Otras miradas

Un libro imprescindible

Germán Ojeda

Economista

Germán Ojeda

El gran dramaturgo y poeta Bertolt Brecht dijo una vez que "hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan muchos años y son muy buenos, pero los hay que luchan toda la vida y esos son imprescindibles". Con los libros ocurre lo mismo que con las personas, hay unos que tienen algún capítulo interesante y esos son buenos; los hay que tienen muchos capítulos muy interesantes y son mejores, pero también los hay que son brillantes desde la primera página  a la última y esos son imprescindibles.

El último libro del periodista y escritor Enric Juliana, Aquí no hemos venido a estudiar, es de los imprescindibles  porque en un recorrido histórico que va de 1939 –el final de  la guerra– hasta ahora –el final de una época marcada por la pandemia–, recrea desde el principio al final, con maestría literaria, ingenio discursivo, rigor histórico y mucha geopolítica, la larga marcha hispánica de la dictadura franquista a la nada, de la transición al ascenso de la democracia felipista y del aznarato a la quiebra del centralismo feroz, un siglo corto pero intenso vivido por su protagonista Manuel Moreno Mauricio –MMM– entre la guerra y la resistencia, entre el penal de Burgos y Badalona, entre el estudio y la acción, entre la vida y la muerte, un protagonista charnego de origen andaluz, aprendiz metalúrgico en Badalona, idealista, republicano y joven comunista, más tarde dirigente del Psuc, luego encarcelado en el penal de Burgos y liberado después de dos décadas de cárcel, al que el bachiller Juliana tuvo la suerte de conocer para poder entender en vivo y en directo la dictadura franquista, la represión, el catalanismo y las Españas. Un gran maestro.

El libro es un homenaje al maestro MMM y por extensión a sus compañeros de lucha antifranquista que se jugaron la libertad, el bienestar, la salud y la vida por devolver la democracia a España, empezando por el vasco asturiano J.M. Laso –hasta su muerte vicepresidente de Tribuna Ciudadana y al que tanto le deben la izquierda plural y la cultura democrática asturiana–, siguiendo por el "roble de Euskadi" Ramón Ormazábal, y acabando en Joan Comorera, el fundador del Psuc en 1936, que Juliana también integra en el museo de los héroes políticos catalanes del siglo XX, antifascista, internacionalista, catalanista incluso burgués, y socialista a fuer de comunista: la recuperación intimista de una leyenda.

Enric Juliana había dictado un libro sobre el futuro que viene titulado Esperando a los robots, había escrito varios libros sobre el presente español, había debatido con Pablo Iglesias sobre lo que llamaron Nudo España, pero este es un libro histórico, un libro que repasa el corto siglo que va de la posguerra carcelaria y miserable al Plan de Estabilización modernizador y opusino que cambió España a partir de 1959, va de las huelgas mineras del 62 a la transición, va de la democracia rampante y turnista a la ruptura independentista, va en fin de la vida vieja a la "nueva vida", como diría el autor.

Y por su parte va también de los "años olímpicos" en Barcelona a los años vertiginosos del nuevo siglo en Madrid, pasando anteriormente por la corresponsalía en Roma. Y va además de su abuelo, de su padre, de Badalona y del Pont del Petroli, porque este es un gran libro histórico, pero es además un libro de memoria: en los últimos capítulos es también la primera entrega de las memorias del periodista y escritor Enrica Juliana. Dos libros en uno.

Un periodista, un escritor, que se ha hecho famoso por su talento analítico y por la plasticidad de sus retratos discursivos, por sus imágenes, que son la fotografía de un país, de un territorio, de un poder, de un personaje, imágenes minimalistas escritas por Juliana como el gran Miró dibujaba las imágenes gráficas con una línea, con un punto, con un color.

