Otras miradas

¿Feminazis?

Pilar Vicente de Foronda
Escultora y secretaria general de la asociación Clásicas y Modernas

Últimamente, desde las tribunas nos llaman feminazis. No sé si entenderlo como un machismo recalcitrante, como una falta de cultura general, o como ganas de ofender. Quizás una defensa pírrica dispuesta a hacer daño, arrasar con lo conseguido, insultar gratuitamente. Se me ofende cuando se me llama feminazi. Y se me ofende en lo más profundo. Entiendo que las feminazis son aquellas que defendían ‘las tres K’: Kinder, Küche, Kirche (niños, cocina, iglesia). Entiendo que eran víctimas o colaboradoras a la fuerza de un sistema fascista que dejaba bastante que desear. Un sistema que se dedicaba a la limpieza étnica y la defensa de la raza aria como raza dominante y que vivía convencido de que había una conspiración judeo-masónica que quería hacerse con el control de nuestro sistema social.

Entiendo que el feminismo no es eso y, como feminista, me considero ofendida una y otra vez. Entiendo que la igualdad jurídica que persigue el feminismo no se merece ese apelativo que empiezo a leer con más frecuencia de la que me gustaría. Feminismo es la búsqueda de la equidad entre personas de distinto sexo. Feminismo es la búsqueda de la representación paritaria en instituciones y empresas. Feminismo es la lucha contra la feminización de la pobreza. Feminismo es la búsqueda de la corresponsabilidad en las tareas de mantenimiento. Feminismo es la coeducación de los niños y las niñas. Es la denuncia de que se estudia en masculino y que las mujeres son borradas de la historia todavía en el siglo XXI.

Feminismo es lo que hace Wangari Maathai luchando por que se planten un millón de árboles en África. Feminismo es lo que hace Caddy Azduba denunciando las violaciones sistemáticas en la república democrática del Congo. Feminismo es la reivindicación del cumplimiento de la resolución 1325 de la ONU por parte de los países que la han firmado. Es la denuncia que hace Laura Freixas sobre el reportaje de la revista Letras Libres en el que de los 100 libros que más han "influido en el devenir de España en los últimos 100 años", 97 eran de autoría masculina. Una vez más, se borra a Martín Gaite, Laforet, Aldecoa, Grandes, ¡tantas! Es la denuncia de las distintas plataformas de que la representación de mujeres artistas españolas en ARCO este año ha sido solo de un 7%. Es la denuncia que llevan a cabo los sindicatos de que a igual trabajo, menor sueldo. Es la denuncia de que la temporalidad en el trabajo es femenina. El feminismo es la defensa de un mundo mejor y más justo en el que la mitad de la humanidad logre alcanzar la igualdad de condiciones que la otra mitad.

Y quiero llamar la atención, una vez más, en que estoy hablando de ESTAR en igualdad, no de SER en igualdad. Reivindico mi diferencia biológica y sexual, pero no quiero que esta diferencia me margine en nombre de una cultura y unas tradiciones que estoy aprendiendo a rechazar en mi vida adulta. Y no quiero ni deseo para las siguientes generaciones. Rechazo la  dominación de media humanidad hacia la otra media. Rechazo la violencia física, psíquica o simbólica hacia las mujeres con toda la fuerza y la argumentación que me da el feminismo.

Señoras, señores: el día 8 de marzo no es un día de celebraciones. Es un día de reivindicaciones. No celebremos. Pongámonos el pañuelo, la bufanda, el lazo, los zapatos color lila. Y en un lugar bien visible. Los símbolos son lugares de la memoria importantes para todos y todas. Pero, sobre todo, para las mujeres, que no tenemos muchos otros lugares de la memoria para pensarnos y pensarlas. Salgamos a la calle con la cabeza bien alta y defendamos el dejarle a nuestros hijos e hijas un mundo más justo y equitativo. Porque eso es lo que defiende la única revolución pacífica que ha tenido y está teniendo lugar en la historia: la revolución de las mujeres.

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