Otras miradas

Lo que entendí de México, y lo que no

Massimiliano Smeriglio

Lo que entendí de México, y lo que no
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, habla durante su conferencia matutina en el Palacio Nacional de la Ciudad de México.- EFE / Sáshenka Gutiérrez

En el centro de la plaza de Coyoacán se encuentra la muñeca asesina de la serie El Juego del Calamar. En México el Día de Muertos es un gran carnaval, miles de personas, música, comida y diversión.

México está experimentando un cambio radical: el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es una de las novedades más importantes de los últimos años en América Latina. Muchos seguidores y fuertes críticas.

El gigante americano es el decimotercer socio comercial de la Unión Europea, representa un 1,4% de su mercado exterior y un 1,6% de sus exportaciones. Para México, la UE es el tercer socio comercial después de EEUU y China. Desde la entrada en vigor de la zona de libre comercio en 2000, las exportaciones de la UE a México han crecido un 162% y las importaciones un 229%.

La misión en la que participé como jefe de delegación tenía como objetivo acelerar la ratificación del nuevo acuerdo. Un acuerdo global, con disposiciones sobre cambio climático, el Acuerdo de París, derechos humanos, gestión de los flujos migratorios, corrupción, lucha contra la violencia de género e intercambios culturales y diplomáticos.

Durante los tres días de trabajo, nos reunimos con embajadores, Cámaras de Comercio, ONGs, con la Presidenta del Senado Olga Sánchez Cordero y varios senadores, con los subsecretarios Maximiliano Reyes y Luz María de la Mora, con directores de la Secretaría de Energía, con representantes de ACNUR, OIM, UNICEF y académicos.

También tuve la oportunidad de conversar con el Canciller Marcelo Ebrard. Lo que más me impresionó fueron los niveles de seguridad a los que está sometido el Ministro, con hombres armados incluso dentro de las oficinas del Ministerio. Es evidente que el crimen organizado está lejos de ser erradicado.

Ebrard tenía programado reunirse con Ursula von der Leyen, imagino que para defender la causa del acuerdo global. En México hay importantes intereses de muchas empresas europeas.

La prioridad del gobierno federal en esta etapa es el logro de la "soberanía energética sostenible", de facto la nacionalización de la mitad de la producción eléctrica. Para la UE, la reforma plantea dos preocupaciones: el impacto negativo en los compromisos del Acuerdo de París y el incumplimiento de los contratos adjudicados a las empresas europeas.

Durante mi encuentro con dos directivos del Ministerio de Energía, me llamó la atención su determinación y deseo de trabajar por la independencia de su País. Un eurodiputado intentó explicar las leyes del mercado, y le rebatieron: "el electrón no conoce la ley del mercado, sólo la ley de Kirchhoff".

Al hablar con esta joven clase dirigente, se percibe un clima de cuestionamiento del equilibrio de poder entre los súper ricos y los que no poseen nada.

Paseando por la capital, hay dos percepciones contradictorias sobre el gobierno. El pueblo está con López Obrador por la gran obra de redistribución que ha llevado a cabo: cuadruplicar el salario mínimo, apoyar a las personas que están peor hacia una economía sin deudas. Las diferencias sociales siguen siendo abismales y el odio de los ricos contra el gobierno es evidente: una verdadera escena de lucha de clases.

Pero hay otra cara de la moneda. Lo vimos en la visita al proyecto Red nacional de refugios, organización feminista que lucha por la autonomía de género y la concienciación de las mujeres víctimas de violencia. Cabe recordar que, en México, una sociedad todavía fuertemente patriarcal, se producen 3600 feminicidios al año.

Conocer a estas mujeres en hogares protegidos, organizados por una red autogestionada, fue una experiencia impactante. Niñas abusadas cuyos agresores, a menudo familiares, se encuentran con la complicidad silenciosa de su entorno. Su huida es un acto de valor y desesperación.

Proyectos que el gobierno no promociona, según nos contaron. Como si los espacios para la autodeterminación femenina fueran aterradores. Como si la participación democrática independiente fuera vista con recelo.

Se trata de un claroscuro en el que la lucha contra la injusticia social, la corrupción y los privilegios se revelan con fuerza. Las libertades individuales parecen relegadas a una agenda menor.

Estas son algunas de las cuestiones que no entendí. Y la firma del acuerdo global podría ayudar a dar un paso adelante para alcanzar objetivos ambiciosos.

Hay otra cosa que no entendí. Entre las máscaras, los protagonistas del Juego del Calamar eran los más populares. Pero la mayoría de ellos parecían preferir el papel de los verdugos.

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