Otras miradas

A Yolanda Díaz: una visión retrospectiva y un planteamiento a futuro

Aina Díaz

Abogada

A Yolanda Díaz: una visión retrospectiva y un planteamiento a futuro
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante un acto de escucha de su proyecto Sumar, en el Círculo Mercantil, a 25 de marzo de 2023, en Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria, Canarias, (España). Europa Press / Europa Press

Este artículo surge motu proprio por mi enorme preocupación ante el desencuentro que estamos viviendo en la articulación de nuestro espacio político, y fruto del testeo entre mi entorno físico y virtual sobre las consecuencias del desencuentro y la falta de entendimiento exhibidos de manera cuasi pornográfica por todas las partes.

Aunque es a las gentes de Podemos a quien se acusa en exclusiva de hacer ruido sobre el desencuentro, lo cierto es que los reproches, exigencias y relatos sembrados en redes sociales, artículos, análisis radiotelevisados, o en mitines, son bastante heterogéneos en cuanto a su origen. Los tuits, las plumas y las palabras disparan incluso desde el no ruido. Como un arma con silenciador, que ruido casi no hace, pero mata igual -cual la desafección política-.

Entre mi entorno la desafección por el desencuentro gana. La anti política gana. El impulso de no ir a votar a nadie el 28M y en las elecciones generales, gana.

Que al acto de Sumar de este domingo día 2 de abril no vaya a ir Podemos -salvo  sorpresa tras escribir estas líneas- creo que es responsabilidad tanto de quienes no han sabido ganarse el que vaya, como de quienes han trabajado y trabajan para que Podemos no tenga certezas de para qué debiera ir, aunque legítimamente habrá gente que piense que es responsabilidad exclusiva de Podemos. Sea como sea, la situación puede crear un daño colectivo colateral que son las candidaturas progresistas de las autonómicas y municipales, que van a sufrir la desafección. Todas. Podemos tal vez salga debilitado. Pero auguro que el resto de fuerzas de nuestro espacio político correrán idéntico destino. Y con esos mimbres habrá que preparar las Generales.

Siendo optimista mágica (me autoconvenzo de lo positivo pese a aún no verlo), creo que para las elecciones generales habrá unidad, y que Yolanda Díaz tendrá opciones reales de llegar a ser la primera presidenta de España.

Pero para que mi optimismo mágico se materialice y no nos inmolemos todas por el camino, permítanme que humildemente en este texto aporte vivencias propias e ideas para la reflexión.

Vaya por delante que estoy inscrita en Podemos desde 2014.

En nuestra primera Asamblea Ciudadana voté a Pablo Iglesias como Secretario General y seguí votándolo hasta que voté a Ione Belarra. No escondo mis preferencias en la interna podemita. Tampoco escondo mis críticas al oficialismo que voto, que a veces no cuida a sus gentes de manera óptima. Pero ello no es excusa para que de cada ego político maltrecho por la interna nos surja una escisión y se monte un partido nuevo. No es útil para el interés general ni para el bien común.

Algo típico y tópico, esto de las escisiones y los nuevos partidos egotistas, que he vivido recurrentemente en el seno de la izquierda desde que con 18 años -y tengo 48- empecé a militar en IU y en el PCE.

De dónde venimos

El gran triunfo de Podemos en su nacimiento fue movilizar a gente que nunca había estado politizada y que no tenía idea de lo que se vivía fuera del bipartidismo hegemónico. Como mucho sabían que existía IU y algunas fuerzas nacionalistas que lo mismo daban el poder al PP que al PSOE. Esa gente sin conocimiento del dónde venimos está ahora mismo estupefacta porque no entiende qué está pasando con todo esto del Sumar y Podemos, y cree que el desencuentro y la confrontación de modelo e ideológica es algo nuevo. Y no. Esto es más viejo que la tana. A ver si consigo explicarlo para esas gentes en los siguientes párrafos.

Fue en IU y en el PCE donde conocí a Yolanda Díaz hace ya más de 20 años.

