Otras miradas

Lecciones de la covid-19 para los ODS: inquietantes coincidencias

Jordi Ortega

Universidad Politécnica de Catalunya @ortegajordi

Fernando Prieto

Observatorio Sostenibilidad @iSostenibilidad

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Coincidencias

Ante la covid-19 aplicamos la misma lógica que el hombre de negocio. Por vez primera, al igual que los economistas que no ven más allá de su negocio: "bussiness core", el virólogo tampoco no ve más allá de un virus. Se ha impuesto, a nivel mundial, estrategias basadas en cortar la cadena de contagios mediante la distancia social, confinamientos perimetrales, toques de queda y estados de alarma. Hay una inquietante coincidencia que llamamos "perder el contexto". Nos lleva a actuamos como lo hacíamos, hace siglos, con la peste; es lo que señala en una impactante editorial en director de The Lancet, Richard Horton.

Covid-19 nos enseña la quiebra del paradigma reduccionista detrás del cual está la actual insostenibilidad y la urgencia de abordar la Agenda 2030. El Codid-19, si enseña algo, es que las medidas se pueden implantar de la noche a la mañana. La segunda lección es la interacción entre economía, salud, educación, etc. La tercera lección es ese ignorar el "contexto".

La economía perdió el "contexto" hace tiempo. Mientras que la "economía neoclásica" se enfoca al paradigma mecanicista de la física, esto es, encuentra que la ley de la oferta y demanda tiene la misma "precisión" que la ley física en que toda fuerza se le opone otra de la misma intensidad; pues bien, en ese momento de la física clásica abandona la "precisión" y abraza la "incertidumbre". Dos mediciones no pueden tener, a la vez, "precisión" sin alterar una los resultados de la otra. La física cuántica entiende la importancia del contexto; el "orden implicado" lo llama David Bohm.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se deben de tomar como una unidad indivisible. Eso supone cuestionar no sólo el modelo de crecimiento vigente, sino su marco conceptual. En economía seguimos manejando conceptos de los fisiócratas del siglo XVII y XVII en un "contexto" completamente distinto: no estamos en una economía local estacionaria agraria sino en una economía digital global acelerada. Y si recordamos el contexto de aquel concepto, tachas de antiglobalista y xenófobo a David Ricardo.

Actualidad de debates del siglo XIX.

Covid-19 abre debates que tuvieron lugar a final del siglo XIX. La medicina en el siglo XX ha vivido tranquila sin grandes cuestionamientos. Hacer un balance del siglo XX le resultaría incómodo. Más incómodo a los economistas. Comparte esta estrechez y reduccionismo que la ciencia, en la que se inspira, han abandonado. Pero se creen que conquistan con esta estupidez "evidencia científica". Los economistas son incapaces, con el dogma del business core, generar un solo euro de "valor agregado". Confundiendo en muchas ocasiones costes y precios, dando lugar en muchos casos a pasivos ambientales o costes no incluidos en los productos, recortan costes en lugar de recortar precio generando cascadas de ingresos diversificando.

Richard Horton señala como en lugar de unirnos y empoderarnos nos separamos y asilamos. Los médicos optan por ignorar el contexto, como hacen los economistas. Critica la "ciencia" de los especialistas de enfermedades infecciosas que ha guiado e impulsado a los gobiernos a tomas medidas de "emergencia sanitaria" actuando como con la peste de hace siglos.

El síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) no es una enfermedad sino dos: interactúa el Covid-19 y una con enfermedades no transmisibles (ENT). La tesis que propone Richard Horton nos recuerda a una tesis expuesta a final del siglo XIX. La "enfermedad por gérmenes" de Louis Pasteur y Robert Koch atribuían un único factor a la enfermedad. La reacción a esta "estrechez" es la medicina experimental y la fisiología moderna de Claude Bernard: atribuye la enfermedad al "terreno biológico". Ese debate del siglo XIX lo encontramos en el siglo XXI entre pandemia y sindemia.

¿Sindemia o pandemia?

