Otras miradas

Puigdemont y la defensa Chewbacca

Máximo Pradera

Tal vez mi escena favorita de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada, de Monty Python, sea el descacharrante duelo entre el Rey Arturo y un misterioso personaje (pelea con la visera puesta) llamado El Caballero Negro. Por razones desconocidas (¿un tautológico No es No medieval?), El Caballero Negro no quiere dejar pasar al Rey y este le reta a un duelo a espada. Arturo le corta un brazo y da por concluida la pelea, pero para su sorpresa, su contrincante no admite la derrota y afirma que su herida es un simple arañazo.
Sigue la justa y El Caballero Negro, ya sin el otro brazo, pretende seguir combatiendo a puntapiés.
–¡Imbécil, si ya no tenéis brazos! – le grita Arturo, incapaz de entender por qué el el caballero no se da por vencido, ni de imaginar qué tiene que pasar aún para que se rinda.
Tras perder las cuatro extremidades y quedar reducido a un vociferante tronco en mitad del bosque, El Caballero Negro sigue imprecando contra su adversario y le acusa de cobarde:
–¡No huyas, gallina, voy a acabar contigo a mordiscos! – le grita mientras contempla, impotente, cómo se aleja al Rey.

No se me ocurre otra metáfora mejor que ésta para ilustrar el duelo entre Rajoy y Puigdemont. Al catalán le han requisado las papeletas, los carteles, le han cerrado las webs, han disuelto su Junta Electoral, Piolín vigila sus urnas, ocultas (eso se rumorea) en el Puerto de Barcelona y el tipo aún sigue diciendo que habrá referéndum. ¿Qué más tiene que pasar para que admita que no va haber votación de ningún tipo, salvo quizás en formato farsa, como en los Carnavales de Cádiz?

Cualquiera que haya visto la entrevista de Jordi Évole a Puigdemont y escuchado las delirantes respuestas de este aprendiz de Lluís Companys, sabe que aunque la Fiscalía ordenara hoy mismo la entrada en prisión de todos y cada uno de los más de seis millones de catalanes con derecho a voto, el President seguiría afirmando que el domingo 1 de octubre habrá referéndum. ¿Por qué? Porque Puigdemont llama «referéndum» a cualquier acto participativo que tenga que ver con el futuro político de Cataluña. ¿Habrá leído el President a Lewis Carroll? En Alicia a través del Espejo, aparece un huevo antropomórfico llamado Humpty Dumty que juega con el significado de las palabras de la misma forma que lo hace el molt honorable.
Cuando empleo una palabra – dice el huevo – significa lo que yo elijo que significa, ni más ni menos.

Un referéndum es un procedimiento tasado, en el que tiene que haber control del censo, junta electoral, legalidad interna, registro fiable de voto exterior y neutralidad de la administración electoral. Como la convocatoria del 1 de octubre no reúne ni uno solo de esos requisitos, quiere decir que Puigdemont y sus secuaces, imitando a Humpty Dumty, han extendido el cacareado derecho a decidir incluso al significado de las palabras.

Alguien decía en Twitter hace poco que Rajoy consigue mil independentistas cada vez que abre la boca, pero que acto seguido, Puigdemont los desanima con alguna ocurrencia delirante. Tal vez las analogías con Monty Python y Lewis Carroll sean demasiado elevadas para el nivel intelectual del President. Porque su lógica no llega ni a la Defensa Chewbacca, que vimos en un episodio de South Park. Consiste en emplear argumentos sin sentido con el fin de confundir a tu adversario:
–Chewbacca es un wookiee del planeta Kashyyyk, pero Chewbacca vive en el planeta Endor –dice el abogado en la serie–. Ahora, piensen acerca de esto. ¡No tiene sentido! ¿Por qué un wookiee , un wookiee de dos metros y medio de altura, querría vivir en Endor con un grupo de ewoks de 60 centímetros? ¡Eso no tiene sentido! Por lo tanto, señores del jurado, deben absolver a mi cliente.

Absurdo, pero no muy diferente a las respuestas de Puigdemont en Salvados:
–Como consecuencia del resultado del referéndum se va a aplicar el resultado del referéndum – dijo el exalcalde de Gerona en la entrevista.

Es ahí cuando tendría que haber entrado la Guardia Civil para llevarse detenido al President. Pero no por intentar romper España o desobedecer al Tribunal Constitucional. Eso es peccata minuta comparado con el auténtico delito: el de insultar una y otra vez la inteligencia de su interlocutor.

Más Noticias