Otras miradas

Deberes sí, pero no a cualquier precio

Natalia Suárez Fernández

Profesora del Área de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Oviedo

Deberes. Foto: Manuel M. V. (Flickr)
Foto: Manuel M. V. (Flickr)

Los deberes escolares ocupan las portadas de los periódicos como uno de los temas estrella de la educación. Siempre han estado presentes en nuestras tardes durante la etapa de estudiantes. Sin embargo, en los últimos años su necesidad se está cuestionando más que nunca: ¿Por qué?

Cuando en un asunto están implicados muchos agentes, se vuelve controvertido y hay disparidad de opiniones. Eso pasa con los deberes. Repercuten en los alumnos, que son quienes tienen que hacerlos; en los profesores, que son los que los asignan; y en los padres, que los supervisan por ser tareas que se realizan en casa, después de clase.

Los diferentes puntos de vista de estos tres protagonistas han llevado en los últimos años incluso a promover una huelga contra los deberes.

Hacer los deberes tiene una serie de pros y contras. Entre otros, los aspectos positivos son que ayudan al desarrollo de la autonomía, a llevar los contenidos académicos al día e incluso repercuten positivamente en las notas. Pero también es cierto que grandes cantidades de deberes provocan estrés y desmotivación en los alumnos, así como confusión y conflictos en la familia.

Los resultados de las investigaciones al respecto no apoyan el fin de los deberes, sino una serie de cambios para convertirlos en una herramienta potente en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para ello, se deben analizar los deberes desde el punto de vista de los tres agentes implicados:

Los alumnos tienen que aprovechar el tiempo

Los informes educativos concluyen que en los países con los mejores resultados académicos, Finlandia entre ellos, los alumnos hacen deberes. Además, las investigaciones dicen que los alumnos que hacen los deberes rinden mejor que quienes no los hacen. Pero es importante destacar que dedicar demasiado tiempo a estas tareas es signo de que algo no funciona (baja concentración, dificultades de comprensión, tareas demasiado difíciles...).

La clave para el éxito del alumno en sus deberes es el aprovechamiento del tiempo que dedica a ellos. Los estudiantes que hacen las tareas y que, además, invierten poco tiempo en ellas, están aprovechando bien ese tiempo y son los más exitosos.

Las nuevas tecnologías pueden ser enemigas del aprovechamiento del tiempo. Los móviles, los chats y las redes sociales dificultan la concentración y la optimización del tiempo.

Los profesores deben corregirlos

Si bien la mayoría de los docentes defienden la necesidad de los deberes, no todos hacen un correcto uso de los mismos antes y después de enviarlos como tarea para casa.

En el "antes" es crucial asignar los deberes con un nivel de dificultad acorde a los contenidos que se imparten en clase. Incluso puede ser necesario que no todos los alumnos tengan los mismos deberes, pues no todos los alumnos tienen el mismo nivel en las diferentes materias. Si los deberes son demasiado difíciles, los alumnos necesitarán ayuda para realizarlos o no los harán. Si, por el contrario, son muy sencillos, los verán como innecesarios y perderán interés en ellos.

En el "después", los deberes deben corregirse. El alumno necesita saber si lo ha hecho bien o no. Si no es así, para qué asignarlos. Su finalidad es reforzar contenidos, ayudar al estudiante a forjar el conocimiento y dar al profesor una idea de su desempeño cuando trabaja en casa. Solo cuando los deberes se corrigen sirven para eso. De lo contrario, son una pérdida de tiempo para profesores y alumnos.

Los padres: ayudar sin exceso

La principal duda que los progenitores plantean en cuanto a los deberes es si ellos deben ayudar a sus hijos a hacerlos. La respuesta es sí, pero... ¿cualquier tipo de ayuda es buena?

Se debe apoyar a los hijos, interesarse por sus tareas, mostrarles que son importantes, proporcionarles tiempo y un ambiente adecuado para realizarlas: ofrecerles ayuda si la necesitan es positivo para ellos.

Por el contrario, el excesivo control en torno a los deberes es contraproducente. Solo generará rechazo hacia esas tareas y conflictos familiares. Hacerles los deberes a los hijos o acompañarles durante todo el proceso no ayuda a su autonomía ni refleja su nivel real de conocimientos y de desempeño.

El debate acerca de los deberes pide una respuesta, un veredicto.

Prácticamente nada en la vida es cuestión de sí o no, sino de matices. Los deberes no son una excepción, pero acabar con ellos podría ser un gran error. Deberían mantenerse haciendo un buen uso de ellos.

La cuestión es calidad frente a cantidad. De esta manera, son una herramienta educativa útil para alumnos y profesores. Es importante concienciarse de que los deberes no deben asignarse por decreto. Quizá haya días en los que sea pertinente poner deberes y otros no. Quizá unas asignaturas se presten más que otras. Existen miles de actividades atractivas e innovadoras para los estudiantes que pueden ser asignadas como deberes.

La clave está en que los profesores hagan un buen uso de ellos; que los alumnos se impliquen en su realización y que los padres apoyen a sus hijos asumiendo que se trata de tareas útiles y necesarias para los estudiantes.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

 

The Conversation

Más Noticias