La sindemia y pandemia tiene estrategias de política sanitaria opuestas. Es un concepto creado por Merrill Singer, médico antropólogo. Una sindemia es la suma una enfermedad infecciosa con una o varias enfermedad no transmisible (ENT), concurrentes o isecuenciales. La sindemía tiene, a diferencia de la pandemia, una desigual incidencia causada por la pobreza, la mala calidad ambiental, el estrés, la violencia estructural, etc., es resultado de interacción biológica y social. El enfoque sindemico, para trata el covid-19, no separa la enfermedad de los "contextos" como hace el enfoque biomédico. En Estados Unidos la desigualdades raciales y socioeconómicas se expresa en una mayor moralidad entre población negra en Detroit, Michigan, etc. En lugar de proteger a diabéticos, asmáticos, hipertensos, etc., protegemos a toda la población con confinamientos sin "contexto", generalizados.

Tenemos una sindemia global, señala en The Lancet Merrill Singer, de obesidad, destrucción, diabetes, acidez del aire -consecuencia del cambio climático. Recuerda a la tuberculosis, el tifus, etc., que describe Friedrich Engels consecuencia de la adulteración de alimentos y falta de oxígeno en el Londres del siglo XIX. ¿Seguimos disociando la enfermedad y el "contexto"? Las personas con bajos ingresos son las que comen más "comida chatarra". Pero la causa del covid-19 no hay que buscarla fuera, el medo exterior sea el patógeno, la desigualdad o el medio ambiente; sino dentro, en el "terreno biológico". En África subsahariana hay pocos casos de covid-19 al no incorporar esa "dieta chatarra". El "contexto", señala Emily Mendenhall, importa. Richard Horton lamenta  que los gobiernos ignoren el "contexto" y busquen una solución biomédica: la vacuna o un tratamiento efectivo. Fracasaran.

Mirar el "contexto"

Walter Connon desarrollo la noción de homeostasis; mientras el "entorno interior" se mantenga constante, un "medio exterior" puede fluctuar sin ocasionar enfermedad.  La psiconeuroinmunología unifica materia y forma; en que esta última explica la capacidad de mantenernos sanos por procesos de "salutogénesis". La salud es un equilibrio entre crasis y discrasia; la enfermedad surge cuando el organismo no es capaz de ajustarse. Homeostasis es una palabra oportuna para abordar los ODS. La biomedicina trata la enfermedad desde la "patogénesis", se orienta a erradicar la enfermedad cortando la cadena de transmisión. Es una visión parcial condenada al fracaso frente a la cual tenemos la "salutogénesis".

La biología molecular y la "patología celular" de Rudolf Virchow, en el siglo XIX, lograron una cascada de nuevos descubrimientos; esto ancló la biología molecular en visiones mecanicistas obsoletas. De mirar la complejidad de organismo se miró las interacciones mecánicas celulares. Hoy la estrechez se agudiza al llamar al covid-19 enemigo externo. Los modelos simplistas mecánicos fueron habían sido abandonados cuando se descubrió complejos procesos químicos oxidativos no reducibles a la física. Hans Driesch al inicio del siglo XX descubrió que si un erizo marino, en fase embrionaria, se le destruye una célula una de sus partes lo regeneraba desarrollándose de forma completa.

Empezamos a entender el "contexto" cuando empezamos a poner medidores de CO2 de interiores. Ventilación y luz son claves para frenar la sindemia. La acidez del aire propaga virus y bacterias. El oxígeno y la luz ultravioleta es un potente antiviral y antibacteriano. Otto Heinrich Warburg obtuvo el premio Nobel en 1931 por los estudios de la acidez del "terremo biológico" como causa de la enfermedad. En la gripe española los enfermos se exponían a luz y oxigeno; en aquella época no se había descubierto la vitamina D. Probióticos en ecosistemas, señala Leen Gorissen, aumenta el pH del aire y, además de antibacteriano y antiviral, reduce el CO2. En el covid-9 emerge un nuevo paradigma de economía regenerativa. Frente los profetas de la desertización, hay bacterias que producen sulfuro de dimetilo (DMS). Evitemos declarar la guerra a los cinco reinos diría Lynn Margulis. No entender el "contexto" del "mundo exterior" ha provocado la crisis ecológica global; este mismo error lo estamos cometiendo al no entender el "contexto" del "terreno biológico" poniendo en riesgo nuestra esencia como humanidad. Aprendamos de la sabiduría de la naturaleza.