No puedo esconder mi simpatía y mi cariño, y mi respeto personal y político hacia ella desde que la conociera. Aunque debo reconocer que no le atribuyo ese carácter de hada que exhala purpurina y va sembrando arcoíris por doquier que algunos medios le han inventado para confrontarla a Pablo Iglesias o Irene Montero.

En la IU que compartía con Yolanda se sucedieron muchas confrontaciones de modelo e ideológicas. Como cuando Julio Anguita, referente y maestro donde los haya, reprobó a quienes apostamos por gobiernos autonómicos con el PSOE y los nacionalistas. El criterio de Julio era en ese momento el gobernar sólo si se sorpassaba a ese PSOE que situaba en la orilla del PP, con el PP.

Con Llamazares, coordinador de IU del 2000 al 2008 vivimos el acoso y derribo de las tesis políticas de aquellos a los que nos llamaban comunistas, y vivimos el abrazo de oso de los amigos socialistas -auto denominados socialdemócratas, social liberales en puridad-.

Pasamos del que no se viese bien pactar con el PSOE, sin sorpassarlo primero, a ser una copia cara del mismo.

Copia porque nos mimetizamos tanto con su modelo ideológico, político y de gestión, con sus tesis de régimen monárquico, que el electorado no nos distinguía salvo cuando buscaba una marca un pelín más verde y más pacífista.

Cara porque Ley General Electoral mediante los diputados/as empezaron a costarnos 10 veces más que al original. Creo que Yolanda recordará bien esa época y que la Ley Electoral sigue siendo la misma.

Pasamos de los 21 diputados/as en el Congreso con Anguita a la cabeza en el año 1996, a 8 en el 2000 (transición de las tesis de Julio a las de Gaspar -lo rojo quedaba feo y había que "abrirse" a la socialdemocracia-), y ya con Llamazares de Coordinador a 3 diputados/as en 2004, y a 2 en 2008.

La travesía del desierto (así la llamamos) por los solo 2 diputados en el Congreso en 2008 provocó que Julio Anguita hiciera un llamamiento a la refundación de IU y del espacio político.

El proceso de refundación gestionado por Cayo Lara como Coordinador de IU culminó en julio de 2011 cuando se lanzó de cara a las Generales -y con la finalidad de elaborar un proyecto de país plasmado en un programa electoral- lo que se llamó la Convocatoria Social a la ciudadanía que consiguió para IU y sus alianzas político y sociales 11 diputados con Cayo de cabeza de cartel en las elecciones generales de ese año.

Dicha Convocatoria Social fue un proceso de escucha con asambleas por todo el Estado que pretendía "propiciar la participación e implicación de lo más dinámico de la izquierda social, sindical, cultural y política y trasladar el debate a la calle... para recuperar el impulso original de IU y dar respuesta a una situación en la que la democracia y la manera de hacer política se cuestiona en las calles".

Se referían al cuestionamiento del 15M, nacido el 15 de mayo de 2011, 2 meses antes de que IU lanzase su Convocatoria Social.

A día de hoy no veo diferencia sustancial entre lo que pretendía aquella Convocatoria y lo que pretende Sumar. Disculpen mi ignorancia.

Y a día de hoy no veo diferencia entre las tesis de Llamazares y las de Íñigo Errejón.

Dónde estamos

Podemos logró recoger lo que se había sembrado en el proceso social quincemayista de impugnación del bipartidismo corrupto, algo a lo que había renunciado IU.

Se ha escrito tanto sobre lo que consiguió Podemos en 2014 y 2015 que me van a permitir que no lo repita, aunque conviene no olvidarlo.

Consiguió tanto (69 diputados/as junto a sus confluencias territoriales, frente a los 2 escaños de la candidatura IU-Unidad Popular) que lo más oscuro de nuestro régimen monárquico se puso a trabajar duro desde la ilegalidad propia de la delincuencia organizada de Estado para acabar con los autores intelectuales de Podemos y con el propio Podemos.

