Otras miradas

Dos años de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'

Ana Bernal Triviño

Periodista

Dos años de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'
Rocío Carrasco durante el documental emitido por Telecinco.- MEDIASET

Hoy justo hace dos años España se levantaba con un registro de audiencia histórico y con Rocío Carrasco en todas las conversaciones por el estreno de Rocío, contar la verdad para seguir viva. Una semana después, el registro de llamadas del 016 se había disparado por parte de mujeres que habían visto en la imagen de Rocío el espejo de sus vidas.

Dos años después, podríamos hablar horas de las consecuencias de todo ello, pero me gustaría destacar seis puntos:

1. Pasados rotos descubiertos. Una seguidora me pide que no dé su nombre, pero sí su historia. Sus padres se separaron en los años ochenta. Su madre rehízo su vida. Su padre, a su hermano y a ella, les decía que su madre los había abandonado, que no los quería. Desde entonces, ellos vieron a su padre como un héroe. Se convencieron de que su madre no les quería. Vieron el documental. Escucharon a Rocío decir que se retiró para que sus hijos no sufrieran más. Y su cabeza hizo click. Empezaron a hacer preguntas a su padre, sin respuesta. Y sí había respuesta, sin fundamento. Con miedo a ser rechazados, su hermano y ella llegaron hasta su madre. Cinco minutos después, lloraban de alegría. Su madre les había esperado siempre. Me dice que su padre le robó "una madre, una vida y gracias a Rocío podemos decir que tenemos una vida nueva y una madre". 

Como este mensaje, he perdido la cuenta de cuántos he recibido estos dos años. De la cantidad de hijos e hijas valientes que han querido saber la verdad de sus familias, de las ausencias y de los silencios. Valientes que se han quitado la venda de los ojos y han asumido que la verdad duele pero que querían ser libres y no marionetas. Y, junto a ellos, infinidad de mujeres que han salido de relaciones de maltrato físico o psicológico, identificada en los relatos de Rocío.

2. Desinformación y negacionismo a raudales. No merece la pena perder el tiempo. Seguirán diciendo que un archivo es una denuncia falsa, que la violencia vicaria no existe, ocultarán que Rocío nunca denunció a su hija o que fue el juzgado quien derivó el caso a violencia de género. A Rocío no hay que creerla pero, por educación (qué menos), habría que respetarla después de haber dado más pruebas que nadie. Pruebas que nunca un juzgado ha dejado exponer. No se puede hablar con un negacionista que, a este ritmo, incluso dirá que las vacas vuelan. No se puede convencer a quien niega el machismo, quizás porque no asume que lo ejerce. Y da igual, porque el número de mujeres que se salvaron gracias a Rocío es mayor y es lo que importa. No estamos para hacer más pedagogía. Quien no lo entienda, el problema es suyo. Y si sigue negando, tiene un problema mayor.

3. Las madres condecoradas. Si algo ha desatado el caso de Rocío Carrasco es mostrar cómo sigue vigente esa idea (tan arraigada desde la dictadura) de la madre sufridora, doliente y abnegada, aunque tu hijo o hija te golpee, insulte o te denuncie. Resulta ridículo el campeonato de la mejor madre que se marcan algunas, negando informes psicológicos que alaban el papel de Rocío como madre y sin tener ni idea de cómo funcionan estos procesos. Dos años después pueden parar de decir aquello de "una madre de verdad se planta y se lleva a sus hijos". Porque de hacerlo, la hubiesen denunciado por secuestro. Y cuando otras madres lo hacen ahora, esas mismas voces las insultan en las redes. Un poco de coherencia y cada una a mirarse su vida.

4. Los medios no aprendieron nada. No se registraban audiencias como las de Rocío, contar la verdad para seguir viva desde hace años pero ha sido en vano. No interesa que de estos temas se tome mucha conciencia. Por eso ahora informan de violencia de género los que no saben e incluso han victimizado a otras afectadas. Dos años después vemos a pocos que defienden a Rocío desde el compromiso, vemos quienes se han formado desde un falso compromiso solo por evitar ser despedidos, vemos a quienes sólo defienden a Rocío por ser amiga, pero niegan la violencia de género a otras víctimas. Los dobles raseros están a la orden del día. También hemos visto a periodistas apropiarse de forma literal de mis análisis, pero eso ya es otro cantar.

5. El feminismo selectivo. Dos años después, he ganado varios premios, he escrito dos libros sobre García Lorca (firmados antes de Rocío), sigo de profesora en mi universidad, mantengo mis colaboraciones con todos los medios, hago conferencias sobre desinformación... He opinado y escrito sobre temas variados, desde el Tribunal Constitucional a la huelga de camioneros y, por supuesto, he ejercido periodismo sobre otras muchas mujeres víctimas. Y sí, cuando considero, escribo de Rocío para poner en evidencia el ridículo negacionista y porque yo sí estuve ahí, frente a quienes nunca pisaron ese plató. Frente al oportunismo, he rechazado publicidad, presencia en actos de partidos políticos o proyectos que me harían perder mis pies del suelo. Menos dinero tengo, pero mantengo quien siempre fui. Dos años después, otras personas... siguen con el mismo tema porque no tienen otro para sobrevivir. Los que hablaban del feminismo selectivo seleccionan siempre lo mismo, para vivir de donaciones o monetizar desinformaciones de Rocío y de algunas pocas que estuvimos ahí. Repiten el mismo bucle porque no tienen nada más.

6. La recuperación. Rocío está brillante pero quienes estamos cerca sabemos que es como quien tiene un accidente, pierde una pierna y aprende a caminar sin ella. Supo que ella no puede irse por delante. Es la demostración de que se puede sobrevivir. Pero para eso hay que dejar gente por el camino que no aporta y que solo ensucia, sin pedir ni permiso ni perdón. Dos años después queda claro el precio de hablar y romper el silencio, necesario para salvarse. Dos años después sabemos que la relación de Rocío y Fidel es real, que ellos sí siguen juntos y estamos orgullosos de verlos así. Rocío se ha salvado, ella sola, porque el sistema hasta ahora no le ha dado ni la mano, como a tantas mujeres a las que dejan en un limbo jurídico. No es la única ni la última. Pero lo importante es vivir.

Dos años después, la verdad de Rocío ha puesto muchas cosas en su lugar. En su vida, en la de mucha gente y en el sistema. 

Y más que queda aún por poner.

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