Otras miradas

La sonrisa del Leopardo

Marga Ferré

Copresidenta de trasnform Europe

La sonrisa del Leopardo
Un leopardo gruñe dentro de su recinto en un zoológico de Kabul el 15 de septiembre de 2022.
Wakil KOHSAR / AFP

Había una chica [...]

Que cabalgaba sonriente sobre un jaguar

Volvieron del paseo

La chica dentro

Y la sonrisa en el rostro del jaguar.

Anón.

Esta guerra, con la decisión de enviar más armamento (¿hasta cuándo?) e involucrar aún más a países de la OTAN como el nuestro, asume el riesgo de una escalada militar imprevisible, temerariamente peligrosa y absolutamente irresponsable.

El jefe de la diplomacia europea habla de "asumir el riesgo de enviar más armas a Ucrania" mientras no da ni un paso hacia una salida negociada. Lo que no dicen es qué significa ese "riesgo". Ya hemos pagado su negligencia con una inflación desatada que ha hecho más pobres a millones de personas, con un enriquecimiento indecente de energéticas y de la industria militar, con 5 millones de refugiadas y con un detrimento de dinero público para invertir en armamento que solo se compra a la industria bélica estadounidense y alemana, verdaderos ganadores de este conflicto. Ya estamos pagando el precio de no hacer nada por la paz, pero parece que no es suficiente.

Quieren una guerra larga y costosa. El presupuesto europeo destinado a seguridad y defensa ha aumentado de forma cósmica, un 123%, detrayéndolo de partidas civiles, pero tampoco es suficiente, a tenor de lo oído el martes al secretario general de la OTAN quien pedía a los miembros de la alianza elevar aún más su gasto en defensa.

Lo que no se preguntan los probélicos es qué va a hacer la OTAN (que es quien decide en esta guerra, pensar otra cosa es ingenuidad fingida) si Putin lanza el primer misil nuclear. La estrategia de escalada bélica se basa en la asunción de que Putin no se va a atrever a usar su arsenal nuclear, algo que carece de toda lógica dado el desprecio al derecho internacional del que Putin ha hecho gala. Es decir, la OTAN incrementa la presión militar vía escalada y tanques Leopard, pensando... ¿que no va a haber respuesta? En el Pentágono hay gente inteligente, así que no me lo creo.

Quien parece creérselo es Borrell, jefe de una diplomacia que ha matado las palabras, quien dice que un proceso de paz llegará algún día, pero que hoy no toca. No me burlo, ese es el nivel. Toda guerra es el fracaso del lenguaje y, a mi juicio, si no hay palabras y solo bombas y tanques, la humanidad retrocede. Europa retrocede y con ella, España.

No hay romanticismo en la guerra, la guerra no es una aventura, es una enfermedad, por mucho que la neolengua bélica la trate como si en ella no hubiese barbarie, violencia, sangre, dolor y muertos. Ya más de cien mil en Ucrania y contando...

Las guerras se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. Sus voceros necesitan que no haya búsqueda de la paz porque ese no es su objetivo, ni quieren que hablemos de las lecciones de la pasado, no sea que alguien recuerde, en nuestro continente y país, quién paga las guerras; como si la historia no existiese para aprender de ella.

"Rusia quiere acabar con los valores de Europa Occidental". ¿Les suena la retórica? Pues está extraída de un periódico alemán en 1914, al principio de la Primera Guerra Mundial. Hoy se habla con demasiada frivolidad de una Tercera. Esto tiene que acabar.

España debe rectificar

España podría y debería liderar una salida negociada a una guerra que genera dolor, inflación, empobrecimiento masivo, enriquecimiento indecente y una reconfiguración mundial en la que se pretende que mande el que tenga armas nucleares. Ese no es el futuro que muchos queremos, la mayoría me atrevería a decir, si tuviésemos la capacidad de decidirlo y les aseguro que mi afirmación no es voluntarista, está basada en datos:

El prestigioso y poco pacifista European Council on Foreign Relations publicó una encuesta sobre la opinión de los europeos sobre la guerra en Ucrania Peace versus Justice: The coming European split over the war in Ukraine – European Council on Foreign Relations (ecfr.eu) encontrando resultados que no esperaban: siendo mayoritario el apoyo de los europeos a Ucrania, no lo es tanto en cuanto a la guerra en sí: un 35 % de los ciudadanos quieren que la guerra termine lo antes posible y solo un 22 % cree que el objetivo más apremiante es castigar a Rusia. Excepto en Polonia, los que queremos que la guerra acabe cuanto antes somos más porque la encuesta, a su vez, demuestra que los europeos estamos preocupados por el coste de las sanciones económicas y la amenaza de una escalada nuclear.

Quizá por ello el movimiento pacifista está organizando manifestaciones en varias ciudades europeas para el 24 de febrero, triste aniversario del comienzo de la guerra. Seguiremos dando la lata con conferencias de paz, acciones y razones y seguiremos aun sabiendo que desescalar, desarmar y luchar por la paz es más difícil que gastar dinero en armas, pero también sabemos que es la única manera de dejar de alimentar a la bestia de la guerra y borrar, para siempre, la sonrisa del rostro del jaguar.

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