Sí, soy una víctima de violencia de género. Y lo soy porque el "ser", como yo le llamo decidió quitarle la vida al pilar de mi existencia y de la de mis hermanos, mi madre. Ella murió el 4 de julio del 2004 a manos del "ser" tras recibir 32 puñaladas y ser degollada. Todo eso ocurrió en presencia de mis dos hermanos de 14 y 9 años de edad. Yo en aquel momento no me encontraba en casa.
Después de asesinarla, se asomó a la ventana y, con una tranquilidad inigualable, dijo: "Llamen a la policía que he matado a mi mujer". Unos vecinos intentaron impedirle que la asesinara, pero al entrar en casa y ver la escena que él había creado fueron incapaces de seguir.
El artículo de Cristina Fallarás publicado en Público Nuestro deber con los huérfanos y huérfanas de la violencia machista plasma la realidad de lo que ocurre y necesitas después de vivir ese tormentoso momento. Añadiría que es algo que no se supera. Se aprende a vivir con ello. Yo le pondría de título: Te levantas teniendo una madre y te acuestas llorándola.
No se puede negar lo evidente, no se puede pisotear a las víctimas de la manera que hace determinado partido político. No se puede negar la realidad, porque eso sería vivir en otro planeta.
¡Basta ya!
No hay día que yo no me acuerde de mi madre y de lo que vivimos. Mira que han pasado años y sigo recordando a la perfección ese día con lujo de detalles. Dicen que el alma no se puede ver, yo te aseguro que ese día la ves cómo se te rompe.
Aquel "ser", no contento con aquello, sigue permanentemente burlándose de lo que hizo. A los cinco o seis años solicitó un indulto a la reina de España, en aquel entonces Doña Sofía.
Ese escrito de su puño y letra, al que mi abogada y yo llamamos "la perla", dice textualmente: "Mi mujer murió de un golpe desafortunado". A eso él llama 32 puñaladas, y degollada. Además, le tocaba y le exprimía los pechos para que le saliera más sangre, contado por mi hermana, allí presente en todo momento.
Años después se fugó en un permiso penitenciario, amenazando a su actual pareja, diciéndole: "Tú verás, ya sabes de lo que soy capaz". Evidentemente no está arrepentido de lo que hizo ni jamás lo estará.
Cuando le quitó la vida a mi ángel decía: "Si no eres para mí no serás para nadie".
Muchos ignorantes achacan la violencia de género a que el hombre bebía o consumía algún tipo de sustancia. Mi padre en su vida ni bebía ni consumía alcohol. Lo hizo porque quiso. Porque decidió por ella y por nosotros que no tenía que seguir viviendo, por sus huevos, porque le dio la gana. En el juicio mientras declarábamos, él se estaba riendo, otra muestra de que es un ser asqueroso y abominable.
Yo hoy en día soy abogada. Ese día juré que, ya que por ella no pude hacer nada, intentaría hacerlo por otras por esos niños, para que no pasen lo que nosotros pasamos. Porque te duele el alma.
La vida después de eso es muy dura y triste, lloras innumerables veces en silencio mientras el mundo y la vida continúan. Mi abuela materna se nos fue al año y medio, un mes después de celebrarse el juicio de su única hija, y no la culpo, porque necesitaba estar cerca de su hija. Ya su corazón no aguantó más infartos.
Nuevamente nuestra vida se caía. Pero sabes que ni eso podrá con nosotros porque el día que enterramos a nuestro pilar juramos que íbamos a honrar siempre su memoria no dejando que el "ser" y su maldad siguiera ganando.
Hoy en día tengo la misma edad que mi madre e igual cantidad de hijos y puedo sentir el amor que ella sentía por sus hijos. Esto no se supera. Se aprende a vivir con ello.
Difundo esto para que si alguna mujer está en una situación de maltrato, si alguien conoce a alguna mujer que esté pasando por esto la ayuden. Y sobre todo para que ningún niño o niña se quede sin ese pilar que tanto tanto necesitan en sus vidas: su madre.
Mis hijos llaman a mi pilar la abuela bonita. Ellos saben lo que le pasó, lo que le hicieron, y también saben lo que no deben permitir. Las mujeres no somos propiedad de nadie más que de nosotras mismas.
Yo, dentro de mis posibilidades, seguiré abogando por esa lucha, para que no cese jamás, para que cada mujer que sufra maltrato salga adelante y para que esos niños y niñas sigan teniendo la infancia, adolescencia que a nosotros nos quitó.
El camino es muy duro, complicado, farragoso. Las distintas administraciones no te lo ponen fácil, teniendo que contar una y otra vez lo que te pasó para poder obtener ayudas para poder seguir adelante con esa mochila que pesa tanto.
Si el texto es demasiado extenso es porque resulta muy difícil resumir en unas cuantas líneas 19 años de dolor, añoranza y recuerdos. Hay dos formas de llevar esa mochila: o ella te lleva a ti o tú la llevas a ella. Yo elegí la segunda opción, porque no iba a permitir que el "ser" siguiera ganando.
Comentarios
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