Otras miradas

CSW67, la poderosa diversidad de las mujeres

María Guijarro

Diputada del PSOE por Bizkaia

Una mujer lee la pantalla de su ordenador, mientras trabaja en el despacho de su oficina. Foto: Ricardo Rubio / Europa Press
Una mujer lee la pantalla de su ordenador, mientras trabaja en el despacho de su oficina. Foto: Ricardo Rubio / Europa Press

Educación en la era digital para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. Este es el tema que ha ocupado durante las últimas dos semanas el edificio de la ONU en Nueva York.

Mujeres políticas, activistas, o funcionarias de Naciones Unidas hemos compartido reuniones, intercambios y modos de afrontar la desigualdad de género en esta época digital. Impresiona ver esas salas con representantes de tantas regiones geográficas del mundo que tienen un objetivo común: los derechos de las mujeres, niñas y adolescentes, también los digitales, en cualquier rincón del planeta. Con sus ritmos y sus diferentes procesos.

Se celebraba la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer número 67 -CSW67-, principal organismo intergubernamental mundial dedicado exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. 5.700 mujeres de la sociedad civil y 45 Estados Miembros de la Comisión donde representantes de la ONU MUJERES coordinan el proceso, entre ellas la exministra de Igualdad y representante de ONU Mujeres Colombia Bibiana Aído.

Gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, activistas y personas expertas de todo el mundo poniendo encima de una mesa multilateral los retos que encierra.

Ha sido un tema novedoso para gran parte de los países: la brecha digital de género. En foros grandes y también en los bilaterales la mayoría de las discusiones han girado sobre los diferentes modos de abordar el acceso desigual a la tecnología que tanto marca a las mujeres en diferentes contextos.

Porque las tecnologías digitales están transformando todas las esferas de la vida, por supuesto de las mujeres, pero al mismo tiempo están generando amenazas sin precedentes. Y la mayoría de las representantes hemos constatado los retrocesos de los derechos de las mujeres tras la pandemia también en los derechos digitales.

Desde mujeres médicas de Pakistán iniciando experiencias de consultas médicas online, pasando por movimientos feministas y pacifistas del Congo donde la brecha digital entre mujeres y hombres es brutal, como más brutal es la utilización de los cuerpos de las mujeres como arma de guerra.

Debates con mujeres indígenas de Perú sobre su acceso a la tecnología desde lo rural o medidas tomadas en México ante los feminicidios.

La esfera de los cuidados como límite y el control demográfico y los derechos sexuales y reproductivos también en el tapete. Frente a las amenazas de un patriarcado azuzado por fuerzas políticas extremistas, Estados que no los tienen en la prioridad de sus agendas públicas y quieren imponer sus visiones inflexibles en los debates sobre género mezclándolos con otro tipo de cuestiones geoestratégicas, ha quedado meridianamente claro que lo fundamental es promover los derechos de las mujeres, documentar la realidad de la vida de las mujeres en todo el mundo y dar forma a estándares globales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres frente a otros estamentos que no están interesados de manera contundente en la paridad de las mujeres.

Y el reto está ahí. Conseguir estándares globales. Complejos debates y posicionamientos maximalistas de algunos Estados miembro reflejan la realidad de un mundo donde aún llegar a acuerdos sobre los derechos de las mujeres es realmente complicado y requiere de grandes dotes de negociación para poder reflejar de la manera más fidedigna posible la diversidad de las posiciones sin renunciar a las líneas rojas que el feminismo no puede permitirse.

Pero ahí estamos mujeres de todas las regiones geográficas del mundo, con diferentes lenguas, culturas o niveles de desarrollo económico en nuestros países, que nos unimos para que desde el liderazgo feminista construyamos sociedades más resilientes y justas. El futuro será feminista o no será.

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