Otras miradas

Donald Trump en su delirio

Carlos Matías

Periodista de Sol de Medianoche (Anchorage, Alaska) y colaborador de la Fundación Alternativas

El expresidente de EEUU, Donald Trump, levanta el puño mientras camina entre los vehículos tras salir de la Trump Tower, en Nueva York. E.P./Niyi Fote / TheNEWS2 via ZUMA Pres / DPA
El expresidente de EEUU, Donald Trump, levanta el puño mientras camina entre los vehículos tras salir de la Trump Tower, en Nueva York. E.P./Niyi Fote / TheNEWS2 via ZUMA Pres / DPA

¿Son rentables los delitos si los perpetra un político? Si es Donald Trump, sí: lleva recaudados más de 221 millones de dólares, pese a los 71 cargos penales que pueden llevarle a prisión. Un promedio de unos tres millones por fechoría desde que fue desalojado del Despacho Oval. Y eso, sin ser aún el candidato republicano para las presidenciales de 2024, año en que tendrá no menos de una gran nueva ocasión para lucrarse con 34 de las 71 imputaciones graves.

"Aunque saliera ahora mismo a la Quinta Avenida y matase a tiros a un transeúnte, la gente me seguiría votando", se jacta Donald Trump en su despacho del rascacielos que lleva su apellido, en el número 725 de la Quinta Avenida, Midtown de Manhattan. "Está loco", me dicen en Nueva York. Pero lo peor no es que diga barbaridades, sino que tenga razón, la única razón en su delirio.

Loco, pero no tonto. Trump ha prometido estar en la carrera presidencial, aunque sea condenado. Las leyes estadounidenses no prevén que un convicto sea inhabilitado ni por estar en prisión. Hay precedentes de candidatos a senadores. Esto sí que es de locos.

Estos 221 millones resultan de la suma de recaudaciones y donaciones contabilizadas por diferentes fuentes y recuentos y se desglosan así:

Unos 170 desde que denunció que le habían "robado" las pasadas elecciones, hasta diciembre de 2020.

Treinta más antes de dejar la Casa Blanca.

Casi 15,5 millones al saltar el "caso Stephanie Gregory Clifford", verdadero nombre de la "estrella porno" Stormy Daniels.

Otros cuatro, en apenas tres días, al ser imputado por abusos sexuales en este caso.

Y 2,1 millones más, en la cena recaudatoria que tuvo lugar el 13 de junio pasado, cuando Trump fue acusado de los primeros 37 delitos graves en la Corte Federal de Miami.

La suma exacta de todos estos recuentos asciende a 221,5 millones de dólares y uno de cada cuatro donantes (25%) han sido benefactores nuevos para la campaña Save America ("Salvar América") de Donald Trump, según fuentes republicanas, lo cual es otro dato muy preocupante.

Sobre todo, es preocupante porque estos 221,5 millones de dólares que han sido recaudados por Trump en solitario, es decir, sin ser aún el candidato republicano oficial y sin haber empezado la campaña presidencial, ya representan más del 7% de los 3.155 millones de dólares donados a ambos partidos (republicano y demócrata) durante la campaña electoral de 2020, en total, según la Comisión Electoral Federal (FEC, por sus siglas en inglés), cifra que marcó el mayor récord de la historia.

Este último 13 de junio era la primera vez que un expresidente de Estados Unidos se enfrentaba a cargos criminales que le podrían llevar a prisión durante un siglo (otras fuentes aseguran que las penas pueden sumar 400 años), de ser encontrado culpable. Trump, que cumplió 77 años al día siguiente, se declaró "no culpable" ante el juez del tribunal federal de Florida, Jonathan Goodman.

¿Y qué hizo el expresidente después de ser detenido, fichado con sus huellas dactilares y puesto en libertad con cargos? Pues organizar una recaudación de fondos para su campaña. "Una cena a la luz de las velas, en uno de sus clubes de golf, en Bedminster, Nueva Jersey, para recaudar más de dos millones de dólares", me comenta en Nueva York un estrecho colaborador de Alexandria Ocasio Cortez, la ‘enfant terrible’ al "ala izquierda" de los demócratas. "Una cena en la que le cantaron Happy Birthday".

Llama la atención que Trump organice tan lucrativos banquetes "post atrium" (después de comparecer ante un tribunal), mientras que los partidarios de Joe Biden y Kamala Harris mandan correos electrónicos a los estadounidenses (y a los no estadounidenses como a mí) pidiendo dinero para la campaña demócrata.

Y eso que a Biden no le faltan mecenas. Incluso los tiene republicanos que están asustados por "la bestia parda" que su partido alumbró hace siete años (es decir, Trump). De hecho, el magnate Ken Griffin, que ha sido hasta ahora uno de los grandes donantes del Partido Republicano, ha instado a "superar la era Trump" y abrir paso a nuevos líderes.

La principal acusación contra Trump es que, al dejar la presidencia, usurpó y escondió en su residencia de Mar-a-Lago (Palm Beach, Florida) documentos clasificados de programas nucleares y arsenal armamentístico. Trump habría mostrado estos papeles a otras personas en el mismo club de golf en el que en junio organizó su cena de recaudación, después de pronunciar el "not guilty" ante el juez Goodman.

"Con anterioridad, en marzo pasado, hizo lo mismo tras ser acusado de abusos sexuales", dice mi interlocutor del equipo de AOC (acrónimo de Alexandria Ocasio Cortez), entre el pasmo y la indignación. Trump fue declarado culpable de abusos sexuales contra la ex columnista de la revista Elle E. Jean Carroll y, en menos de 24 horas, sus entusiastas del "Make America Great Again" ("Hagamos América Grande Otra Vez") donaron más de cuatro millones de dólares.

A este "rey Midas" del delito que es Donald Trump le quedan más oportunidades para lucrarse. El 25 de marzo de 2024 habrá otro juicio por las siguientes 34 imputaciones que, sumadas a las 37 ya citadas, suman 71. Se trata de delitos de falsificación de registros empresariales para ocultar su conducta ilegal en la campaña presidencial de 2016, como el pago de "dinero a cambio de silencio" a la "estrella porno" Stormy Daniels, a quien había pagado por sexo en 2006, cuando ya estaba casado con Melania.

Si fuera declarado culpable, se demostrará que Trump ha puesto en peligro la seguridad nacional de esta patria que tanto dice amar; que ha conspirado para obstruir a la justicia y que ha entorpecido una investigación federal del FBI. Así pretenden "Hacer Grande América Otra Vez" quienes le financian.

A Trump sólo le hace sombra Ron DeSantis, el gobernador de Florida xenófobo, homófobo, racista e inquisidor. DeSantis, hijo de inmigrantes italianos, ordena la deportación de inmigrantes, la detención de quienes les ayuden, la destrucción de obras "pornográficas e indecentes" como la Biblia y el Libro del Mormón, por su "vulgaridad y violencia" (sic).

Su ejemplo es seguido por los gobernadores republicanos de Utah, Texas, Misuri, Carolina del Sur o Alaska y, dentro de Alaska, el alcalde de Anchorage, Dave Bronson.

Comparado con DeSantis, Trump parece "la derechita cobarde" de "yanquilandia". Frente a ambos, contrasta la sensatez de senadores de su partido como la alaskeña Lisa Murkowski, (en oposición a la ‘trumpista’ Sarah Palin), quien encarna a la derecha moderada, pero minoritaria.

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