Así, antes que el terremoto independentista explotara Juliana advertía visionario sobre el "catalán emprenyat" y después hablaba de "las procesiones soberanistas"; en Madrid empezó pronto a hablar del poder institucional de la "brigada Aranzadi", siguió con la capital como "ciudad – estado", una ciudad con comportamientos "cantonales" como el dumping fiscal, mientras definía al PP como el "partido alfa" líder de "la España de los 17 orgullos"; con la crisis, para entender la situación de la familias  y de la economía española, llamaba la atención sobre  "la adoración nocturna de la deuda" y destacaba como "voto vengativo" lo que en realidad era "el grito de socorro" de las clases populares, mientras en la política se contrataban "pólizas de seguro" para garantizar el blindaje de la "corrupción rampante".

El libro se lee como una novela donde se suceden los acontecimientos, los escenarios, los hechos y los personajes, una novela real que da cuenta detallada de la vida y milagros de la historia militante del PCE antifranquista, del PSOE posibilista y felipista, del PSUC catalanista e interclasista, del franquismo represor, del europeísmo nuevo y del comunismo viejo. El libro empieza como señalamos en 1939 y acaba mañana, un mañana de nostalgia, un mañana de Badalona, un mañana del Pont del Petroli. Porque el libro no es solo un homenaje a MMM, a los héroes del "monasterio" (la cárcel) de Burgos, a los resistentes antifranquistas, a Comorera y al PSUC. Es también un homenaje a su abuelo, a sus raíces y al mestizaje de su ciudad natal. Y es sobre todo un gran libro de historia, de la historia de España desde el final de la guerra civil hasta ahora, escrito como hemos dicho con rigor, con imaginación y también con mucho afecto: a los protagonistas de Burgos y de Badalona, a los héroes anónimos de la resistencia que dieron su vida por un país mejor.

Aquí no hemos venido a estudiar es hijo de muchas horas de lectura, de muchas columnas, de muchas experiencias, de muchas emociones y fue escrito después de mucha investigación acumulada: el autor subraya que le llevó 12 años de trabajo. Es por tanto el libro más largo y más ancho de todos los libros de Enric Juliana.

En su momento nuestro autor se había hecho la pregunta de las preguntas: ¿por qué fracasan los países? Ya sabemos que Acemoglu y Robinson dieron una respuesta feliz: sobre todo por los fallos funcionales o procesales de las instituciones, conclusión que también podría suscribir Juliana con un apéndice local: "hay –escribe– demasiada violencia en nuestra historia", violencia que todavía no hemos sido capaces de procesar democráticamente

Al final Juliana, brillante y honesto, vuelve a su tierra y observa que "la política no es el punto fuerte de los catalanes a pesar de su pasión por la política sentimentalizada"; añade que el PSUC que tanto le enganchó de joven murió en 1981 y no volverá entre otras cosas porque "la sociedad catalana tiene una significativa tendencia a sacarse rápidamente de encima a las personas, las ideas, las organizaciones y los productos que ya no le encajan en la demanda de la clientela. Mentalidad mercantil: los productos que ya no tienen salida fuera del escaparate"; y por último afirma que el movimiento independentista ha sido "la utopía disponible en un momento de fuerte depresión".

Enric Juliana recuerda nostálgico que cerró "el taller metalúrgico donde mi abuelo trabajó con MMM ajustando piezas en el torno" porque el nuevo capitalismo "ganó por goleada", mientras que quienes intentaron añadir a los contratos firmados después de la segunda guerra mundial en Postdam y Yalta una cláusula democrática en España fueron fusilados, tuvieron que permanecer en el exilio o acabaron pasando frío en la cárcel de Burgos".

Pero sobre todo recuerda el adiós en 1981 de su querido y admirado maestro MMM, recuerda las palabras justas de Vázquez Montalbán "despidiendo al hombre que no quiso ponerse de puntillas en la foto de la transición", y recuerda en el entierro el puño levantado de su mujer María Sarriera, "un puño levantado de los de antes, sin estirar el brazo, sin amenazar a nadie, un puño que decía aquí estoy yo también y en medio de mi niebla he estado contigo". Juliana concluye: "aquella tarde, en mi recuerdo se acaba una época, la época militante".

Para los postmilitantes, para los nuevos obreros de las máquinas tecnológicas, para los hijos de las redes sociales, para la memoria de España, este libro es, en efecto, imprescindible.

Más Noticias