El 7 de julio de 2020 todos los grupos municipales firmaban los Acuerdos de la Villa, un documento de 352 medidas para reactivar Madrid después de la pandemia. Esto le permitió al alcalde mejorar su imagen y aparecer como un hombre que lograba el consenso entre la izquierda y la extrema derecha, catapultándolo a Portavoz estatal del Partido Popular el 17 de agosto. Cuesta entender que tanto Más Madrid como el PSOE le posibilitaran esa foto que ni en los mejores sueños el actual alcalde esperaba obtener, siendo consciente que, una vez más, y siguiendo la historia de su partido: ‘Hay una distancia abismal entre lo firmado y lo ejecutado’.
A partir de ahí, blanqueado por aquellos acuerdos, se entregó a VOX y juntos aprobaron los presupuestos municipales de 2021. Este año marcado por su desastrosa gestión en la catástrofe provocada por la borrasca Filomena y el impacto de la pandemia en nuestra ciudad, tomó decisiones que suponían un retroceso para la ciudad de Madrid. Desde el borrado del mural feminista de Ciudad Lineal, la pretensión de hacer un aparcamiento en Mar de Cristal o la cesión de suelo público para la Pirámide Azteca de Nacho Cano, tres actuaciones que tuvo que echar atrás por la unidad y movilización de la ciudadanía en esos distritos.
Pero es que Almeida durante 2021 ha hecho muy poco por la ciudad. Algunas de las obras que ha inaugurado ya estaban casi en su trámite de finalización durante el gobierno de Ahora Madrid, tal es el caso de la nueva Plaza de España y muchas de las actuaciones que ha llevado a cabo nos devuelven al pasado. La retirada de los versos de Miguel Hernández del Memorial de la Almudena o la modificación del callejero de Madrid para devolver el nombre de Millán Astray a la calle Justa Freire o la pretensión de hacer lo mismo con las calles Institución Libre de Enseñanza y Barco Sinaia, son algunos ejemplos.
Por si todo lo anterior fuera poco, Almeida significó ‘su talante moderado’ al negarse a nombrar hija predilecta de Madrid a la reciente escritora fallecida, Almudena Grandes o al declarase insumiso y señalar que va a incumplir la nueva Ley de Vivienda, una vez sea aprobada por las Cortes Generales.
La lista es interminable: sigue destrozando BiciMad para poder privatizarla; deja al tejido asociativo sin subvenciones (FRAVM o FAPAs) y a otras las deja sin espacio físico para realizar sus actividades como pasó con la Casa de la Cultura de Chamberí; sustituye los Foros Locales como espacio de participación social por los Consejos de Proximidad; sigue apostando por los grandes desarrollos urbanísticos y los pisos turísticos en contra de un modelo urbanístico sostenible; continúa apoyando macro espacios de ocio como "Espacio Delicias"; y, a pesar del compromiso al que han llegado con el acuerdo para la aprobación de los presupuestos de 2022, la realidad es que no facilita una solución para los niños y niñas de la Cañada Real tengan luz.
La suciedad en muchos de nuestros distritos, los atascos, el ruido, la contaminación, la invasión de terrazas, las cocinas "fantasma", la falta de equipamientos culturales, deportivos y vivienda asequible y la degradación de los Servicios Sociales, son algunas de las señas de identidad del Madrid de Almeida.
La política como la vida no es estática y los contextos son cambiantes. Así, en septiembre de 2021 se dan dos hechos que agitan el tablero político de la ciudad: Vox se niega a aprobar las Zonas de Bajas Emisiones contempladas en la nueva Ordenanza de Movilidad y justo antes del Pleno donde se iba a votar, cuatro ediles escindidos de Más Madrid consiguen ser reconocidos como Grupo Mixto y se estrenan en Cibeles aprobando dicha ordenanza. La señal que envía Almeida a Vox es clara: ‘sigues siendo mi socio preferente, pero si no llegas a acuerdos ya tengo comodín para llevarlos a cabo’.
En este último mes, la pelea interna por el control del Partido Popular en Madrid entre Díaz Ayuso y Pablo Casado, que actúa a través de Martínez Almeida, ha estallado con virulencia. En medio de ella, Vox facilita la aprobación de los presupuestos para 2022 en la Asamblea de Madrid, pero los bloquea en el Ayuntamiento. La ultraderecha madrileña entra así en la guerra interna del PP y lo hace del lado de la que desde hace tiempo es su candidata, Isabel Díaz Ayuso. En este contexto, por segunda vez, Almeida utiliza el comodín del grupo mixto y llega a un acuerdo con Recupera Madrid, consiguiendo el apoyo a los presupuestos municipales 2022.
Después del bochornoso espectáculo que estamos viviendo en la vida municipal de este fin de año y con los presupuestos aprobados, Almeida tendrá que definir cuál será la hoja de ruta a seguir en 2022, que determinará su camino a las elecciones. En ese camino hacia 2023, Almeida puede optar por romper con la ultraderecha y sustituirlo como socio preferente por un Recupera Madrid que le permitiría perpetuar las políticas de derechas y excluyentes de estos dos últimos años o, bien, entrar en un mandato inestable, donde tendrá que pelear cada apoyo para cualquier propuesta que pretenda aprobar en este período.
¿Por qué llegamos aquí? ¿Se podía haber evitado esta situación de última hora? ¿Podría Martínez Almeida haber presentado unos presupuestos que recogieran las demandas de la mayoría de las madrileños y madrileñas y haber buscado un amplio consenso en torno a ellas? Sinceramente creo que no. Los Presupuestos de 2022 están pensados para perpetuar las políticas de derechas que hemos vivido estos dos últimos años y los cuatro concejales carmenistas, ahora tres, han contribuido a ello con su apoyo.
Los intereses que defiende el Partido Popular son sectarios, sólo contemplan a una parte de la población que vive en Madrid y en su concepción de ciudad prima el negocio y el máximo beneficio y no los intereses de las mayorías. Los sectores de derechas no quieren lejos a los ultras. A pesar de que Marta Higueras, una de los tres concejales carmenistas que quedan en Cibeles, insistía en que habían sacado a Vox de Madrid, el alcalde repitió en varias ocasiones que él no había abandonado a su socio preferente, sino que eran ellos los que se habían ido, suponemos que con la esperanza de que vuelvan como el hijo prodigo.
En este escenario, la izquierda política y social madrileña tenemos que iniciar el camino que nos permita tender puentes y poner los intereses de Madrid por encima de los propios. ¿Queremos seguir estando en la oposición o disputarle la alcaldía a Almeida? Si actuamos con valentía, generosidad y valorando lo que nos une, podremos llegar a constituir un Frente Amplio donde todas y todos nos sintamos parte, donde nos respetemos y dialoguemos. Solo así lograremos que la próxima alcaldesa de Madrid sea de izquierdas.
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