La prometedora perspectiva de Otto H. Warburg quedó eclipsada con el invento de la penicilina en 1931 que ofrecía una respuesta simple para atacar las enfermedades infecciosas. Con la edad de oro de la medicina y su paradigma epidemiológico entra en decadencia la medicina natural, termales, casas de reposo, el urbanismo social, etc. Hoy la distancia social impuestas con el covid-19 ha eclipsado las medidas preventivas, medidas higiénicas, etc. La sindemia sitúa nos en el centro de la enfermedad el "contexto". En lugar de estudiar los virus en microscopios empezamos a mirar al paciente, al enfermo y no tanto a la enfermedad.

¿Puede el covid-19 modificar nuestras coordenadas de referencia que se requieren para abordar los ODS? Los economistas empiezan a entender que el mercado no es algo estático, hay un abismo entre el modelo abstracto neoclásico en equilibrio y el mercado real en perpetuo ajuste como señala el término "homeostasis". La big data, inteligencia artificial, etc., nos hace pensar que un algoritmo controlarla la economía y, además, traerá la sostenibilidad. No todo es motivo de pesimismo. Estamos en un punto de inflexión si vemos, en medio de dificultades, que médicos integrativos, fisiólogos empiezan a ver más allá del virus y, contra corriente de la medicina integrista, no sólo ven los desequilibrios del "terreno biológico" sino desequilibrios sociales, planetarios y económicos. La enfermedad como huésped, aunque ridícula, nos fascina. Noah Y. Harari en conversación con Iñaki Gabilondo explica cómo en lugar de colaborar entre todos nos aislamos, ello fortalece el autoritarismo de los gobiernos. El contexto nos daría una visión de las consecuencias de esta gestión "estrecha" en la economía, política, estructuras internacionales.

Los ODS sin "contexto"

Es deprimente observar que se pretenda conseguir la sostenibilidad a través de indicadores cualitativos. Los ODS no es una yuxtaposición de metas. Es lo que está haciendo con los ODS en algunas organizaciones. Por ejemplo, el SDSN calcula un índice a escala mundial de todos los países y cada año actualiza el ranking. Todos los años los primeros países los que ocupan los primeros puestos de la clasificación son Suecia, Dinamarca, Finlandia, Francia y Alemania, que, junto con la mayoría de las otras naciones occidentales ricas están en la cima de la clasificación.

Ahora trabajos académicos recientes han cuestionado de una forma seria estos resultados reflejando que hay grandes problemas con la métrica más importante utilizada para evaluar el progreso hacia los objetivos ambientales de la ONU. "A pesar de su nombre, el índice ODS tiene muy poco que ver con el desarrollo sostenible. De hecho, curiosamente, los países con los puntajes más altos en este índice son algunos de los países más insostenibles ambientalmente del mundo". Estos países importan una gran cantidad de recursos y están exportando su gran huella ambiental, de uso de recursos, de emisiones, a otros países.  Por ejemplo, si todos consumiéramos como lo hace Suecia, que es el país "que mejor lo hace", necesitaríamos 5 planetas adicionales. Si ponderamos los 11 ODS socio-económicos y los 4 ODS ambientales el primer país en la lista seria Jamaica y Cuba.

Pensamos los ODS en términos de "enfermedad", no en términos de "salud". Los ODS no sirve para saber todo aquello que hacemos mal, necesitamos inventarios de oportunidades para pasar a la acción. La crisis nos enseña capacidades innatas para superar la adversidad. La enfermedad despiertas las capacidades autocurativas. Estamos muy lejos de una "economía regenerativa" mientras sigamos con los dogmas del hombre de negocio que solo ve el business core. Es físicamente imposible para todas las naciones consumir y contaminar al nivel de los países con mejor puntuación en el ranking de SDSN sin destruir la biosfera de nuestro planeta.

Más allá de dilema entre los conceptos estáticos de conservar y destruir, encontramos el concepto dinámico de "regenerar". Inspirarse en la naturaleza que nos ofrece abundancia, frente a un mercado que impone el dogma de la "escasez" para que el "mercado se eficiente" y nos proporciones beneficios, pero ciegos a generar "valor agregado". ¿El hambre del mundo es real o una exigencia es un modelo productivo? El índice para evaluar los ODS tiene esa misma "estrechez" que los índices de covid-19. Desde la perspectiva de la ecología estos índices son incoherentes. ¿Por qué seguir la "eficiencia" económica sueca (capaz de producir más barato para competir en mercados globales) y no la "resiliencia" económica cubana (que optimiza recursos escasos locales)?

