Otras miradas

Toma la vacuna

Anita Botwin

Jeringuillas usadas dentro de un contenedor de residuos después de ser utilizadas para la vacuna de Pfizer-BioNTech contra el coronavirus, en el hospital Enfermera Isabel Zendal de Madrid. REUTERS / Sergio Perez
Jeringuillas usadas dentro de un contenedor de residuos después de ser utilizadas para la vacuna de Pfizer-BioNTech contra el coronavirus, en el hospital Enfermera Isabel Zendal de Madrid. REUTERS / Sergio Perez

Pronto, nuestra ilusión por la esperada vacuna se vio enturbiada por noticias como el robo de vacunas por parte de cargos públicos, clérigos, militares. Desde casa no podíamos dar crédito a lo que estábamos viendo en este Atrapado en el Tiempo distópico con toque picaresco español a lo Escopeta Nacional. Si algo ha demostrado esta pandemia  es lo peor y lo mejor del ser humano. Sanitarios en primera línea jugándose la vida y la de los suyos para salvar vidas y acompañar a quienes se iban solos sin sus seres queridos. En el lado opuesto, la vileza de quien, aprovechándose de su condición y clase social, roba lo que no es suyo, poniendo así en peligro la vida de tantas otras personas. Y el mejor ejemplo de esa codicia lo han demostrado a gran escala las empresas farmacéuticas, golpeándonos en la cara con el capitalismo atroz. Como ya ocurría al principio de la pandemia con las mascarillas o los respiradores o los guantes, quien más paga más tiene y sálvese quien pueda.

Tanto Pfizer como AstraZeneca han incumplido el compromiso que habían adquirido con la Unión Europea respecto al número de vacunas que llegaría cada semana, dejándonos con la miel en los labios, con esa falsa esperanza de que el 70% de la población (de los países ricos) estaría vacunada el próximo verano. O eso es lo que nos dijeron los líderes políticos, esos mismos que ahora callan y otorgan y permiten que nos roben a mano armada. Sin embargo, mientras estas empresas rompían el acuerdo millonario con la UE, en otros países como Reino Unido, EEUU o Israel los planes de inmunización marchaban a la perfección. Esos mismos países serán los que más pronto llegarán a rozar la normalidad y, por tanto, la recuperación económica. No quisiera pensar mal, pero cualquiera podría sospechar que este tipo de maniobras pudieran tener más que ver con los intereses geopolíticos de quienes más tienen, de cara a un futuro nuevo orden mundial, más que el de parar una pandemia mundial. ¿Podría tratarse de la primera gran batalla post-Brexit entre Londres y Bruselas?

Las farmacéuticas aseguran que no pueden proveer de vacunas, pero lo cierto es que en Israel se ha vacunado ya a un tercio de la población y Reino Unido ha inyectado este remedio a 600.000 ciudadanos. Aquí huele a capitalismo, amigo. Por su parte, el Consejo Europeo ya ha amenazado con aplicar el artículo 122 del Tratado de Funcionamiento de la UE, que lo que viene a decir es que que se podrá recurrir a medidas adecuadas a la situación económica, en particular si surgieran dificultades graves en el suministro. Están tardando.

Estas vacunas han salido al mercado gracias a las inversiones de dinero público: el problema es que las administraciones dejan que luego las compañías controlen las patentes, perdiendo el control sobre esa inversión, tal y como señalan desde Salud Por Derecho. Esta organización ha solicitado ya al Gobierno de España que apoye una propuesta a la Organización Mundial del Comercio para la suspensión de patentes en vacunas, medicamentos y otros productos de la Covid 19. "La suspensión temporal de las patentes hasta lograr la inmunidad mundial permitiría a todos los países miembros de la OMC la posibilidad, si así lo consideran, de no otorgar ni hacer cumplir las patentes y otras medidas de propiedad intelectual sobre las tecnologías sanitarias que se desarrollen para luchar contra la pandemia hasta que se logre la inmunidad de grupo mundial", añaden.

Las farmacéuticas se han hecho de oro primero obteniendo fondos públicos para investigar las vacunas y ahora especulando en bolsa y con los gobiernos, mientras están muriendo más de 500 personas al día tan solo en nuestro país. Coge el dinero y corre es lo que estos tiburones empresariales han practicado durante estos meses en los que, mientras se publicitaban sobre la eficacia de sus vacunas, iban subiendo en bolsa y llenándose los bolsillos con nuestro dinero.

En esta guerra entre la Unión Europea y las farmacéuticas por el suministro y los contratos firmados, perdemos los de siempre, los de abajo, los nadies. Por todo ello, es momento de reaccionar ante los ataques neoliberales. Por parte de la sociedad civil debemos reaccionar. Igual que en su momento tomamos las plazas, el espacio público, que era nuestro; o Bankia, que había sido rescatada con dinero público, mientras muchos desahuciados terminaban suicidándose, es momento de llevar a cabo acciones populares contra estos buitres carroñeros. Debemos tomar la vacuna, porque es nuestra, igual que lo era Bankia, la bestia.

Más Noticias