Otras miradas

Predice tu esperanza de vida mirando tu DNI

Gloria Santiago

Diputada de Unidas Podemos en el Parlamento balear y Vicepresidenta primera de la cámara.

Dos crisis consecutivas en los últimos 13 años han instaurado en millones de familias una precariedad aparentemente irreversible. Por si la frustración fuera poca, son numerosos los estudios que acreditan que la diferencia de esperanza de vida entre un barrio obrero y uno rico puede llegar a ser de 10 años. Si tu código postal es de zona currante, de momento vas a vivir menos y mal.

Mantener estas inequidades es una decisión política. Se explica porque ninguno de los gobiernos del bipartidismo consiguió igualar las condiciones y oportunidades entre la población de este país. Asumieron la desigualdad como una cuestión inevitable hasta que ha quedado legitimada. Los 45 años de Democracia han sido sólo para unos pocos. La Constitución Española ha sido aplicada a ratos, a trozos y con mayor o menor generosidad dependiendo del barrio donde has nacido.

Con el derecho a la salud, por ejemplo, el asunto es evidente. En el año 2012, el Partido Popular quiso entregar la gestión de 6 hospitales y 27 centros de salud públicos a empresas privadas. Ese mismo año, expulsó del sistema sanitario a todas las personas migrantes indocumentadas cargándose la universalidad de la sanidad. Con ello, abrían peligrosamente el debate de la superioridad económica y racial sobre quién puede poseer en España un derecho universal como es el derecho a la salud.

Pero hablar de salud no es solo poder acudir al médico cuando te encuentras mal o tener una cama en la UCI. También determina la salud estar en paro hasta no sabes cuándo, no llegar a fin de mes o la preocupación de quedarte sin trabajo. Esas inquietudes de gente obrera que a los poderosos no les ha quitado el sueño nunca y por tanto, siguen estando.

Solo Unidas Podemos ha sido capaz de politizar la salud y entenderla desde todos sus prismas, por eso se han suspendido los cortes de suministros básicos a personas que no pueden pagarlos y se ha aprobado el ingreso mínimo vital. Por eso pretendemos seguir subiendo el SMI, revalorizar las pensiones o abolir la reforma laboral que precariza y secuestra derechos laborales. Todas estas medidas, que lógicamente mejorarían la salud de millones de compatriotas, han sido duramente criticadas por el PP, los fanáticos de la extrema derecha e incluso por el ala más neoliberal del PSOE.

Las políticas de austeridad del Partido Popular se cebaron con la sanidad en unos recortes de miles de millones de euros. La privatización de los servicios y su discurso de la meritocracia, dejan clara su intención de perpetuar la débil salubridad de los barrios obreros frente al poderoso ritmo vital de los barrios ricos.

He escuchado mucha alabanza superflua a España pero nunca han hablado, ni en gobierno ni en programa, sobre el derecho incuestionable de las personas a una vida sana. ¿Cómo puede ser que no se muestren dispuestos a asumir políticas que generen salud en la población? Porque la salud es un negocio y en sus programas, priorizan la producción y el beneficio individual a la vida. Ahora es un buen momento para plantearte por qué tipo de barrio van a apostar quienes proclaman consignas patrióticas sin ninguna propuesta real.

En la crisis más bestia de la historia reciente, las políticas públicas deberían amortiguar sus efectos y eso se consigue con una mirada económica expansiva y terminando con las desigualdades que nos debilitan como país. Pero cuando las farmacéuticas inician una carrera por incrementar los precios de los medicamentos es que el precio de tu vida se está decidiendo en sus consejos de administración. Cuando no hay manera de ganar el pulso a la opacidad en los costes de investigación de los medicamentos, las vidas de todo el planeta dependen de lo que puedan pagar los Estados y por eso, los gobiernos de derechas podrían seguir ejerciendo el más alto poder soberano: decidir quién va a vivir y quién va a morir.

Por supuesto que la creación de una farmacéutica pública para que curarte sea un derecho gratuito y no un privilegio, pues tampoco lo ven. Los amigos de las grandes farmacéuticas son los que ya se pensaron mucho si comprar o no el medicamento contra la Hepatitis C en 2014.

Tener salud es el deseo más hegemónico pero es difícil que se cumpla si te dejas timar por partidos políticos que la entienden como un bien al alcance de unos pocos y no como un derecho fundamental que debe garantizar el Estado. Para ello se necesitan políticas tanto de atención y asistencia como de generación de situaciones que nos regalen una vida saludable.

Tú mira a ver si Ciudadanos, PP y VOX están haciendo algo para que todos tengamos la misma esperanza de vida que los del barrio de Salamanca. Posiblemente no, porque a sus dirigentes los verás con una bandera de España en la mascarilla, y un código postal privilegiado en su DNI.

Más Noticias