Jason Hikel sostiene que son tres problemas principales: uno, hay un problema de ponderación, con escasez de indicadores que valoran el impacto ecológico y además compensan unos con otros; segundo, solo 4 de los ODS se ocupan de la sostenibilidad ecológica; tercero no se tienen en cuenta los impactos relacionados con el comercio internacional. Por ejemplo, respecto a las emisiones, los países ricos parecen limpios, pero esto se debe en gran parte a que han deslocalizado la mayoría de sus industrias contaminantes a países del sur -desde la década de 1980- trasladando así el problema al exterior.

Errores métricos

La Universidad de Leeds propone otras métricas. Será necesario revisar los ODS y sobre todo sus ponderaciones. Pero, ¿qué está pasando? Igual que con la Covid-19, hay que salir de la "estrechez". No se trata sólo de solucionar un indicador: en cada indicador está implicado el resto. Si en un ODS logramos buenos resultados y naufragamos en el resto no hacemos nada. Vemos que en el covid-19 están implicad a no sólo la salud, también una vivienda digna, calidad de aire, acidez del océano, ciudades, ecosistemas por emisiones de CO2, la nutrición, modo de vida, equidad, empleo, etc.

Por ejemplo, en la covid-19 no se va a conseguir mucho prohibiendo salir a la gente de media noche hasta las 6 de la mañana y a las 7 de la mañana tener abarrotados los medios de transporte. El covid-19 nos pone en evidencia la poca importancia que damos al "contexto". Y las "estrecheces" mentales. Tenemos indicadores de "positividad" en las pruebas PCR. Ni supone contagiado, ni capacidad de contagiar. Si cada test positivo se contabiliza como un contagio estamos cayendo en una contabilidad doble o triple. Hay que ofrecer mejor calidad de datos y distinguir entre muerte con covid-19 y por Covid-19. RT PCR es una prueba que no detecta enfermedades infecciosas como señala su creador Kary Mullis. Oponemos los PCR y pruebas de serológica cuando tienen fines epidemiológicos muy distintos.

"Es importante que se tenga en cuenta que medir el contacto con el coronavirus no es suficiente para diagnosticar la COVID-19 y tampoco nos dice si usted es o no contagioso en este momento" señala con claridad la web del ministerio de sanidad. Nos dice las veces que la población ha estado en contacto con el virus y el número de contagiados. ¿Puede una prueba PCR diferencia un virus capaz de reproducirse y otro que no es capaz de hacerlo? El Senado de Berlín respondió que "no". Sirven para detectar la presencia no para hacer diagnósticos. Marcel Luthe dide actuar de manera racional conforme el estado de derecho y las cifras con las que se informan a diario no dicen nada de infección, por tanto, las medidas restrictivas carecen de fundamento. Le caen críticas al Robert Koch Institut; dar positivo en una prueba no equivale a infectado, lo opuesto es en epidemiologia incorrecto.

"Disparamos gorriones con cañones", dice Andreas Bermpohl del RKI. Los ODS necesitan también indicadores sindemicos. Tenemos malos indicadores, peores interpretaciones y desastrosas decisiones. Nos dicen que con las medidas ante el covid-á9 estamos alcanzando los 4 ODS ambientales; pero ese aislamiento social estás aniquilando la economía. El dilema no es salud o economía; en seguir con la estrechez o abrirnos a otras formas de entender el mundo desde el que no contrapongamos IDH a medio ambiente. Y salir del lenguaje bélico que declara la guerra a los virus sin pensar que somos bacterias y virus.

The Lancet ha puesto una cuestión incomoda en la agenda política. Los ciudadanos tienen la capacidad de hacer revertir la perspectiva de los gobiernos: pasar de la pandemia a la sindemia, del "pretexto" al "contexto", de lo "estrecho" a lo "complejo", etc. No es fácil a corto plazo, pero el riesgo de no hacerlo, a medio plazo, conduce al colapso. La medicina integrista comparte esa visión estrecha quien solo ve el business core, ambas han vivido sin polémicas en el siglo XX. En el siglo XXI hay que pasar de la medicina integrista a la medicina integrar. Nos ayuda a un enfoque integral e indivisible de los 17 ODS.

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