Que en 2019 Podemos redujera a la mitad su representación de 2015 tuvo que ver con esa guerra de la delincuencia organizada de Estado contra nuestro proyecto, pero también con la lucha cainita ideológica interna que vivió el partido: el sector errejonista estaba en las tesis de Llamazares del año 2000/2004 (esas que acabaron con IU con solo 2 diputados en el Congreso), y el sector anticapitalista estaba en las tesis de Anguita de los años 90. Las tesis pablistas, opinión subjetiva, eran las más novedosas y capaces de brindarnos a medio plazo un cambio de régimen.

Actualmente la teorización del errejonismo de Más País y del carmenismo de Más Madrid es que Podemos debe ocupar una esquina del tablero político y ser el espacio para la izquierda bronca, fea, que se enfada con los poderosos, que hace rabiar al PSOE, que se define como de izquierdas -sin ambages-, a la que votan 4 gatos subversivos tildados de rojos radicales, y permite que un progresismo de centro, amable, guapo, que siempre sonríe y le habla bajito a los lobbys mientras masajea al PSOE, se organice y ocupe sin sobresaltos un espacio político mayoritario paralelo al del PSOE (que no a su izquierda) que les permita gobernar España.

Pero al PSOE, y a la gobernabilidad de España, no le va a ser útil, una vez roto el bipartidismo, una izquierda debilitada y dividida que no sume y multiplique todo lo que el PSOE no quiere, no puede o no sabe sumar tanto de la abstención como del espacio político progresista. Al PSOE las esquinas de tablero que, como en Madrid, no suman escaños para votar investiduras, presupuestos generales y leyes, le quedan lejos.

Así que se hace difícil entender por qué Sumar se permite el anidar en su seno teorías de la esquinita que quieren a Podemos fuera de la Plataforma.

Más digna es la posición de quienes desde las "fuerzas hermanas" llevan años planteándose cómo conseguir que el núcleo dirigente de Podemos deje de gestionar la articulación del espacio confederal. Eso, el quién ostenta la hegemonía dentro del espacio político, es algo a dirimir en las primarias abiertas territoriales que de manera irremediable debieran celebrarse.

A dónde vamos

Como frente amplista que soy me gusta la suma y por ello un movimiento ciudadano para sumar. Pero Sumar, actualmente, es opaco ideológicamente y orgánicamente una incógnita. Y me genera tantas dudas que si no fuera por la certeza de que quiero a Yolanda Díaz de Presidenta seguramente ignoraría su proceso hasta que se hubiera definido la propuesta que nos hacen a las gentes de Podemos (a saber; la de la esquina, la de renunciar a la hegemonía sin primarias, la de un proyecto ideológico socio liberal, la de la copia cara del PSOE, la de un frente amplio a la francesa, a lo chileno, a lo uruguayo...).

Yo no voy el 2 de abril porque no sé de qué va el 2 de abril, y eso que he puesto ganas por saber. Tengo claro que aunque me guste el sumar también me gusta ser de Podemos y que si me obligan a elegir me quedo en mi casa morada, aunque tenga goteras.

Y más allá de las dudas, una certeza para finalizar.

O hay unidad -plural y diversa- sabiamente gestionada por todas, incluyendo y respetando a Podemos, o será el inicio de una nueva travesía del desierto a corto o medio plazo.

Y en ese escenario unitario se pueden plantear unas elecciones generales donde ofrezcamos al electorado un ramo de bellas y coloridas flores cortadas para el momento electoral, que irremediablemente se marchitarán nada más armarse el ramo; o donde ofrezcamos una planta viva, sana y fuerte con injertos de otras plantas sanas y fuertes, arraigada, con una jardinera capaz de cuidarla, regarla, abonarla y seguir injertándola. Esa planta receptora creo que puede seguir siendo Podemos (veamos las primarias) y a esa jardinera la veo viviendo en el Palacio de la Moncloa. Optimismo mágico.

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