad de coartadas el gobierno chino controla internet y vigila estrechamente por encima del hombro a sus súbditos a la busca de brotes de disidencia.

Desde el Kremlyn, Putin pone cara de no haber roto un plato y aprovecha las aguas revueltas para hacerse con algunos peces gordos y perdidos como Snowden y pasárselos por la cara a sus eternos rivales. No hay nada como una guerra fría para templar los ánimos  y eso lo saben bien la CIA, el KGB  y sus herederos en ese juego de roles al que se dedicaron en los buenos tiempos. La CIA estaba en todas partes y el KGB también aunque se les notara menos. En los años sesenta la CIA estaba muy presente entre las preocupaciones de los españoles antifranquistas, cundía el recelo en las universidades, en las redacciones de los periódicos y en los corrillos de la clandestinidad. Menganito es de la CIA decía el listillo de turno y de pronto el aludido Menganito se convertía en un apestado a los ojos de sus compañeros. Llegué a pensar en algún momento que los verdaderos colaboradores de la CIA eran los que difundían semejantes rumores. Estaba claro que eran tiempos oscuros y quienes eran los principales difusores de las tinieblas.

Los espías se multiplican por la enorme ampliación del terreno de juego para espiar y contraespiar que han provocado, la globalización de las comunicaciones, el auge de las redes y el uso de sofisticados teléfonos móviles y sus derivados. Por mucho que avance la tecnología en todas las terminales habrá un receptor humano tecleando frenéticamente, una voz para decirnos: "Por su seguridad esta conversación puede ser grabada". No me extrañaría que en la reciente campaña de los sesenta millones de llamadas interceptadas los servicios de Inteligencia hubieran recurrido a la contratación temporal de operadores  del sector de las ventas telefónicas, esforzados y sufridos profesionales capaces de permanecer con el aparato en la oreja y los ojos en la pantalla durante abrumadoras sesiones de trabajo. Subcontratadas y subcontratados por la contrata que según informaciones recientes habría adjudicado la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos al CNI español para que nos espiáramos a nosotros mismos y les hiciéramos el trabajo de campo a nuestros amos. Lo de agencia nacional o centro nacional de Inteligencia es una coartada propia del espionaje para despistar, agencia multinacional de Inteligencia o Centro Multinacional de Inteligencia serían nomenclaturas más adecuadas a sus verdaderas funciones e intenciones.

En mi calidad de colaborador involuntario y forzoso de tan compleja y poderosa organización voy a pedir una remuneración. Aunque a lo mejor me conformo con que me pasen los teléfonos de Rajoy y de Angela Merkel para poder consolarles en tan doloroso y bochornoso trance.

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